Clint Eastwood tiene 94 años. Es imposible no empezar la crítica de Jurado número 2 recordando su asombrosa edad. Porque podría ser su última película y también porque es impresionante que a esta edad haya logrado rodar un filme tan trepidante. Oficio, claro, no le falta, tras más de 40 largometrajes a sus espaldas. Si esta película fuera de verdad su último trabajo, desde luego, sería una más que digna despedida. Con guión de Jonathan Abrams, Eastwood ha rodado un impecable trhiller judicial que entretiene y mantiene la tensión de principio a fin.
El punto de partida del filme es muy interesante: un hombre joven normal y corriente, al que da vida Nicholas Hoult. Su mujer está embarazada y está a punto de dar a luz. Son felices, tienen una nueva vida por delante. El protagonista del filme es llamado para acudir como jurado a un juicio sobre la muerte de una joven de la que está acusado su novio. Pronto se ve que los hechos juzgados no le serán precisamente ajenos. Todo lo contrario.
La película, y esto es muy propio del cine de Eastwood, plantea un dilema moral y apela a la ética, a los debates sobre lo que es justo y lo que no. También tiene un claro enfoque didáctico. El sistema judicial estadounidense es muy distinto al de España y, claro, como todo allí, tiene también mucho de espectáculo. Las escenas que transcurren en el interior de los tribunales, desde el proceso de selección de los miembros del jurado hasta la lectura del veredicto, pasando por las deliberaciones del jurado y por las intervenciones de la acusación y la defensa, son de lo mejor de la película. Nos recuerda Jurado número 2 lo trepidante que puede resultar una buena película de juicios. Con sus “protesto, señoría”, sus testigos y su jurado.
Añade una dosis mayor de complejidad al juicio la presencia como fiscal al frente de la acusación de una veterana profesional (magnífica Toni Collette), que está de campaña política. Quiere ganar este juicio, porque se ha convertido en el símbolo de su compromiso contra la violencia machista, por lo que una condena al acusado (Gabriel Basso), dispararía sus opciones de victoria. Así que se entremezclan aquí los dilemas éticos, la defensa del sistema judicial y la política.
Uno sale de ver esta película con ganas de comentarla, que siempre es una muy buena señal. Por qué hizo o dijo esto o aquello el protagonista. Qué llevó a determinado personaje a tomar tal o cual decisión. Genera debate, es una película muy entretenida, que cumple la función clásica del cine, básicamente, divertir e intrigar. Desde luego, queda claro el peso enorme que el factor humano y los sesgos tienen en los procesos judiciales, no digamos ya en el jurado. Porque hay miembros del jurado que quieren terminar lo antes posible y otros más motivados, hay personas en el jurado que tienen clarísimo que el acusado es culpable, otros que buscan darle una oportunidad. Todo es en realidad tan frágil, tan humano, tan dependiente de los sentimientos y sesgos de cada cual, que da un poco de miedo ver cómo funciona la justicia, en especial, cuando hay un jurado.
Y luego también sale Kiefer Sutherland, con quien siempre me pasa que, cada vez que lo veo en cualquier serie o película, hay una parte de mi mente que cree que estoy viendo a Jack Bauer, de la serie 24, y que ha dejado al fin la unidad antiterrorista para hacer cualquier otra profesión. Es una tara mía que no me pasa con otros actores. Quizá el hecho de que interprete siempre más o menos igual a cualquier persona ayuda a ello. Aquí da vida a alguien importante en la vida del protagonista y que también, todo hay que decirlo, le confunde más que ayuda en el proceso judicial.
Jurado número 2, en fin, es una película magnífica que hace pensar al espectador y que cumple con todos los cánones del género, con intriga hasta la escena final y más allá incluso. Clint Eastwood a sus 94 años firma la que puede ser su despedida, a un nivel altísimo, casi milagroso dada su edad.
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