La cara B del CIS

Después del estrepitoso fracaso de los sondeos previos a las elecciones de junio, probablemente carece de sentido atribuir la menor credibilidad a las encuestas. El CIS publicó ayer su primera encuesta con proyecciones de voto después del paso por las urnas. Por primera vez, en un ejercicio de política ficción, como diría Rajoy, francamente notable, las elecciones han anticipado los resultados de las encuestas, y no al revés. El sorpasso que anunciaban los sondeos no se produjo en las elecciones, y ayer el CIS corrigió ese error. Más allá del sainete electoral, al que poco aporta este sondeo (sobre todo, porque cuesta confiar en él tras sus sucesivos errores), el CIS pregunta a los españoles por otras muchas cuestiones. Concedamos que sobre esos otros temas se miente menos no no falla tanto el centro público. Y hay datos interesantes en esa cara B del CIS, bastante más que la cansina batalla partidista en la que nadie quiere terceras elecciones, pero nadie hace nada para evitarlas. 

Por ejemplo, en la encuesta se pregunta sobre impuestos. Y las respuestas son algo contradictorias, de tal forma que da alpiste ideológico a todo el mundo. A saber. Por un lado, el 89% de los encuestados cree que "engañar a Hacienda es engañar al resto de los/as ciudadanos/as" (lo de desdoblar por sexos lo hace el CIS). Pero, a la vez, el 70,3% sostiene que "si la gente no engaña más a Hacienda es por miedo a una revisión". Es decir, sabemos que está mal defraudar, pero lo haríamos si supiéramos que no nos iban a pillar. 


La conclusión más clara de la encuesta es que los españoles piensan que pagan demasiados impuestos y, sobre todo, que creen aportar al Estado más de lo que reciben de él. Muestra el CIS una insatisfacción evidente que va más allá del simple disgusto por pagar impuestos. El 86,6% de los encuestados considera que no se pagan impuestos de forma justa, es decir, que la carga fiscal es mayor sobre quienes menos tienen. Y el 66,8% piensa que el fraude fiscal es elevado. Si se tuviera conciencia de que el sistema tributario es justo y existiera la certeza de que se persigue lo suficiente el fraude, quizá, esa insatisfacción no estaría tan extendida. 

La encuesta deja también muy claro la importancia de los servicios públicos, con los que los españoles no se muestran del todo contentos. El 80,1% sólo utiliza la sanidad pública y el 77,2% ha estudiado en un colegio público. Son datos reveladores de la trascendencia de los servicios públicos, del Estado de bienestar que tan amenazado se ha visto por los recortes aprobados durante la crisis. La inmensa mayoría de los españoles sólo acude a médicos de la sanidad pública y sólo estudia en centros del Estado, por lo que parece claro que son servicios esenciales a preservar. 

Preguntados sobre su situación económica, el 50,6% la ve regular y el 59,8% prevé que dentro de un año siga siendo igual. Otro apartado muy interesante de la encuesta es aquel en el que se pregunta a los españoles por el nivel de ingresos de su casa. Y esto sí es para hacérselo mirar. El gobierno (cuando se forme), quiero decir. Y también el que lleva cuatro años gobernando, ante la precarización laboral galopante. El 15,5% de los encuestados responde que los ingresos medios de su casa están entre los 1.200 y los 1.800 euros al mes. Pero es que en el 11,8% de los hogares españoles entran sólo entre 600 y 900 euros, y en el 12,7%, de 900 a 1.200. Apenas el 8,7% tiene unos ingresos de entre 1.800 y 2.400, y el 5,1%, de entre 2.4000 y 3.000 euros. En el caso de los ingresos personales, porque lo anterior se refiere a todos los ingresos de quienes viven en el hogar, el 15,2% cobra entre 600 y 900 euros y el 12,3%, entre 900 y 1.200. 

Con estos datos, no es de extrañar que el área en el que los españoles están menos satisfechos sea el del nivel de vida. De 0 a 10, la nota media es de 6,65. Más contentos están con su salud (7,76), su vida social (7,8) y, sobre todo, su vida familiar (8,46). De media, en la escala de felicidad personal la nota es de 7,57 sobre 10. Un notable. 

También es interesante comprobar cómo la mayoría de los españoles (el 67,8%) se declara católico, pero el 59,4% de quienes son creyentes no acude casi nunca a misma. El 2,2% profesa otra religión, el 18,4% se considera no creyente y el 9,1%, ateo. En la última declaración de la Renta, el 29,4% marcó la casilla de fines sociales; el 14,6%, la de la iglesia católica y el 15,2%, ambas. 

El CIS pregunta también sobre el sentimiento nacional. Y resulta que sólo el 16,7% se siente sólo español, frente al 53,2% que se siente tan español como de su Comunidad Autónoma. De hecho, hay más españoles que sienten más catalanes, madrileños, vascos o gallegos (un 11,7%) que más españoles (un 6,3%). Un resultado que dará urticaria en ciertos sectores que no toleran del todo bien el pluralismo del país. 

Por último, la encuesta muestra también cómo viven los españoles. Un 48,7%, en una vivienda propia que ya está pagada. En alquiler sólo vive el 15,9% de la población, mientras que un 25,9% vive en una casa propia, pero sobre la que aún están pagando una hipoteca. El 38,6% vive con su pareja con hijos; el 24,5%, con su pareja sin descendencia; el 13,7%, con sus padres; el 13,7% solo y el 6,7%, solo con hijos. La cara B del CIS, ya ven, resulta bastante más interesante, o al menos mucho menos manida, que la A, la de las perspectivas electorales, tan manoseadas. 

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