Ayer vi La gran familia española por tercera vez. Es una película maravillosa, por lo que no me importa repetir y mucho menos si, como sucedió ayer, hay nuevos alicientes para hacerlo. El Festival de Cine al Aire Libre, Fescinal, cumple 30 años y yo he ido a descubrirlo este. El encanto incomparable del cine de verano en Madrid, en el parque de La Bombilla, era una razón de peso para volver a disfrutar de esta singular familia ideada por el genial director Daniel Sánchez Arévalo. A la postre, la otra gran razón por la que me decidí a acudir ayer al cine de verano: tras la película, estaba programado un coloquio con el director al que también acudieron dos de los actores del filme: Roberto Álamo y Arancha Martí. La cinta, claro, me resultó encantadora y otra vez, pese a haberla visto anteriormente, paladeé los diálogos y disfruté de tantas secuencias originales, de esa historia tan atractiva que oscila de la comedia al drama con enorme maestría.
El cine, al aire libre, estaba prácticamente lleno y también era numerosa la asistencia a la otra proyección que emitían en la pantalla 2 (La gran belleza). Es maravilloso y reconfortante que existan iniciativas como el Fescinal y también lo es que la respuesta del público sea tan positiva. Dentro de la gozosa apuesta por el cine de verano, con la luna y el frescor de la noche como invitados de excepción, la experiencia fue aún más inolvidable y mágica gracias al coloquio con el director y dos de sus actores. Una vez terminada la cinta, y tras el aplauso entusiasta del público, comenzó esta charla en la que Sánchez Arévalo respondió a todas las preguntas que le formularon los espectadores. Acercar así a directores y actores con el público es un gran acierto que debería ser más potenciado. No pocas intervenciones comenzaron con declaraciones de amor al cine español. Se trata de disfrutar del buen cine, al margen de nacionalidades y, en efecto, en España, aunque hay de todo como en todas partes, se hace muy buen cine. Y Sánchez Arévalo es un magnífico representante de ello.
El director explicó algunas cuestiones curiosas sobre la película. Por ejemplo, que el título del filme fue muy debatido porque el concepto de familia sonaba a rancio, a un reclamo poco atractivo, mientras que el calificativo español tampoco agradaba demasiado y, de hecho, en Cataluña la cinta no fue tan bien como en el resto de España. Pero ese rechazo no sólo se produjo en esa comunidad autónoma. "Esto sólo pasa aquí", dijo el director en un momento del coloquio, si bien afirmó que siempre tenía claro que ese debía ser el título y que él no rueda ni escribe pensando en la respuesta del público, porque eso sería un suicidio. Sobre la inclusión de la final del Mundial de fútbol de 2010, Sánchez Arévalo dijo que fue lo último que apareció en el filme, basado en un cortometraje previo del director. Explicó que nunca antes había visto tanta alegría colectiva en España y consideró que incluir esa explosión de júbilo, a ese grupo de jóvenes deportistas que hizo soñar a todo un país, podía aportar mucho a su historia. Fue entonces cuando decidió que debía transcurrir durante la boda del menor de la familia.
Sánchez Arévalo también afirmó que le gusta trabajar siempre con el mismo equipo, o al menos repetir con muchos de ellos. Cuenta con actores fetiche que aparecen en todas (Antonio de la Torre, Rául Arévalo) o casi todas sus películas (Quim Gutiérrez), pero también repite con personas del equipo técnico como el director de fotografía, que fue elogiado por un espectador durante el coloquio. En relación al buen rollo que se creó en el rodaje, Roberto Álamo habló de esa afinidad con el resto de actores y de personas del equipo, hasta el punto de que durante el tiempo en el que se rodó el filme formaron una familia a la que añoró meses después. Contó varias anécdotas deliciosas Álamo, que explicó que no sabe muy bien por qué se dedica al cine ni por qué llegó a este mundo, pero que piensa que está relacionado con el amor, con llevar a la pantalla o subir al escenario sentimientos que todos tenemos.
Recibió muchas y merecidas felicitaciones este actor por su papel en la película, ya que borda al hermano con discapacidad de la familia. Un personaje que aporta, como afirmó el actor, una mirada pura, limpia, la de quien no juzga a nadie y tiene valores sólidos. El director dijo que, desde que le vio en el casting, sabía que Álamo debía hacer ese personaje. Ganó un Goya a mejor actor revelación, un premio "que salvó la honrilla" de la película en la pasada edición de estos premios, como dijo Sánchez Arévalo, quien se mostró cercano, educado y encantador durante todo el coloquio. También elogió el director expresamente a Verónica Echégui, al decir que es la primera vez que con una de sus actrices siente que puede un álter ego suyo en pantalla. Alabó cómo construyó al personaje y el hecho de que cada día de rodaje la actriz le sorprendía de un modo distinto. Suponemos que repetirá con ella. Con quien lo hará probablemente en la película que está escribiendo y tiene previsto rodar el próximo año, y sobre la que no quiso desvelar más detalles, es, cómo no, con Antonio de la Torre.
Hubo muchas más anécdotas y muchas más respuestas interesantes durante el coloquio. Preguntado por el lenguaje fresco y de la calle que adoptan los personajes jóvenes de la cinta, Sánchez Arévalo dio la palabra a Arancha Martí para que esta explicara cómo el director se abrió a incluir modificaciones e improvisaciones que surgían durante los ensayos. Todo un logro que permite que, en efecto, los diálogos de los personajes adolescentes suenen a verdad, a cualquier conversación que se puede escuchar en la calle. Sobre esa libertad que da a sus actores, Sánchez Arévalo afirmó que la frase, en uno de los momentos más tiernos de la película, en la que se compara la tiempo con un quesito, que si no consumes cuando toca, se pone malo, salió de Quim Gutiérrez. Fue, en resumen, una noche memorable. Una fantástica noche de cine.
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