El estatus

Conocí a Alberto Olmos a través de Ejército enemigo, novela que publicó en 2011, gracias al buen amigo amante de la literatura que tanto mencionó en este blog cuando de reseñar mis lecturas se trata. Estos días, hablando con otros amigos que me preguntaron sobre aquella novela, les respondí que era una obra muy peculiar, realmente extraña, sugerente, provocadora. Es decir, una obra sensacional, memorable. ¿De qué va esa novela? Solidaridad, amistad, compromiso político, sexo, confusión, soledad... No es fácil resumir aquella magnífica novela. Recuerdo pasajes y recursos muy originales como la cesión de un amigo fallecido a otro la contraseña de su cuenta de correo, en una herencia 2.0 que sirve para ir rastreando la vida del muerto. Escribir una obra así, no cabe duda, está sólo al alcance de un gran narrador con innegables dotes de inventiva y con mucho talento. Atraído por el recuerdo de aquella obra, y de nuevo gracias al mencionado amigo, leo ahora El estatus, libro anterior de Olmos, que palidece algo en comparación con Ejército enemigo, pero cuyo alarde de estilo es muy valioso. 

Una madre y su hija, ambas llamadas Sandra, llegan a un edificio del centro de una gran ciudad procedentes del pueblo donde esperarán al esposo de aquella. Son una familia de clase alta, algo a lo que alude el título de la novela. La madre es altiva con sus subordinados y no quiere que su hija se junte con personas de una clase social inferior como la atractiva y sensual cocinera Patricia o Jesualdo, el portero mudo y con algún tipo de discapacidad. Un quinto personaje, y prácticamente uno de los pocos más que aparecen en la obra, es Ichvoltz, el administrador de la finca. Toda la historia transcurre en el edificio Schmelgelme 34, donde comienzan a ocurrir sucesos extraños. El autor logra crear un ambiente de suspense e intriga. La historia en sí, lo reconozco, me deja más bien frío, pero me fascina la forma en la que Olmos nos traslada al escenario del edificio y va introduciendo preguntas, sospechas y temores en el lector. 

Valoro El estatus, pues, por ser un atractivo ejercicio de estilo, un atrevido y original juego literario en el que me convence más el cómo que el qué, el estilo que la propia historia. El libro está narrado a tres voces: un narrador omnisciente que cuenta las peripecias de madre e hija por el nuevo edificio y su trato distinto con el servicio, unas conversaciones entre madre e hija (en cursiva) que aparecen desde el comienzo de la novela y se van intercalando durante todo el libro en el que estas anticipan lo que ocurrirá y hablan sobre el propio relato ("estas somos nosotras", comienza la obra) y, por último, unos pensamientos fragmentados e inconexos del portero del edificio. 

Es un relato de intriga, de misterio y suspense. Clarita vive ensimismada en un mundo fantasioso. Achaca los ruidos que se oyen en su casa a la presencia de los fantasmas de las anteriores habitantes de su edificio, que también eran madre e hija. El administrador de la finca les cuenta a Clara y su madre en un perturbador, o en trivial, quién sabe, diálogo al comienzo de la obra que es curioso cómo los habitantes de una casa se suelen parecer mucho a quienes ocuparon esa vivienda con anterioridad. La niña deja volar su imaginación y emprenderá una aventura por el edificio para resolver el misterio de la mano de Jesualdo, el portero mudo y con discapacidad. Es atractivo ver cómo la niña analiza los hechos que van ocurriendo desde su propia perspectiva, mientras en el mundo de los adultos, con sus propios cínicos y miserables códigos, todo significa algo distinto. 

Creo que el personaje de la niña es el mejor construido en la novela. La madre es una señora despótica con sus empleados y acostumbrada a que le hagan todo el trabajo, una mujer que desprecia a las personas de clase baja, aunque no desdeñe tener una aventura con hombres de ese nivel, que inculca a su hija lo inapropiado de mezclarse con personas de estatus inferior. Es interesante el modo en el que la narración va avanzando y descubrimos qué hay detrás de ese marido empresario en unas islas o qué historia esconde el edificio donde se alojan Clara madre e hija. 

En resumen, el estilo mucho más que la historia es, desde mi punto de vista, el principal valor de esta novela. Segunda obra de Alberto Olmos que leo. Muy distinta a la anterior, pero con algo en común: la personalidad del escritor, sus dotes narrativas. Es un escritor raro en el mejor sentido del término, si es que este término puede tener un mal sentido. Creo que con El estatus construye un muy meritorio y redondo artefacto literario que muestra a un autor con inquietudes, que se divierte con su trabajo y con mucho talento literario. Una historia fantasiosa, una fábula, un relato de suspense, irreal, por momentos. Un escritor que pretendo seguir descubriendo. 

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