Estados Unidos lleva años haciéndonos un spoiler de lo que ocurre en las sociedades democráticas cuando la polarización se adueña del debate público y de la política. En España no tenemos que irnos demasiado lejos para comprobar el daño que le hacen a la democracia determinadas actitudes políticas, que imponen las mentiras, los bulos y el radicalismo. No conviene frivolizar con ello, porque las consecuencias pueden ser muy graves. Cuando el año pasado partidarios de Trump asaltaron el Capitolio de Estados Unidos algunos pensamos en que serviría como aviso a navegantes, como vacuna contra el radicalismo político. Lamentablemente, hoy una parte importante de la sociedad estadounidense sigue pensando de verdad que a Trump le robaron las elecciones de 2020 y el Partido Republicano no ha condenado aquel ataque contra el corazón de la democracia estadounidense.
Ahora HBO Max estrena un documental sobre aquel asalto llamado Cuatro horas en el Capitolio. Es estremecedor, porque pone de manifiesto el riesgo del fanatismo y el sectarismo ante el que, insisto, no conviene frivolizar. El documental incluye vídeos grabados por los propios partidarios de Trump que asaltaron el Capitolio, vídeos de aquel día que reflejan desde dentro lo ocurrido. Digo los partidarios no porque use el masculino genérico, sino porque cuesta encontrar a mujeres que en esa masa de personas. “Huelen nuestra testosterona acercándose a ellos”, dicen. También “¿De quién son las calles? ¡Son nuestras!”.
El documental, que recorre las cuatro horas clave de aquel asalto, muestra la arenga de Trump a sus seguidores el mismo día en el que el Senado y la Cámara de Representantes debía convalidad la victoria electoral de Biden. “Nunca recuperaremos el país siendo débiles”, dijo Trump en un discurso en el que animó expresamente a sus seguidores a ir al Capitolio y les aseguró que él también iría, al modo de Miguel Bosé en la manifestación negacionista en Madrid a la que nunca asistió, claro.
Las imágenes del momento del asalto dejan claro que el dispositivo de seguridad de aquel día en torno al Capitolio era de risa, con muy poca policía y unas simples vallas. Un agente de policía desplegado allí cuenta que nadie les avisó de lo que podía ocurrir y que les sobrepasó. Además de aquellas imágenes, que son realmente impactantes, el documental incluye declaraciones grabadas expresamente para esta producción, tanto de miembros de aquel asalto, que siguen convencidos de que lo que hicieron estuvo bien, como de senadores y congresistas y también policías, incluido uno cuya vida llegó a estar en peligro. De hecho, 140 policías resultaron heridos aquel día, uno murió y seis se suicidaron días o semanas después de aquel shock. En el documental también se ve la muerte de una asaltante tras recibir un disparo de un policía del Capitolio que intentaba contener a la masa.
Un partidario declara que Trump ha sido enviado por dios. Otro dice que cada año secuestran y explotan sexualmente a 800.000 niños al año antes de asesinarlos, y que Trump tiene como misión acabar con esa trama. Ese mismo tipo empezó a repartir porros a los asaltantes dentro del Capitolio y hoy, medio en broma, medio en serio, alardea del efecto benéfico de esos porros que distribuyó entre los asaltantes. Otro de los defensores de Trump dice que los asaltantes violentos no eran de verdad partidarios del expresidente, sino infiltrados de los malvados izquierdistas que están destrozando su país. Otro asaltante conserva la gorra que llevaba aquel día, que no ha querido lavar para que conserve el olor a sudor y gas pimienta. Todos ellos se consideran los verdaderos patriotas, defensores de Estados Unidos frente a sus rivales, que no son dignos de su país.
Algunas declaraciones de trabajadores del Capitolio, senadores y miembros de la Cámara de Representantes son muy impactantes. Tras ser evacuados, alguno incluso llamó a sus seres queridos para despedirse. Ellos seguían en la sesión mientras los primeros asaltantes ya habían entrado en el Capitolio, protagonizando lo que uno de los testigos califica como "un tour demente y psicodélico", porque aquellos tipos se quedaron prendados de la belleza del edificio.
Mientras, afuera, seguían los enfrentamientos para evitar que más personas entraran en el edificio por otro acceso, el túnel por el que cada cuatro años sale el presidente en la toma de posesión. 15.000 asaltantes contra no más de 500 policías. “Una batalla medieval”, cuenta uno de esos agentes. En esa batalla los aspirantes rodearon y golpearon a un agente que está a punto de morir. Todo terminó cuatro horas después cuando Trump les dijo a sus partidarios que los quería y que eran muy especiales (no hacía falta que lo jurara), pero que tenían que irse a casa. Naturalmente, algunos de ellos se rebelan contra su propio ídolo y dicen que de ninguna manera, que ellos no se mueven. Cuatro horas en el Capitolio, en fin, es un preciso y terrorífico retrato de los riesgos del sectarismo y la polarización política. Para tomar nota.
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