Una buena amiga me recomendó (y me prestó) Las defensas, de Gabi Martínez. Además de buena amiga es buena lectora, y me aseguró que es el libro que más le había impactado en los últimos tiempos. Acabo de leer esta novela basada en un hecho real asombroso dándole la razón a mi amiga y agradeciéndole la recomendación. De este libro sobrecoge, en primer lugar, el hecho de que todo lo que se cuenta en él ha ocurrido de verdad, en un caso increíble, "uno entre tres mil millones". Pero también atrapa por su estilo. Está muy bien narrada la historia.
El autor logra transmitir desasosiego, incertidumbre, agitación, conmoción... Se pone en la piel, contando en primera persona la historia de Domingo Escudero, neurólogo que sufrió un brote que los médicos diagnosticaron como una enfermedad mental. Él, sin embargo, está convencido de que sufre algún tipo de enfermedad autoinmune, que es el campo al que ha decidido su vida profesional. Su historia avanza, por tanto, en dos frentes: intentando recuperarse de esa situación que le ha destrozado la vida, que le ha obligado a detenerse por completo, y a la vez buscando demostrar que ha sido mal diagnosticado y que no sufre ese trastorno psiquiátrico por el que ha sido internado en un centro especializado para profesionales de la salud con problemas mentales. Y, mientras, su vida y la vida de las personas de su entorno, totalmente del revés.
"Soy un estado neurobiológico perpetuamente recreado. A fuerza de repetirme, me he construido. En eso consiste estar vivo, ¿no? Somos una repetición sostenida. Hay quien adora la rutina de sí mismo pero hoy yo vuelvo a no aguantar la mía. Llevo demasiado tiempo resistiendo lo que acontece bajo esta piel. Resistiéndome", leemos en uno de los pasajes de la obra. Siempre preciso, bien narrado, mostrando esa caída en los infiernos del protagonista, sus sentimientos, su tensión, su estrés y, siempre, su convicción de que algo le ocurre distinto a lo que los médicos que le tratan le han diagnosticado. El doctor Escobedo rememora su pasado, su matrimonio con Sol, sus hijas, la construcción de su vida, su empeño por modernizar el hospital en el que trabaja, su alergia al politiqueo y el amiguismo que gobierna el centro hospitalario.
Uno de los grandes logros de esta novela es que consigue captar la atención del lector con la medicina como telón de fondo, un tema que, de entrada, no es el más habitual en los libros, ni tampoco parece el más apasionante. Pero el lector se siente atraído desde el principio por las investigaciones, las pruebas, las conversaciones entre doctores. Convence esta trama médica, pero uno conecta con la historia, sobre todo, porque es una historia humana, llena de vida, por cómo se exponen también las relaciones personales, los temores de los personajes, la actualidad que se filtra entre sus historias personales, las reflexiones sobre corrupción y política, sobre mobbing en el trabajo, sobre lo importante que es tener alicientes en la vida más allá del mundo laboral...
Es especialmente interesante la relación del protagonista con Sol, su primera mujer, con quien convive cuando sufre el brote, cuando cae a los infiernos del alcohol y la enfermedad, igual que la que mantiene con Diana, compañera en el hospital, quien recomienda lecturas al doctor Escobedo y con quien intercambia correos en los que ambos comparten reflexiones y van desarrollando una complicidad especial. También es interesante el modo en el que las hijas del protagonista afrontan la enfermedad de su padre, cómo los problemas de salud lo trastocan todo.
Las mejores novelas son aquellas en las que importa poco el final, las que se pueden disfrutar igualmente aunque se conozca el desenlace de la trama. Y Las defensas es un claro exponente de estas gozosas lecturas.
Comentarios