Día Internacional del Libro (IV)

Larra, Espronceda, Becquer y Rosalía de Castro
Hoy doble ración de artículos dedicados al Día del Libro que se celebra mañana. Mariano José de Larra (1809-1837) fue un genio. Es de esas personas para las que más calificativos sobran, pero hablaremos algo más de su figura. Vivió en una época extraordinaria, mejor dicho, junto a otros escritores y escritoras, hizo de se época una época extraordinaria. Fue un maestro literario, y un maestro de periodistas también. Publicó 200 artículos en prensa, y a él debemos grandes críticas satíricas, colosales descripciones costumbristas, y todo ello bajo diversos pseudónimos como Fígaro.
Hijo de un médico afrancesado, a los cuatro años fue al exilio junto a sus padres tras el apoyo de su progenitor a José I en la Guerra de la Independencia. Fernando VII decretó una amnistía y la familia pudo regresar a España en 1819. 1824 es, quizás, el año clave en la vida y en la obra de Larra. Ese año no se presentó a ningún examen en la Universidad de Valladolid por un "acontecimiento misterioso" que alteró su carácter según algunas biografías del genial escritor y periodista. Dicen que fue un amor imposible, hace poco un descendiente de Larra publicó un libro en el que dijo que este se suicidó por España, y no por esa mujer de la que se enamoró perdidamente.
Con 19 años, Larra se da a conocer por su faceta de periodista con El duende satírico del día, un folleto satírico mensual. Firmaba entonces con el pseudónimo de El duende. No estaba solo, un grupo de escritores jóvenes (Bretón de los Herreros, Miguel Ortiz, Juan Bautista Alonso, o Vetura de la Vega). Se reunían en un café de la plaza del Príncipe de Madrid, en una de esas grandes tertulias literarias, esta se bautizó como El Parnasillo. En 1829 se casó, la cosa no salió bien. En 1834 publicó el libro de novela histórica El doncel de don Enrique el Doliente. Una recomendación, visita http://www.irox.de/larra/. Allí encontrarás artículos del genio. Así empieza uno de ellos: Vuelva usted mañana:
Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza; nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano.
Sobre Becquer, Espronceda y Rosalía de Castro, basta con decir que son los máximos exponentes del Romanticismo español. Gustavo Adolfo Domínguez Bastida fue un genio, un mago de las palabras. Muchas obras de todos ellos que quedan sin destacar, la mejor de Becquer sus Rimas. De Espronceda todos conocemos la Canción del pirata, pero hya muchos más. Sobre Rosalía de Castro, es muy probablemente, la gallega más universal. Nació en Santiago. Demostró que toda lengua, y el gallego por supuesto también, es magnífica para escribir granes obras. En español, Las orillas del Sar, pueden ser un buen principio para acercarnos a ella.

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