El estremecedor informe de Cáritas que denuncia que España es el segundo país de la Unión Europea con más pobreza infantil ha sentado mal al gobierno. Recuerden que Rajoy y sus ministros andan afirmando que la única duda ahora en nuestro país es cuán grande será la recuperación o que
España asombrará al mundo. Maneja el gobierno su propios tiempos (el 25 de mayo hay elecciones europeas). Tiempos
políticos, o sea, electorales. O sea, falsos. Alejados de la realidad. Montoro
ha sido el último en destacar en esta postura surrealista, descalificando el informe de Cáritas. El ministro de Hacienda es un representante clave de la irrealidad en la que vive
el gobierno. Pero ha sido sólo el último. En un caso especialmente sangrante,
pues el informe de una asociación apartidista como Cáritas (y en todo caso,
próxima a la Iglesia, ese grupo tan de ultra izquierda) versaba sobre la
pobreza infantil.
Hay partidismo y sectarismo en el debate público español.
Mucho. Hasta un nivel asfixiante. La oposición, todas las oposiciones, rebuscan
en cada buen dato algo negativo que pueda arrojar al ejecutivo, mientras que el
gobierno, todos los gobiernos, hacen oídos sordos a los malos datos. El paro da
ejemplos de ello. Pareciera como que las malas noticias para el país,
devastadoras, sólo son mal recibidas de puertas para afuera por la oposición.
La de ahora y la de antes. Volviendo a Montoro, el hoy ministro de Hacienda
espetó cuando estaba en la oposición al PSOE que el gobierno de Zaparero
hundiera España, que ya vendría ellos (el PP, el de "o el PP o la
nada") para levantarla. Y hay ejemplos para regalar en quienes ayer desde
el gobierno pedían la responsabilidad y la lealtad que hoy no practican en la
oposición. Pero hablamos en este caso de la ceguera del gobierno a la realidad
y del desprecio al tercer sector. Hay asociaciones indudablemente politizadas.
No es el caso de Cáritas. Es más chirría ver al PP cuestionar la credibilidad de Cáritas y al PSOE y a IU defendiendo este organismo de la Iglesia católica.
El informe de
Cáritas pone de relieve una consecuencia terrible de la crisis económica.
Terrible y real. Una realidad que desentona en el discurso triunfalista del
gobierno, por lo que este se dedica a echarlo por tierra. Pero lo que muestra
Montoro con esta descalificación no es tanto una discrepancia puntual con
Cáritas, un lío de frías e impersonales estadísticas. Lo que muestra el
ministro es que estos dramas estorban, entorpecen el discurso oficial, por lo
que sólo inquietan por el efecto negativo que pueda tener sobre su actual
discurso. ¿Los dramas que refleja el informe de Cáritas incomodan al gobierno?
Sin duda. No me imagino a ningún gobernante festejando desigualdades e injusticias.
Pero, ¿qué hacen por combatirlas? Negarlas. Directamente. Por tanto, la
impresión que da, tal vez errónea, es que al gobierno le incomoda más que
se publicite esta realidad que su propia existencia.
Este gobierno es amante de
las mayorías silenciosas, por lo que parece preferir a quienes pasan panurias
en silencio y que nadie venga a afear la bellísima foto de un país que cumple
su objetivo del déficit, que ha evitado el rescate y que sale adelante
dispuesto a asombrar al mundo. Ahora no toca eso, vienen a decir. Parados,
pobres, desahuciados, desesperanzados, familias en apuros. Estas personas no
salen en la foto, no aparecen el discurso del gobierno. Porque lo estropea. Con
su empeño descomunal por dibujar una realidad idílica, una poderosa recuperación
económica, los efectos de la
crisis no
cuadran. No conviene hablar de ellos.
La precarización del mercado laboral, que
seguirá cuando haya pasado la crisis; los proyectos vitales interrumpidos todos
estos años; las emigraciones de tantos españoles en busca de oportunidades en
otros países y un largo etcétera no aparecen en el discurso oficial.
Triunfalismo contra realidad. La gran duda es si de verdad cree el gobierno
que esta deliberada estrategia de brotes verdes será escuchada por los
ciudadanos y si estos la comprarán. Porque en la calle lo que los ciudadanos
siguen viendo es paro, empeoramiento de las condiciones laborales, cierre de
comercios, pensionistas sosteniendo a familias. También, como reflejaba el
informe de Cáritas que tanto desagrada a Montoro, niños que van al cole sin
desayunar, menores en riesgo de pobreza. ¿Qué nivel de prima de riesgo vale
para olvidar esto? ¿Cuántas décimas de crecimiento del PIB borran dramas así?
¿Qué dato macroeconómico ocultará el asfixiante paro y la precariedad imperante
en el mercado laboral? ¿Podrá el gobierno seguir en su realidad paralela?
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