No es esta la primera vez, ni será la última, que hablo en el blog de La grande librairie, un maravilloso programa de literatura de France 5 que cada semana dedica hora y media a hablar de libros, es decir, a hablar de la vida. El programa, único dedicado a los libros que se emite en el horario de máxima audiencia en el mundo, permite seguir la actualidad del siempre vibrante mundo editorial francés y, además, suele estar pegado a la actualidad, con especiales ante acontecimientos o efemérides. Hace un par de semanas, dedicó parte de su emisión a recordar el atentado yihadista contra Charlie Hebdo en el que murieron doce personas.
El homenaje que La grande librairie rindió a las víctimas mortales del fanatismo contra esa revista satírica, es decir, contra la libertad de expresión y la democracia, fue una entrevista a Riss, el director de la publicación, y Richard Malka, que lleva años siendo el abogado de Charlie Hebdo y que ha defendido a la revista en multitud de causas judiciales. Para la entrevista eligieron un lugar especialmente emblemático y con mucho simbolismo: el Panteón nacional donde reposan los restos mortales de personas ilustres de la historia francesa y, más concretamente, frente a la tumba de Voltaire.
Diez años después del atentado, la mejor muestra de resistencia es que la revista se sigue publicando y que continúa ridiculizando al fanatismo. Riss y Malka hacen en esta entrevista una encendida defensa de la risa como símbolo de la libertad. Afirman, y tienen razón, que no se puede ser fanático y reír, que eso no existe, porque la risa implica siempre una distancia, también con uno mismo, por lo que es todo lo contrario al fanatismo, a cualquier tipo de fanatismo.
También encuentran esculpido en piedra uno de los lemas de la Revolución francesa, “vivir libre o morir”, lo que les lleva a recordar el compromiso de sus compañeros asesinados aquella mañana de enero de hace diez años. Todos en Charlie Hebdo sabían que estaban amenazados por el fanatismo yihadista, pero decidieron seguir adelante, convencidos de que la libertad de expresión solo puede defender ejerciéndola, y también de que se puede uno reír de todo sin miedo a amenazas y, desde luego, sin que eso ponga en riesgo su vida.
Diez años después, la pregunta sobre qué significa hoy Je suis Charlie, ese lema con el que el mundo respondió al atentado, está más vigente que nunca. Por el debate abierto en la sociedad francesa, y no solo francesa, sobre los límites a la libertad de expresión, los valores republicanos y el derecho a caricaturizarlo todo. También por el repugnante intento de no pocos retrógrados de alimentar un discurso de odio contra todos los musulmanes, como si todos apoyaran el fanatismo criminal, y por la cobardía moral de cierta parte de la izquierda que prefiere no criticar ese fanatismo por miedo a ser tildada de islamófoba. Cuando es evidente que en una sociedad democrática se puede profesor cualquier religión, respetando las creencias ajenas y la laicidad de Estado, algo que, de hecho, hacen la mayoría de los creyentes de todas las religiones.
El director de la revista satírica afirma en esta entrevista que hay mucha gente que los apoya y comprende, mientras que su abogado explica que Je suis Charlie sigue significando apoyar la libertad de expresión y de crítica, también a las religiones. Como bien sostienen ambos, nunca es fácil ser libre, la libertad es combate permanente que nunca puede darse totalmente por hecha. Emparentan con Voltaire por su irreverencia, su lucha por la libertad y contra el fanatismo religioso, y también porque fue el defensor del último ejecutado por blasfemia en Francia, más de dos siglos antes de los criminales atentados yihadistas contra unos dibujantes.
Otra idea interesante que comparten en la entrevista es que consideran que se debe acabar con lo que llaman “la ideología de la ofensa”, porque consideran que es una ideología de gánster. No afirman, claro, que a uno no le pueda ofender o sentir muy mal una obra, pero sí que eso no sea un argumento legítimo para pedir que se censure, ni mucho menos para amenazar a sus autores. Hay que responder a lo que nos ofende con argumentos, ésa es una de las claves del juego democrático, de la vida en libertad.
Los dos entrevistados presentaron también en la entrevista sus nuevas obras: Charlie Liberté, de Riss, es una biografía ilustrada de las víctimas del atentado, mientras que en Après Dieu, Richar Malka reflexiona sobre el laicismo. Que ellos dos y el resto de la redacción de Charlie Hebdo siga ejerciendo su oficio con libertad es el mejor homenaje posible a las víctimas y el mensaje más contundente que se puede lanzar a los fanáticos que intentan imponer el odio y la censura. Ayer, hoy y siempre, por todo lo que significa y sin que eso implique que todas y cada una de las caricaturas de la revista nos hagan gracia, ni siquiera que alguna no nos ofenda, porque no va ni nunca fue de eso, Je suis Charlie.
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