Aterradora historia desde Amstetten (Austria)

Una de esas noticias que jamás queremos dar. No las queremos dar porque deja en muy mal lugar al ser humano en su conjunto, porque nos amarga profundamente el día y nos enerva por mucho más tiempo. Pero es de esas noticias que hay que dar.
El energúmeno, abusador, loco, y todos los apelativos que se deseen (todos ellos se quedan cortos) Josef Fritzl, abusó durante 24 años a su hijo. La violó, la mantuvo encerrado en el sótano, tuvo siete hijos con su propia hija, quemó el cadáver de uno de ellos en la chimenea. Sus hijos han estado toda una vida sin ver la luz del día. Elisabeth Fritzl, hija del violador, tiene 42 años. Fue secuestrada, drogada y atada por su padre. Este ser le dijo a su familia que su hija se había fugado y que se había recluido en una secta. Le obligó a redactar una carta donde la propia hija pidió a su familia que dejarán de buscarla.
La historia es de esas que en un primer momento no puedes creer. ¿Cómo va a encerrar y violar, a enterrar en vida, a su propia hija? Pero sí, la historia es real. Tan real como trágica, vergonzosa, odiosa, intolerable. Muestra como haber nacido y respirar no es ni mucho menos suficiente para ser considerado una persona. Este ser dejó de serlo hace mucho tiempo. Desde que drogó a su hija para encerrarla en un sulo y allí abusar sexualmente de ella. Repugna tanto la historia, que la venganza que todos clamamos contra este ser está más que justificada. Se dice que "podría ser condenado a cadena perpetua". Hay que dejar a los jueces austríacos trabajar, pero ¿podría? Debería, tiene que ser así. La especie humana no puede permitirse el lujo de contar entre los suyos a bestias con piernas.

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