Presidente Trump. Dios perdone a América

Un multimillonario que se erige en líder antisistema; un tipo que insulta y denigra a la mitad de la población, pero aun así gana las elecciones estadounidenses; el perfecto villano, un bocachanclas, el clásico patán de barra de bar, llevando hasta el final el chiste de mal gusto de convertirse en presidente del país más poderoso del mundo... La victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, que será proclamado presidente el día 20, tiene muchos componentes surrealistas, de serie de ficción poco verosímil, o de cómic hilarante que fabula una situación excéntrica. Sólo que es real. Así que, las bromas exageradas, la hipérbole, las situaciones cómicas que resultan difícilmente verosímiles, se han convertido en realidad, por lo que el chiste torna en sátira, porque otra vez, la realidad ha superado la ficción. Por eso, quizá la única forma posible, o al menos la más sana, de afrontar el éxito electoral de Trump y todo lo que eso dice de nuestra sociedad, sea el humor. Siempre el humor como forma de criticar la realidad, y también de sobrellevarla.


En Presidente Trump. Dios perdone a América, Pablo Ríos, se aferra al humor y, con trazos simples, nos dibuja en este cómic a un Trump tan sorprendido como todos los demás de su victoria electoral. Y casi diríamos que igual de asustado. Y creemos que es exactamente así en la realidad. Muchos pensamos que Trump no quería ser presidente, que se le ha ido de las manos su campaña de marketing planetario. Y ahora es presidente de Estados Unidos y se enfrentará a decisiones trascendentes en el despacho oval. Y es exactamente ahí donde sitúa Ríos esta historia. En todas las viñetas aparece Trump en su despacho. Preguntándose qué hacer. Aburriéndose. Dando muestras de su incompetencia y desconocimiento de las leyes, de la diplomacia, de lo más elemental que un presidente debe conocer. 

Echa a volar ahí el ingenio del autor, que toma prestados de la realidad muchos de los disparates de Trump. Sólo tiene que retorcerlos un poco, exagerarlos lo justo, para construir este libro tan interesante y tan apropiado para estas fechas. Porque se centra justo en lo que ocurrirá el 20 de enero, la llegada efectiva del millonario machista, racista y homófobo a la Casa Blanca. Hay muchas escenas hilarantes. Por ejemplo, esa en la que, para estrechar lazos con Europa pide a su secretaria que le ponga con el rey de Francia, o aquella otra en la que recibe una llamada de Angela Merkel y dice que no le suena y le pregunta si acaso fue miss Alemania. 

"Mariano ¿Ra-qué? ¿Pero no levantamos el maldito muro en México?", leemos en otra de las páginas, todas con la misma estructura, cuatro viñetas por historia, todas ellas con Trump en el despacho oval, con su teléfono, o sencillamente pensando ("qué aburrido estoy, ¿y si invado un país?"). Demuestra este cómic que, muchas veces, menos es más. Con su sencillez en el trazo y en los mensajes, construye una historia hilarante, divertidísima. Ya que el chiste de mal gusto de ver a este tipo como presidente de Estados Unidos se ha cumplido, más vale tomárselo con humor.

Sospecho que habrá que volver a este libro una y otra vez durante los cuatro años de mandato de Trump, para chequear si acaso cómo muchas de las escenas se van cumpliendo. Muchas de las cosas que leemos decir al sucesor de Obama podría hacerlas dicho perfectamente en su campaña el Trump real, que llegó a afirmar que sí disparara contra personas en la quinta avenida no perdería ni un voto. La llegada del millonario bocazas a la Casa Blanca hace que, más que propósitos para 2017, empecemos el año con una lista de despropósitos que podría cometer Trump. Algo así como un bingo de los disparates. A ver quién canta línea antes. 

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