Andrés Suárez vuelve a las calles de Madrid

"Hagas lo que hagas, ámalo como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño", le dice Alfredo a Totó en la maravillosa Cinema Paradiso. La carrera de Andrés Suárez en Madrid comenzó cantando en el metro, regalando su poesía en la calle, guitarra en mano, alegrando el día a los transeúntes capitalinos, siempre acelerados, pero siempre también dispuestos a dejarse sorprender por el arte de quien se expone con todo, con su verdad, ante desconocidos en plena calle. Ayer, Andrés Suárez volvió a cantar en las calles de Madrid. Todo ha cambiado, pero todo sigue igual, porque el cantautor gallego sigue amando la música como Totó amaba la cabina del Paradiso, con esa pasión innegociable por aquello que se adora. 


En apariencia, todo era diferente, claro. Andrés Suárez cantaba desde un escenario organizado por unos centros comerciales (El Corte Inglés) con motivo del Día de la Música. A diferencia de sus inicios, cuenta ya con una marea de seguidores incondicionales, enamorados de sus metáforas, de sus letras sensibles y explosivas, como tsunamis emocionales. Ahora trabaja con una gran discográfica. Todo era diferente ayer, sí, pero sólo en apariencia. Recordó el artista cuando cantaba en Gran Vía, muy cerca de la plaza donde ayer ofreció un concierto gratuito. Toda la vida pasando por allí, por cierto, y no ha sido hasta ahora cuando descubrimos que la plaza de Cortylandia es la plaza del Maestro Victoria. En esencia, decíamos, todo era igual que entonces, que en Libertad 8, igual que siempre. Andrés Suárez sigue siendo, como canta en Serrat 2015, "demasiada verdad". Y eso no se puede fingir. Se tiene o no. 

Toda carrera artística, y casi diríamos que toda vida humana, es una lucha por mantenerse fiel a uno mismo. Hay que innovar, no está prohibido (y de hecho es saludable) cambiar. Pero el gran reto es seguir siendo uno mismo cuando pase el tiempo, cuando cambien las circunstancias, cuando la suerte sonría y el talento sea reconocido. Y en la ilusión infantil del rostro de Andrés Suárez ayer, acompañado por un siempre excelso Marino Sáiz al violín, quedaba claro que el cantautor gallego conserva intacta su pasión, su verdad del Metro y de sus inicios. Llenó el Palacio en noviembre, tiene una legión de fans y ha sido número uno con su nuevo disco, Desde una ventana pero sigue siendo exactamente el mismo. 

Ayer repartió botellas de agua entre sus seguidores, prometió cantar hasta que anocheciera y, cuando por horario no se podía seguir cantando con megafonía, continuó sin ella, interpretando Más de un 36, con su gente muy cerca. Igual que enmudeció el Palacio de los Deportes para llenarlo sólo con su voz, ayer hizo lo propio con el ajetreo del centro de Madrid. Quedó su voz, el violín de Marino Sáiz y las letras de amor, desencuentros, recuerdos y vida, mucha vida. Empezó con El corazón me arde, el single de su nuevo disco, que gana a medida que se escucha. Y desde el principio transmitió el cantante a sus seguidores la pasión por esa tarde única, las ganas de disfrutar, el hambre de escenario.

Uno de los momentos cumbres llegó cuando Andrés Suárez cantó Tal vez te acuerdes de mí junto a Elia Velo, qué voz más exquisita la suya, de porcelana, delicada, sensible, excepcional. La canción está incluida en Desde una ventana, pero interpretada sólo por él. Elia Velo no quiere protagonismo, ni grabar discos ni dedicarse a esto. Y es una pena. Pero, a cambio, valoramos más instantes mágicos como el de ayer, cuando compartió escenario con el artista gallego. "Y cuando llores a escondidas porque no te abrazan, y cuando solamente quieras que te quiera él, y cuando sientas celos del aire que roza su garganta, amor, vas a acordarte de mí. Tal vez te acuerdes de mí", dice esta canción. 

Se dejó varios temas de su nuevo disco y de los anteriores, pero lo de ayer fue anticipo de la gira de conciertos que Andrés Suárez comenzará en unos meses. Vuelve, Dama que pinta en el sur o Benijo fueron algunas de las canciones que compartió el artista. Esta última, deliciosa, va in crescendo, como tantos otros temas del cantautor gallego, del susurro al grito. "Nos declaramos culpables de la subida del mar, desafinamos canciones, se nos prohibía llorar. Hoy te he vuelto a recordar, hoy te vuelto a recordar. De qué me sirve esperarte si me entra el sueño y no hay más que un circo triste y cobarde que no quiere regresar. Te veo en cada gaviota, aunque no sepa si hay mar. Detrás de cada pareja, no tengo con quién bailar. Desnúdate que hay tormenta, y llueve por no llorar. Juré contar nuestra historia, nunca decir la verdad". Fue una tarde especial en Madrid, en la que Andrés Suárez volvió a ser ese artista callejero con hambre de comerse el mundo y remover con sus canciones. Ahora es más famoso, pero sigue conservando esa esencia, amando la música como Totó amaba de niño la cabina del Paradiso. 

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