Todos mis futuros son contigo

Es tan estéril y cansino como frecuente el empeño por marcar líneas claras que separen la alta literatura de la baja, la poesía de verdad y la barata, la cultura digna de tal nombre y la que no lo es, las obras para paladares selectos y las que son más bien comida rápida, las creaciones artísticas de auténtico valor y las que carecen de él, las que sólo disfrutan unos pocos privilegiados que sí entienden de cultura de verdad y las que consume la masa, las que son minoritarias (y por tanto, buenas) y las más populares que llegan al gran público (y por tanto, despreciables). Los libros de poemas de cantautores que últimamente han tenido un inaudito éxito editorial están en el centro de este debate, es decir, en el foco de quienes tienen muy claro qué es poesía de verdad y qué no, que suelen desdeñar estas obras y lamentan que se venda más libros de poesía que nunca, vaya por dios, porque resulta que estos libros, en realidad, no tienen la calidad suficiente para su gusto, que no sólo es su gusto, claro, sino que casualmente coincide con los criterios incuestionables para analizar la literatura, con la verdad absoluta sobre la poesía. 

Naturalmente, no digo que no haya buena y mala literatura o una poesía deslumbrante y otra ramplona y sin alma. Sólo es que no tengo claro quién establece las fronteras, que son tan finas siempre, tan ambiguas y difusas. No sé bien si la verdad irrebatible se corresponde siempre con el criterio de unos señores muy serios (casi siempre son señores) que deciden qué es valioso y qué no, qué obra merece la aprobación de los guardianes de la cultura auténtica y cuál es un producto de consumo rápido y poco exigente para el gran público. Tan absurdo es pensar que el número de lectores de un libro es directamente proporcional a su calidad como creer lo contrario. Quien tenga claras las fronteras y viva a gusto etiquetando obras, allá él. Quien crea que esa distinción entre alta y baja cultura sigue teniendo algún sentido hoy en día, siempre situando sus gustos del lado de la alta, naturalmente, que viva feliz así. Pero quizá no estaría de más reconocer el éxito de cantautores como Marwan, que han llevado a tantas personas, sobre todo jóvenes, a comprar en librerías libros de poesía, nada menos.


Los propios cantautores no se llaman a sí mismos poetas, porque respetan mucho esa palabra y admiran a los grandes poetas. Pero lo que hacen tiene valor para muchas personas y despiertan emociones, por más que sus ventas escandalicen a los defensores de las esencias de la poesía auténtica. Ya superé hace tiempo la fase de querer que a todo el mundo le gustara lo que a mí me gusta, así que me importa lo justo lo que vendan mis autores favoritos o que entren o no en el canon literario. Sirva todo este preámbulo para decir que una de mis lecturas de este verano ha sido Todos mis futuros son contigo, bello libro de poemas de Marwan editado por Planeta. En el poema La frase leemos: “bastaría con una frase que no te soltara, una frase que te agarrara por dentro, que te atravesara y dijera tanto que no fuera necesario el resto del poema”. Hay varias de ésas en sus canciones y en los versos de este libro. Frases que estallan, que atrapan al lector y lo remueven.

Escribe Marwan como uno de esos poetas “que saben que quien tiene un lápiz lleva un paraíso en el bolsillo”. En sus poemas, igual que en sus canciones, la palabra tienen una mayor densidad, más hondura. En el prólogo escribe: "para mí la poesía siempre ha consistido en contar todo lo que acontece (las cosas normales, el día a día, los amores y desamores, un pensamiento, los deseos, cualquier cosa que pueda suceder) de un modo extraordinario, convertir cualquier hecho cotidiano en algo mágico a través de la mirada del poeta”. En este libro, dedicado a su tío Evelio, que sufría una discapacidad mental, se encuentra esa poesía de lo cotidiano, la que encuentra lirismo en el día a día. 

En sus versos, igual que en sus canciones, hay mucho amor, “ese deporte en el que sin saber andar nos echamos a correr". En uno de sus poemas escribe “enamorados como tontos, imbéciles de amor”., y en otro “y mirarte así, por ejemplo, desde las canciones que otros te hicieron cuando no te escribían a ti”. Versos de esos potentes, frases contundentes. Ahí van algunas más: “Sé que la quiero porque cuando me dicen que elija dos mujeres la elijo dos veces a ella”. “Si no besa como si lo fueran a prohibir no me sirve". “Si esto es la madurez yo la devuelvo. Prefiero lo de antes: mi inconsciencia, mi insensatez y mis heridas”. “La palabra más hermosa del mundo: nosotros". Marwan, que suele incluir en sus discos algunas canciones sociales, incluye en este libro el magnífico Poema de amor contra el sistema, o el bellísimo La gran batalla del mundo, en el que escribe que es importante recordar cada vez que una madre acaricia a su hijo, al que respeta a quien camina por la otra orilla política o el clic del donante anónimo en la web de una ONG, porque “a menudo pensamos que la vida es solamente lo otro, la ausencia absoluta de belleza, el egoísmo, el agravio y la condena”

El cantautor y poeta también tiene varias obras abiertamente feminista, como su poema Compañeras, en el que leemos“madres, mujeres, hermanas, parejas, compañeras, eternas, compañeras, sin dueño, compañeras, siempre compañeras”. En este libro se incluye igualmente un amplio poema a España, en el que el auto ensalza lo que le gusta del país, pero recordando sus fracturas. He disfrutado, e mucho de Todos mis futuros son contigo, de su luz, de su poesía de lo cotidiano, de sus frases bomba que estallan en las manos del lector. Acierta Marwan cuando escribe: “dicen que al mundo le falta poesía. Yo creo que no. Yo creo que lo que falta son poetas que lo cuenten”.

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