Una buena amiga viajó hace unos meses a Chile y visitó en Valparaíso La Sebastiana, una de las casas del poeta Pablo Neruda, que ahora es una casa museo que recuerda al autor. De allí, me trajo como regalo (ya he dicho que es una buena amiga) Poemas para recordar, una selección de obras del genial autor chileno a cargo de Óscar Hahn. En la obra de Neruda se cuela su biografía. Por eso incluye, precisamente, un poema dedicado a su casa en Valparaíso titulado La Sebastiana, nombre que le dio a ese hogar. Comienza así:
Yo contruí la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella, de
la claridad y de la oscuridad.
El librito, una delicia, incluye poemas de quince obras del autor chileno. Entre ellas, varias de las más populares, como el poema 15 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, aquel que afirma: "me gusta cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca".
Neruda habla de amor ("amar es un combate de relámpagos y dos cuerpos por una sola miel derrotados"). Canta a la mujer amada. Hay estrofas hermosas como esta: "No te quiero sino porque te quiero y de quererte a no quererte llego, y de esperarte cuando no te espero pasa mi corazón del frío al fuego". Hay mucho amor, mucha pasión en estas páginas. Pero no sólo. Se filtra en sus poemas su compromiso político. Por ejemplo, en Oda al aire, pide al aire. "monarca o camarada, hilo, corola o ave, no sé quién eres, pero una cosa te pido, no te vendas". Y relata después, mimando las palabras, jugando con ellas con maestría, buscando la sonoridad y, a la vez, la claridad en el mensaje, cómo se vendieron ya el agua y la luz.
España aparece en varios poemas seleccionados por este libro de la Fundación Pablo Neruda. Uno de ellos es Explico algunas cosas (España en el corazón), de su poemario Tercera residencia. En él habla de su vida en la casa de las flores ("Federico, te acuerdas debajo de la tierra, te acuerdas de mi casa con balcones en donde la luz de junio ahogaba flores en tu boca? Hermano, hermano!"). Llora el golpe de Franco, el final de la democracia, el comienzo de la Guerra Civil. Con desgarro. Desde pa posición de quien ama a un país que ve derruirse.
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana todo hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Expresa el autor chileno su compromiso pacifista en Bomba, del libro Fin de mundo, de 1969. Preciso y bello de inicio a fin. Habla del humo del bosque y del humo de la ciudad recalcitrante y de sus panaderías. "Pero más tarde conocí en España de mis dolores el humo de la destrucción, y odio hasta ahora ese recuerdo porque no hay humo más amargo que el humo inútil de la guerra".
Todo es susceptible de ser plasmado en un poema. Hay una oda a Valparaíso, otra al caldillo de congreo y hasta al la cebolla. Una de las más sensibles es la Oda al diccionario, donde Neruda elogia la herramienta de su trabajo, ese lenguaje que mima con la precisión y la maestría de un orfebre, de un modo artesanal, delicado, exquisito. "... Y las palabras brillaban en su copa inagotable, opacas o sonoras, fecundas en la fronda del lenguaje, cargadas de verdad y de sonido". Sirve este pequeño libro, que selecciona algunos poemas de la prolífica producción literaria de Neruda, como invitación a ahondar en su obra. Para vivirse, como el autor proclama que hará en Pido silencio:
Se trata de que tanto he vivido
que quiero vivir otro tanto.
Nunca me sentí tan sonoro,
nunca he tenido tantos besos.
Ahora, como siempre, es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.
Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.
Comentarios