Sakura

Aunque suene parecido, ser efectista y ser efectivo no es lo mismo. La RAE define efectista como algo "que busca ante todo producir fuerte efecto o impresión en el ánimo", mientras que efectivo es sinónimo de eficaz. Puede que en la diferencia entre estos dos términos resida parte del clásico debate sobre los best seller, esas novelas que tienen gran éxito de público, pero generalmente no cuentan con el favor de la crítica. Es un debate cuyo interés veo menor cada vez, ya que poner etiquetas y establecer fronteras entre alta literatura y libros de consumo del gran público, digamos, me parece algo bastante irracional y más bien elitista. Matilde Asensi, autora de libros de éxito de esos que el lector no puede parar de devorar, estará tristemente acostumbrada a este debate. Su última novela, Sakura, es efectiva, en el sentido de que consigue exactamente lo que promete y lo que se propone, pero considero que no es efectista, en la acepción más despectiva del término, la que implica querer llamar la atención del lector a toda costa, descuidando el estilo o haciéndole trampas. 


Aunque hay algún aspecto algo efectivas, como el de exagerar deliberadamente el riesgo que corren los protagonistas del libro en vartias situaciones, para poco después, una y otra vez, afirmar que en realidad aquello no fue para tanto, creo que el libro no encaja con esa clase de obras con más trama que calidad literaria. La novela me ha entretenido mucho, sí, pero también me ha hecho aprender más sobre Vincent Van Gogh. He disfrutado con el giro final, algo efectista, pero sobre todo efectivo, y con la evolución de la historia, bien hilada, con una imaginación desbordante y un oficio narrativo excepcional por parte de la autora. No es nada fácil construir una obra como Sakura con el acierto con el que lo hace Matilde Asensi, acostumbrada a atrapar a los lectores con historias fascinantes, como en su trilogía de Martín Ojo de Plata

El punto de partida de Sakura es muy interesante y está basado en una historia real, la del millonario japonés Ryoei Saito, que compró El retrato del doctor Gachet, de Van Gogh, en 1990. El Estado japonés le reclamó elevados impuestos por esta compra, lo que el millonario nipón se tomó mal y le llevó a anunciar en una rueda de prensa que el cuadro desaparecería con él. Cuando Saito murió en 1996 acabó su vida y empezó el misterio en torno a ese cuadro, cuyo paradero se desconoce hasta ahora. Hay teorías de toda clase, desde la de quienes afirman que el cuadro, en efecto, desapareció con su dueño, ya que se incineró con él, hasta quienes fabulan con otras posibilidades. 

Matilde Asensi parte de esta incertidumbre,  ese misterio no resuelto sobre la obra del genial pintor holandés, para plantear la búsqueda de la obra, que correrá a cargo de cinco personas de distinta formación y procedentes de todo el mundo, reunidos en París por el japonés Ichiro Koga, quien se presenta como alguien obsesionado con recuperar el lienzo. Nada se sabe de esos cinco personajes, de cuyas vidas poco a poco se sabrá más a medida que avanza la historia, de la que no conviene desvelar más de lo necesario. 

Es un libro de aventuras puro, muy entretenido, y que, entre medias, permite conocer algo mejor a Van Gogh, tan genial pintor como excéntrico ser humano, y del mundo del arte en general, con alusiones, por ejemplo, al artista callejero Blek le Rat, menos conocido que Banksy, pero autor de obras de impacto, o al estilo japonés ukiyo-e, que tuvo una gran influencia en el impresionismo. Puede que la mejor forma de zanjar ese debate recurrente sobre los libros de gran éxito sea sencillamente seguir disfrutando de obras tan atractivas como Sakura, en verano o en cualquier otra época del año, antes o después de acercarse a otro tipo de novelas. ¿Por qué etiquetar cuando se puede disfrutar de la variedad de las obras literarias que tenemos a nuestra disposición? Sakura es una novela muy recomendable, sin paliativos ni prejuicios, una obra que he disfrutado en cada página. 

Comentarios