El instante más oscuro

Rodar una película sobre Winston Churchill es un arma de doble filo. Por un lado, por mal que está narrada la historia, nunca carecerá de interés, por el poder de atracción innato del personaje, porque hablamos de un mito, de un tótem de la Historia. Por mala que sea una película sobre Churchill, siempre quedarán los discursos y las palabras del primer ministro británico que plantó cara a Hitler para rescatarla, en cierto sentido. Pero por otro lado, precisamente por la grandeza del personaje, no es fácil crear una película que esté a su altura, que es demasiado inmensa, casi inalcanzable. El instante más oscuro, de Jow Wright, no es, desde luego, una mala película, aunque tampoco llega a ser una obra maestra, que es casi lo que se exige de una película con Churchill como protagonista

Churchill, aquí brillantemente interpretado por Gary Oldman (dicen que el Oscar a mejor actor lleva su nombre), acude al rescate cuando el filme adolece de cierta falta de intensidad o cuando comete errores como una escena en el Metro que sería muy emotiva si no resultara tan inverosímil. La película se ve con interés y sus más de dos horas de metraje no se hacen largas en ningún momento.



Es una película que no elevaría a los altares del séptimo arte, pero que sí recomendaría a cualquier persona interesada en el personaje de Churchill y en aquel tiempo. El filme cuenta la historia de unos pocos días, de ese instante tan oscuro, en el que Churchill accede al puesto de primer ministro en un momento decisivo de la historia del Reino Unido y de toda Europa, con los nazis avanzando arrolladoramente por Europa y muchos partidarios en el entorno de Churchill de pactar con Hitler para evitar una invasión que se considera segura, empezando por su antecesor en el cargo, Neville Chamberlain. Y ahí aparece el Churchill convincente, contundente, que vio antes que nadie el tamaño monstruoso de la amenaza nazi, quien dijo que no se puede negociar con un tigre cuando tienes la cabeza entre sus fauces, que estuvo en el lado correcto de la historia desde mucho antes de que fuera tan evidente cuál era esa postura adecuada, la única posible ante el nazismo. 

Es una película interesante, sí, pero en ocasiones da la sensación de que subraya demasiado lo que quiere contar, da demasiado machacada la historia al espectador para que no le cueste mucho digerirla. Hay escenas y diálogos que hacen equilibrismo y, sin llegar a ser fallidos, tampoco funcionan del todo. No necesitamos, por ejemplo, que en una de las primeras escenas la mujer de Churchill le diga a la secretaria que ha empezado a trabajar con él que "es un hombre, como todos los demás", para dejar muy claro que uno de los propósitos de la cinta es mostrar al hombre detrás del mito, objetivo que se consigue sólo a medias. La cinta podría haber llegado más lejos y podría haber sido mucho más redonda. En cualquier caso, también tiene aciertos. El más fundamental, que entretiene y, por momentos, hasta cautiva. 

Hay una escena decisiva del filme en la que dos políticos que habían mostrado una severa oposición a la postura beligerante de Churchill contra los nazis asisten con pasmo al aplauso ensordecedor que da el Parlamento británico al primer ministro tras haber declarado que combatirá la amenaza de Hitler hasta el final. Es un diálogo delicioso, que resume todo el filme. "-¿Qué acaba de pasar? -Ha movilizado al idioma inglés y lo ha enviado a la guerra", escuchamos. Y eso es exactamente esta película, que hace girar toda la historia en torno a los discursos de Churchill, a su excepcional manejo del idioma. "No encuentro las palabras adecuadas", se lamenta el primer ministro británico ante su secretaria en una escena. "Las encontrará, nadie utiliza las palabras como usted", le responde ella. 

En El instante más oscuro hay fragmentos de varios de los discursos más célebres de Churchill, como aquel en el que dijo "no puedo ofrecerles más que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor", o ese otro, decidido ya tras alguna tribulación a combatir a Hitler y a rechazar cualquier negociación con el tirano, en el que proclama, hablando en nombre de todos los británicos, que "combatiremos en las playas, en los puertos, en los cambios y en las calles; combatiremos en las montañas. No nos rendiremos jamás". También se muestra la personalidad de Churchill, iracundo, imprevisible ("nunca sabes qué saldrá de su boca"), bebedor ("-¿cómo puede beber todo el día? -Práctica"), difícil, único. 

Es igualmente interesante como se narra su relación, nada fácil al comienzo, con el rey Jorge VI y con Franklin Delano Roosevelt, quien en ese instante primigenio de la II Guerra Mundial mantiene una cínica y cobarde posición de neutralidad en la contienda, que sólo concluirá unos meses después tras el ataque a Pearl Harbor. "Te dejo, que allí seguro que ya es tarde", le dice el presidente estadounidense a Churchill tras una conversación telefónica. "No imaginas en cuántos sentidos", le responde el protagonista de la cinta. 

Las películas dialogan entre ellas con más frecuencia de lo que pensamos, pero pocas veces coinciden en el tiempo dos cintas tan complementarias, que se detienen en los mismos días históricos y en los mismos acontecimientos, como esta más que correcta cinta sobre Churchill y la excepence Dunkerque, la última genialidad de Nolan, que traslada (literalmente) al espectador a ese puerto francés en el que las tropas británicas están cercadas. En aquella cinta, los líderes políticos están de fondo, porque su propósito es transmitir la agonía de esos soldados, que se ven rodeados por los nazis. Sólo se perciben los efectos de sus acciones, como la cantidad inmensa de barcos civiles que llegan a Dunkerque para evacuar a las tropas, en la operación Dinamo, ordenada por Churchill. En El instante más oscuro se asiste a las decisiones complejas y dolorosas que toma el primer ministro británico para salvar a sus soldados, como la de enviar a una muerte segura a 4.000 hombres desde Calais para ganar tiempo para salvar a las tropas cercadas en Dunkerque. Dos películas para ver de seguido, perfectamente complementarias, sobre uno de los instantes más decisivos de la Historia reciente de Europa. 

Cintas que se suman a la tendencia clara de recuperar episodios históricos que se vive en el Reino Unido tras el Brexit, más parece que para reivindicar la noción de Europa, una cierta idea de comunidad, que para rememorar episodios pretéritos de grandeza, que también un poco, del país británico. 

Comentarios