Portavoces, machistas y guardianes del idioma

Es obvio que la palabra "portavoza" no existe en español y que el femenino de “el portavoz” es “la portavoz”, igual que el masculino de "la periodista" es "el periodista". Es tan evidente como que Irene Montero lo sabe. Aun así, decide emplear un término no recogido por la RAE para visibilizar a la mujer y combatir el lenguaje sexista. Creo que se equivoca, no tanto porque esa palabra no exista y por tanto no cuide debidamente el idioma español, que también un poco, sino porque sus palabras sirven como alpiste para los machistas, para esas personas muy convencidas de que las mujeres se están pasando en esa locura de luchar por la igualdad, que vivirán muy a gusto en su ignorancia caricaturizando a quienes persiguen una sociedad mejor y, con aciertos y errores, sitúan el feminismo en el centro del debate político, exactamente el lugar que merece.



Los críticos con Montero podrían ahorrarse el tono de profesores de instituto resabidos, porque la cuestión aquí no es si la política de Podemos maneja el idioma mejor que Mariano Rajoy y sus frecuentes trabalenguas, por poner un ejemplo. No va de eso. Supongo que todas las personas tan hondamente preocupadas por las patadas al diccionario de Montero, todos esos guardianes del idioma, escriben y hablan con escrupulosa pulcritud. También puede que ser que más que el término "portavoza" lo que les moleste sea que anden por ahí mujeres pidiendo (con estrategias acertadas o desatinadas que se combata el lenguaje sexista. 

Lo primero que uno piensa siempre con estas polémicas, estos debates estériles y vacíos, es que ojalá quienes atacan a Montero emplearan la mitad del tiempo y el ingenio que han dedicado para ridiculizar a la política de Podemos en la defensa del feminismo y la lucha contra el machismo. Pero no es el caso. No dudo que entre quienes critican a Montero haya personas que no peguen  ojo por las noches, inquietos por el estado de salud del español y, a la vez, sean feministas (esa idea loca de que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres). Pero más bien veo un oportunismo machista en esta polémica, de personas que se apresuran a intentar ridiculizar el feminismo. Un clásico. Jamás pierden la ocasión los machistas de atacar e intentar desacreditar a quienes quieren destruir las injusticias y la desigualdad entre hombres y mujeres. 

Al necesario auge del feminismo le está acompañando un preocupante rebrote del machismo, una reacción ante la revolucionaria idea de que se avance en pos de la igualdad tras dos milenios de discriminación y machismo. No conviene, creo, ofrecer escapatorias a quienes están incómodos con la lucha feminista. Por eso, permitirles que se regodeen con polémicas banales es un error. La búsqueda de la igualdad no es partidista, ni debe serlo. Política sí, por supuesto, todo es política. Es una decisión política de Montero hablar de "portavoza" y es una reacción reaccionaria contra esa actitud política intentar desacreditar de paso todo el feminismo. Por eso creo que Montero se equivoca. No es tanto que esté dando una patada al diccionario (también se dan patadas a diario a la Constitución, por ejemplo), sino que alimenta la machismo más rancio. 

Se puede debatir sobre todo. Nadie posee la verdad absoluta. No estoy de acuerdo con cómo ha actuado Montero no me parece su partido el sumun de la igualdad entre hombres y mujeres, ya que estamos. Pero la principal crítica a la actitud de Montero en esta última polémica es que concede a los que detestan todo lo que provenga de su partido o, peor aún, todo lo que huela a lucha por la igualdad de hombres y mujeres, la opción de autoconvencerse de que son muy inteligentes porque ellos sí saben hablar, no como la ignorante de Montero, que va por ahí maltratando al idioma. Obviamente, en la condescendencia con la que tantos atacan a Montero hay machismo. Supongo que si las personas que con tanta saña critican a Montero compartieran su conciencia feminista, discreparían, naturalmente, pero en otro tono. Igual que supongo que si algunas feministas quisieran integrar a toda la sociedad en su justa lucha (que es la de todos), se centrarían en las grandes batallas y no en otras que dividen y distraen, al tiempo que dan excusas a los machistas de siempre para seguir a lo suyo.

Entre indignarme porque alguien diga mal una palabra y hacerlo por el rancio machismo que causa muertes cada año tengo pocas dudas. Creo que ese no es el debate. La cuestión es si emplear términos que no existen o negarnos a aceptar que el papel de la RAE es recoger el uso que se da al idioma, no decir cómo se tiene que hablar, ayudará en la irrenunciable batalla por la igualdad entre hombres y mujeres. Y ahí, creo, es donde debería centrarse el debate, de forma sosegada. En ese debate imposible en España, sin insultar al de enfrente ni despreciarlo, discreparía con Montero, pero sin ridiculizarla ni dedicar más esfuerzos a atacarla a ella que a combatir el machismo. Pero ya se sabe que no podemos pedirle peras al olmo ni debates enriquecedores que aporten a los políticos españoles. 

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