“Toni, en famille”, en en Institut Français


Un año más, el Institut Français de Madrid vuelve a celebrar su cine de verano con películas en versión original en francés subtituladas al español. No soy objetivo, ni con lo que tiene que ver con Francia ni con el propio Institut, donde tan feliz he sido durante años estudiando el idioma y disfrutando de sus eventos culturales, pero diría que este cine de verano es de mis preferidos de Madrid. Desde luego, es uno de esos rincones encantadores y únicos que siguen quedando en la ciudad. 



Además de la posibilidad de ver buen cine francés cuando el sol se marcha y se puede empezar a respirar en la ciudad, el Café de l’Institut permite cenar en su encantadora terraza antes de la proyección. El viernes pasado, la terraza estaba engalanada con pequeñas banderas francesas que represaban la proximidad del 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa, que hoy se celebra. Cada verano, desde luego, ir al menos una vez al cine al aire libre del Institut es un plan irrenunciable en Madrid. Aún quedan un par de ocasiones la próxima semana. Otros años, en septiembre, con la rentrée, también ha habido nuevas proyecciones del cine de verano más francófilo y encantador de la ciudad. Ojalá también sea el caso este año. 

Como digo, el viernes pude volver a disfrutar en el patio alto del Institut. La película elegida fue Toni, en famille, del jovencísimo director Nathan Ambrosioni, que pese a ser veinteañero ya ha rodado varios filmes y algunos de ellos, como el que pudimos ver el pasado viernes, fue estrenado en festivales de prestigio

Es una película encantadora que consigue un delicado y muy complejo equilibrio, porque es una comedia con situaciones muy divertidas, empezando por la hilarante escena inicial, pero no es sólo una comedia, porque tampoco rehuye los momentos más duros y difíciles, sin ser un drama al uso. Es una película que se parece a la vida y, como ella, tiene sus ratos perfectos de felicidad y sus sinsabores, sus anhelos y sus decepciones, sus instantes alegres y sus momentos tristes, sus risas y sus llantos. Esa capacidad nada sencilla de conseguir un equilibrio perfecto entre los distintos tonos y géneros, sin desbarrar nunca, sin deslizarse por terrenos pantanosos, volviendo siempre a la ternura de la historia contando y a la humanidad de sus personajes, es lo más valioso de la película. 

La protagonista absoluta es Toni, a la que interpreta rozando la perfección Camille Cottin. Es una mujer de 42 años que cuida en solitario de sus cinco hijos. De joven fue una cantante famosa, pero ahora vive dando conciertos ocasionales en bares. Mientras cuida de sus hijos, cada uno con sus personalidades muy marcadas y sus necesidades propias, piensa en reinventarse, en retomar los estudios, en cambiar de vida, aunque parezca tenerlo todo en contra. Es una preciosa historia sobre la maternidad y la familia, que ofrece preciosas imágenes de instantes felices en la vida cotidiana de esa familia numerosa, pero que también muestra las dificultades y el esfuerzo enorme que criar a cinco hijos conlleva. 

Otro de los aciertos del filme es que cada hijo tiene su propia historia y se toma tiempo para contarla, desde la hija que sueña con ser bailarina, algo que trae recuerdos de cómo la madre de la protagonista la presionó para ser cantante, hasta el adolescente que sale del armario, aunque no resulta una gran sorpresa para nadie, pasando por otro hijo más pequeño que tiene serios problemas de salud mental. No son un todo ni un pretexto, unos secundarios que están ahí como simple decorado de la disyuntiva vital de la protagonista. Además, las interpretaciones de los cinco jóvenes son muy buenas, están llenas de autenticidad y verdad. 



 Esa convivencia de tantos en casa da pie a situaciones divertidas, pero la película tampoco se queda en la comedia barata. Va mucho más allá, pero sin caer en la solemnidad que podría esperarse de una historia que, en el fondo, va sobre la propia identidad de una mujer que es madre y que es y quiere ser más que sólo eso, adorando ese papel. Juega muy bien la película en esos matices, en esa riqueza de una historia que no tiene miedo a la complejidad, que no se queda en el relato amable y sensiblero de una madre coraje. Toni, en famille es, en fin, una película encantadora, que además tiene el raro privilegio en el cine de nuestros días de buscar apelar a un amplio rango de edades, porque conmoverá y emocionará por igual, aunque por distintas razones seguramente, a madres e hijos. Una muy buena película. 

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