Boicots, fanáticos y altavoces acríticos

Tengo pocas dudas de que los debates sobre la cobertura de los medios de comunicación de este o aquel asunto importan más bien poco a los ciudadanos, que son discusiones más de consumo interno de esas que nos gustan tanto a los periodistas. Por más que pensemos lo contrario, a la gente le importa lo justo lo que hacen o dejan de hacer los medios. Y, sin embargo, últimamente no paro de preguntarme si los medios están a la altura en la información de la crisis en Cataluña. Hablar de los medios, así en general, no es justo, claro. Hay buenos y malos profesionales, como en todas partes. Pero me pregunto si los medios, por lo general, están siendo lo suficientemente plurales. Si están ofreciendo a sus lectores, espectadores u oyentes todas las visiones posibles. Si están ayudando a quienes se informan a través de ellos a pensar por su cuenta, o más bien están comprando una versión determinada de forma acrítica, ya sea la del gobierno central o la del Govern. Y, francamente, las respuestas a estas dudas, con salvedades, no son especialmente halagüeñas. 



Podemos empezar por los medios públicos, TVE y TV3, descaradamente entregados a sus gobiernos, a vender su versión de los hechos, en vez de ofrecer información plural a los ciudadanos, que son los que sostienen estos medios con sus impuestos. Siempre he sido defensor de los medios públicos, no por lo que son habitualmente en España, sino por lo que deberían ser. Hoy son altavoces de los gobiernos, pero eso no hace menos necesaria, más bien todo lo contrario, la existencia de medios públicos independientes y plurales. La 1, por ejemplo, no informó de las manifestaciones que pedían diálogo para desatascar esta crisis. No interesó. No hubo menciones a estas concentraciones. TV3, mientras, no dio una cobertura ni remotamente similar a la manifestación por la unidad de España en las calles de Barcelona que a las manifestaciones independentistas de cada Diada. Son medios al servicio de los gobiernos de turno, en vez de estar al servicio de los ciudadanos. Impresentable

¿Y qué hay del resto de medios? Líbreme dios de juzgar el trabajo de nadie. Sólo planteo preguntas. Por ejemplo, hoy se habla mucho de la irresponsable campaña de Omnium Cultural y la ANC, que llama a sus simpatizantes a retirar dinero de los bancos en Cataluña. Es una acción impresentable, propia de personas que creen que cuanto peor vaya todo, mejor les irá a ellos, a su causa. Es algo repugnante, odioso, intolerable. Pero resulta que es algo a lo que estamos dando un altavoz que probablemente no merezca. Ocurre algo parecido a lo que sucedió cuando Joan Manuel Serrat opinó sobre la independencia de Cataluña y recibió algunas críticas de fanáticos que le llamaron fascista. Honestamente, esos días yo leí poquísimos tuits insultando a Serrat y muchísimos más defendiéndolo. Con esta irresponsable campaña que pide retirar dinero de los bancos me sucede lo mismo, veo infinitas más críticas (razonables) a tan disparatada idea que a personas defendiéndola. Tanto es así que me pregunto si no le estaremos haciendo una campaña publicitaria gratuita a estos radicales. 

Se habla mucho en los medios de esta campaña, pero muy poco del evidente boicot que existe a los productos catalanes, igualmente repugnante y odioso, propio de personas igualmente fanáticas. Sin embargo, no sé muy bien por qué, de este otro boicot apenas se habla. Y, en una pirueta alucinante, casi sólo se menciona cuando nos damos cuenta de que, vaya por dios, estos boicots no sólo perjudican a Cataluña, sino también a empresas de otras partes de España. Cuando entendemos que el tomate de las pizzas de Casa Tarradellas llega de Extremadura, entonces sí, sólo entonces, parece que nos preocupan los impresentables e ignorantes boicots a productos catalanes tanto como para publicarlos. Es inaceptable. No se entiende bien esta doble vara de medir. 

