¿Qué fue de los refugiados?

En la lista de temas relevantes de los que hemos dejado de hablar hace mucho tiempo, incluso antes de que el monotema catalán lo devorara todo, está la crisis de los refugiados. Aunque pueda parecerlo por la escasa presencia mediática de esta crisis humanitaria sin precedentes desde la II Guerra Mundial, el problema no está resuelto. Ni mucho menos. Supongo que a todos nos resulta más cómodo obviar este asunto. Porque lo contrario significaría tomar conciencia al fin de la falta total de humanidad, de la ineficiente respuesta dada por parte de Europa a este drama, de la inaceptable indiferencia con la que recibimos el sufrimiento de estos seres humanos que huyen de la guerra y se encuentran con una Europa rica que mira hacia otro lado. 


Europa no ha estado a la altura. Ningún país de Europa. La canciller alemana tuvo un instante de lucidez, un mínimo atisbo de humanidad, y eso casi le cuesta las elecciones germanas. Es desolador ver cómo los votantes premian con frecuencia los discursos racistas y xenófobos (ahí está el resultado de las últimas elecciones en Austria, por ejemplo) y no la posición de quienes tienen cierta sensibilidad con el drama de los refugiados. Es dramático, pero es real: los votantes de muchos países de Europa se han echado en brazos de partidos que fomentan el odio y el miedo al diferente. Lo lógico, lo humano, lo deseable, hubiera sido todo lo contrario, que los ciudadanos europeos hubiéramos salido a las calles a exigir a nuestros gobernantes un recibimiento digno a los refugiados. Castigar con el voto a quienes no estén a la altura de este drama humanitario. Nada de eso ha pasado, lamentablemente. 

Europa no ha estado a la altura, no. Por eso chirrían tanto discursos triunfalistas sobre el proyecto comunitario como los que pronunciaron los líderes de las distintas instituciones de la UE al recoger el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. La concordia, nada menos. En aquellos discursos se recordó lo que la UE ha significado para los países europeos que pasaron de matarse en los campos de batalla de las grandes guerras a formar un proyecto común. Y eso es cierto. Pero queda incompleto el retrato de la UE si no se hace autocrítica por la inaceptable falta de humanidad en la respuesta a la tragedia de los refugiados. Europa, esa Europa de los valores, acordó con Turquía externalizar la gestión del flujo de refugiados, como quien externaliza la gestión de los residuos. Un pacto vergonzoso, repugnante, indecente y, además, infructuoso. 

No es sólo que resulte obsceno ese acuerdo con Turquía, porque supone despreocuparse por completo de la tragedia de quienes llegan a nuestras costas, y mueren ante ellas con frecuencia. No es sólo que, ante la disyuntiva de rescatar a alguien, primero lanzas el salvavidas y después te planteas las preguntas que estimes oportunas, pero después, siempre después, nunca antes. No es sólo que la UE tenga muchos más recursos, incluso con la crisis, para atender con dignidad a los refugiados que Turquía. No es sólo que las autoridades europeas se desentiendan por completo de las condiciones de vida de los seres humanos que escapan de la guerra. Es que, además, ese acuerdo con Turquía no está funcionando en absoluto. Está siendo un fracaso. Es una vergüenza, una inmoralidad. Pero además no está sirviendo para nada. 

Cada país europeo se comprometió a acoger a un número determinado de refugiados. Es lamentable que se hable de personas así, en cifras frías. Pero fue un acuerdo, un cierto compromiso. El problema no es sólo que fue insuficiente, es que además no se está cumpliendo. Lo están incumpliendo todos os países, empezando por España. No es ni el que más ni el que menos, pero es el que nos toca más cerca, son sus gobernantes a quienes podemos exigir que cumplan lo acordado. Ayer España recibió a 194 refugiados procedentes de Turquía, que vivirán en distintas localidades como Madrid, Barcelona, Albacete, Badajoz, Málaga o A Coruña. En total, España ha acogido hasta ahora a 2.190 refugiados, pero se comprometió a recibir a 17.337 personas antes de mediados de septiembre. Es decir, se están incumpliendo de forma clamorosa los compromisos. ¿Y si algún día, cuando dejemos de estar enredados en polémicas de todo tipo, empezamos a exigir a nuestro gobierno humanidad con los refugiados? ¿Y si volvemos a ocuparnos de lo que de verdad importa?

Comentarios