El Grinch de Sant Jordi

 

Somos muchos los que pensamos que Sant Jordi en Barcelona es el mejor día del año. Nos enamora el ambiente alrededor, esa celebración del libro y la rosa, de la literatura y el amor. Nos pasa un poco como a mucha gente con la Navidad y ese espíritu navideño tan manido que, por supuesto, tiene también sus detractores, así que era cuestión de tiempo que llegara una obra llamada El Grinch de Sant Jordi, que es el título del divertidísimo cómic de Jair Domínguez y Oriol Malet, editado por Comanegra, que fue uno de los libros que compré precisamente en el último Sant Jordi
He disfrutado mucho con el libro. El Grinch de Sant Jordi es Quim, que antes también amaba esta fiesta y al que, de hecho, le encantan los libros. Y esa es parte de la gracia, claro, que no es el odio al la literatura lo que le lleva  adiar esta fiesta, sino precisamente todo lo contrario. Es porque le gusta la literatura, pero la buena de verdad, por lo que siente tanta animadversión hacia Sant Jordi. No soporta encontrar en las paradas libros escritos por presentadores de televisión o famosos de todo tipo. Detesta profundamente a los editores que venden libros de nula calidad literaria sólo por hacer dinero. No lo soporta. 

Es divertido porque, como siempre ocurre con el humor, desde esa postura se puede hablar de temas que tienen un poso de verdad. No, yo no creo que Sant Jordi, mi venerada fiesta de Sant Jordi, se haya rendido al mercado, porque hay mucha diversidad y uno puede encontrar toda clase de obras, editoriales y propuestas literarias, pero es evidente que, de un tiempo a esta parte, al lado de escritores literarios hay famosos y personas cuya calidad es cuestionable. "Cuanto más larga la cola, más detestable será el libro que quieran que les firmen", viene a decir Quim, estre Grinch de Sant Jordi. Ya digo, llevado al extremo, al esperpento, el libro tiene suficiente mala leche, un puntito de querer meter el dedo en la llaga. Y está bien que así sea, porque está bien bromear e ironizar también sobre aquello que amamos. 

El protagonista del libro no sólo odia la fiesta de Sant Jordi. También odia a sus vecinos y a casi todo el mundo, en general. Es un hater profesional. También le gustaba el fútbol, pero ya no. Y, ya digo, en mitad de las bromas y la sátira, de repente, frases que dan que pensar, como por ejemplo lo que Quim querría que hiciera la televisión el día de Sant Jordi, hablar de literatura, de los libros, y no de la fiesta y la parafernalia alrededor, con entrevistas y conexiones en directo llenas de lugares comunes. El final del cómic, que naturalmente no desvelaré, es muy divertido y entra en el mismo juego metaliterario sobre el mundo editorial del que en definitiva va el libro. El Grinch de Sant Jordi, de paso, nos baja un poco los humos y la solemnidad a quienes pensamos y siempre pensaremos que el 23 de abril es el mejor día de año. Lo es, pero precisamente por eso, bienvenidas sean las sátiras y las bromas. 

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