Pero hay más. ¿Son suficientemente plurales los medios respecto a la cuestión catalana? Mucho me temo que no. ¿Cuántos tertulianos partidarios de la independencia hay en los medios grandes a nivel estatal? ¿De verdad creemos que es normal que en debates sobre una cuestión no haya partidarios de distintas posturas, sino distintos grados de defensa de una versión y de crítica furibunda a otra? Sucederá, no tengo la menor duda, lo mismo en muchos medios catalanes, donde los partidarios de la unidad de España quedarán como los frikis minoritarios. El viejo truco. Pero es exactamente lo que se ve, pero al revés, en la inmensa mayoría de las tertulias de medios españoles. Y eso empobrece el debate y, sobre todo, genera una falsa sensación de unanimidad, una endeble y manipulada visión de la realidad, que pasa por presentar a quien piensa distinto como alguien irremediablemente fanático e ignorante. 

No se ha hablado poco precisamente en los medios de la detención preventiva por un presunto delito de sedición de los dos líderes de Omnium Cultural y la ANC. Pero, curiosamente, se ha pasado muy de puntillas por las críticas de Amnistía Internacional a este proceso, ya que la asociación, esa a la que tanta voz se da cuando, por ejemplo, critica los atropellos antidemocráticos de Maduro en Venezuela, considera que Jordi Sánchez y Jordi Cuixart no cometieron sedición, sino, en todo caso, alteración del orden público. Escasa presencia tiene esta denuncia en los medios. Como también la tienen las versiones de quienes sostienen, desde el mundo del derecho, que la Audiencia Nacional no tiene competencias para juzgar delitos de sedición. Da igual. Se priva a los lectores u oyentes, con honrosas excepciones, de esas visiones críticas. Porque parece que toca cerrarse en firme, defender la Constitución, la unidad de España, la ley y todo eso, sin paliativos, sin criticar los excesos que se puedan estar cometiendo con ese fin, sin concederle ni agua al enemigo. Igual que en tantos medios catalanes, entregados a sacrificar la verdad a la defensa del pueblo catalán ante la opresora España y demás. 

Obviamente, hay excepciones. Naturalmente, no hablo aquí de todos los medios. Estoy seguro de que hay periodistas y medios, aquí y allí, decididos a ofrecer a sus seguidores todas las versiones y una información lo más plural y veraz posible. Pero lamento que periodistas moderados y sensatos critiquen, con toda la razón, el plan de retirar dinero de los bancos catalanes, pero no diga nada de los boicots a productos catalanes. Me chirría ver cómo tantos medios compran de forma acrítica todo lo que llega de Moncloa o de la Generalitat sin cuestionarse nada, con la bandera correspondiente a la espalda. Y lamento, mucho, muchísimo, que con demasiada frecuencia los medios sirvan de altavoz a los más radicales de aquí y de allí. Es muy sencillo darle un micrófono al fanático de turno para intentar ridiculizar al que piensa diferente, pero ni todos los independentistas están representados por quienes destrozaron un coche de la Guardia Civil ni todos los no independentistas llevan a cuestas la bandera del aguilucho y cantan el Cara al sol

Lo que más me preocupa de esta crisis catalana, como ya hemos hablado otras veces aquí, es la fractura social que está provocando. Eso es lo más dañino de todo esto. No tengo claro que los medios estén contribuyendo a reparar esas heridas, a tender puentes, a intentar acotar estas tensiones en lo que es, un conflicto político. Tampoco tengo claro que se esté ayudando a transmitir la idea de que quien piense distinto a nosotros es sólo eso, una persona con otras ideas, sin que eso le convierta automáticamente en un ser malvado, despreciable y manipulado. Hemos olvidado un principio básico de la convivencia, el respeto a las ideas ajenas. Y miramos al de enfrente con recelo, con desprecio, mientras el odio de los más radicales, allí y aquí, se abre paso, y las voces prudentes y moderadas se vuelven casi inaudibles entre tanto ruido. Tengo pocas dudas de que a la gente le importan más bien poco estos debates periodísticos, pero también tengo claro que los medios siguen jugando un papel esencial a la hora de transmitir (y de construir) la realidad. ¿Se está haciendo bien? 

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