En la casa

En la casa, sugerente película del francés François Ozon del año 2012, plantea un inquietante y perturbador juego de espejos en el que no es fácil discernir entre ficción y realidad. Basada en la obra de teatro El chico de la última fila, del dramaturgo español Juan Mayorga, la cinta narra la relación entre un profesor de literatura francesa (Germain) y un brillante y misterioso alumno de su clase (Claude García). Aquel está desmotivado y se muestra muy crítico con el bajo nivel de los estudiantes. En una de las primeras escenas del filme se le ve leyendo las redacciones que encargó a sus alumnos. Le pidió que contarán su fin de semana. Todos los textos eran mediocres y muy pobres. Todos menos uno. El texto de Claude es el comienzo de una narración inquietante en la que el joven cuenta lo que vive, (¿o lo que imagina que vive?) en la casa de su compañero Rapha. Una casa, una familia, por la que siente una gran fascinación desde hace tiempo. Le interesa conocer cómo es la vida en la casa de una familia normal, cuenta. 

Al profesor le atrae de inmediato la redacción del joven, en la que aprecia un talento innato para escribir. Desilusionado con el resto de los alumnos de la clase, el maestro se interesa por Claude y se acerca a él. Decide, o se ve arrastrado a ello, incapaz de mantenerse al margen, aceptar su juego, al que el alumno le invita incluyendo la palabra "continuará" al final de cada redacción. No le parece adecuado al profesor que el joven cuente la vida de su compañero de clase Rafa y de sus padres, pero termina aceptando esas reglas, ilusionado por las dotes literarias de Claude, sumergido en ese relato por construir que cabalga entre la realidad y la ficción. Cada nueva redacción es una aventura para el profesor que le entusiasma y le inquieta a partes iguales y que, en todo caso, le saca de su gris existencia. 

Germain y Claude comienzan a trabajar cuando termina la clase. El profesor le da libros de grandes de la literatura universal para que aprenda cómo tratan ellos a sus personajes. Ahí comienza el juego entre realidad y ficción, donde los habitantes de la casa son, a la vez, personas reales y personajes ficticios. Al comienzo, en su texto, Claude habla de Rapha y sus padres con mucha ironía, incluso con un marcado estilo satírico, casi caricaturesco. Germain le enseña a no juzgar a sus personajes, a acercarse a ellos. La pasión y otros sentimientos poderosos se irán abriendo paso en la historia. El profesor traspasa fronteras que sabe inadecuadas, pero está enganchado a la relación literaria con el joven. Él, escritor frustrado, proyecta en el joven sus aspiraciones literarias.

La película trata a los espectadores como personas inteligentes, lo cual siempre es algo de agradecer. En muchos momentos del filme, tendrá que ser el espectador quien determine qué es ficción y qué es realidad. El filme plantea un juego a quien mira la película y genera un gran suspense y una enorme tensión en él. Queremos saber cómo evoluciona el relato que construye Claude, y del que no conocemos cuánto es imaginación y cuánto pura verdad. La historia habla, creo, de la necesidad que todos tenemos de que nos cuenten historias, de la evasión que, de un modo u otro, todos buscamos. A sus 15 años, Claude cuida de su padre con discapacidad y encuentra en la fascinación perturbadora que le provoca la casa de su amigo Rapha y quienes allí viven (su madre y su padre, esa modélica familia de clase media) una escapatoria a la miseria de su vida real. También el profesor necesita escapar de la rutina. Por eso se vuelca en las clases con Claude. 

El juego no deja de avanzar y lo hace hasta territorios peligrosos para los personajes de la historia. No conviene contar mucho más. La película también habla de las obsesiones, del poder de la persuasión, del recurso a la imaginación cuando necesitamos evadirnos de los problemas de nuestra existencia, de pasiones incontrolables, de literatura, del mundo de la enseñanza... De la vida, en suma. Grandilocuente, pero cierto. Me parece una gran película. El guión es muy sólido y las interpretaciones también resultan convincentes. Magnífico el joven protagonista, con esa mirada congelada, con esa apariencia de joven tímido y silencioso con un rico e inquietante mundo interior. Es una película original y muy interesante con la que he redondeado un gran fin de semana de cine junto a Begin Again y un clásico que llevaba mucho tiempo con ganas de ver y que me encantó por su lúcida visión satírica sobre la religión y toda clase de fanatismos, La vida de Brian

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