Memorable gesta atlética

A veces el pez chico se come al grande. De vez en cuando, muy ocasionalmente, David vence a Goliat. El Atlético de Madrid se proclamó ayer campeón de la Liga de fútbol tras empatar a uno en un épico duelo frente al Barcelona en el Camp Nou. No podía terminar de otra forma esta competición. El deporte no entiende de justicia ni de méritos. Menos aún en un campeonato de la regularidad como es la Liga. Tras 38 jornadas, incuestionablemente, quien gana es el que merece el título. El Atleti pudo haberlo perdido el último día y quedarse sin el primero de los dos títulos que aspiraba a conquistar para acompañar con un trofeo, al menos, el dulce recuerdo de una espléndida temporada. Pero lo ganó. Con un empate y tras mucho sufrimiento. Puro Atlético. Puro cholismo. Se lesionaron Diego Costa y Arda Turan. Se vino arriba el equipo local y tuvo fases de zozobra y dudas el conjunto rojiblanco. Pero se recompuso, vaya si se recompuso. El guión de esta Liga no podía tener otro final. 

Dieciocho años después, el Atlético de Madrid vuelve a ganar la Liga. El cholismo enterró ayer a la leyenda del pupas. El Atleti no es ya ese equipo luchador que sufre mil y una desagracias, es el escuadrón de batalla que se entrega hasta el límite en cada partido, por cada balón. Es el equipo con mayúsculas que, partido a partido, ha conseguido una heroicidad que parecía imposible: romper la hegemonía de Madrid y Barcelona en la Liga. Es lo mejor que le ha pasado a la Liga española de fútbol en muchos años. Y lo ha logrado, contra todo pronóstico, un equipo de infinito menor presupuesto que los dos grandes, a base de garra, de esfuerzo, de lucha. 

Preguntaron a Simeone, artífice de esta gesta, por la clave del título. "El trabajo. El trabajo que nunca se negoció", respondió la leyenda argentina, el técnico que cogió un cádaver deportivo y construyó un campeón a base de liderazgo y motivación, el hombre que ha sabido llevar al banquillo el espíritu luchador que exhibía en el campo, sólo que con exquisita elegancia, saber estar y educación máxima. Un tipo coherente y honesto que ha hecho historia para el Atleti, equipo que personifica como nadie, y para la Liga española en su conjunto. Rompe el duopolio de los dos grandes. Gana con un tirachinas a dos ejércitos imponentes. Se lleva una Liga ante dos rivales estratosféricos inalcanzables. Y también llega a la final de la Champions. Ya tiene un título el Atleti para referendar un año único e inolvidable para los colchoneros. 

Es sólo fútbol, pero lo logrado por el Atlético de Simeone bien sirve como ejemplo vital. Ganó lo que parecía imposible y lo hizo con humildad, sin arrogancia. Partido a partido. Tres palabras. Partido a partido. Una filosofía deportiva y vital. El técnico argentino ha logrado que jugadores y aficionados le sigan como un solo hombre, todos detrás de él, en una de las historias deportivas más bellas que uno recuerda en los últimos años. Casi una historia de película, la que narra cómo un ex jugador de un equipo que estaba hundido, desnortado y confuso se puso al frente del mismo y logró llevarlo a ganar una Liga 18 años después rompiendo una hegemonía que duraba ya una década de dos grandes equipos. 

Ahora que sufrimos una campaña electoral, la victoria de ayer del Atleti es como si un partido minoritario ganara las elecciones a las dos formaciones que vienen gobernando los últimos años en nuestro país. Rompe el bipartidismo el conjunto rojiblanco y ese es el gran favor que le ha hecho a la Liga española. Un favor inmenso. Una Liga en la que dos equipos tienen una brecha tan inmensa con el resto es una Liga enferma para todo el mundo salvo para los aficionados de aquellas dos plantillas. Este verano el Barça fichó a Neymar y el Madrid a Bale por cantidades exorbitantes de dinero. Ambos tiene 400 millones de euros de presupuesto más que el Atleti. ¡400 millones! La dimensión de esta victoria en la Liga, una competición que mide la regularidad, se mide al calor de estas cifras, de la insultante diferencia entre dos equipos y todos los demás en la Liga española. En os últimos diez años, nadie ha sido capaz de romper este duopolio. El Atleti de Simeone ha conseguido lo que parecía imposible. 

2004. Ni Facebook ni Twitter se habían inventado, Los Serrano seguían siendo la serie de moda en televisión, Juan Pablo II era el papa, Alejandro Amenábar nos conmovía con su maravillosa película Mar adentro. Ese año, 2004, fue el último en el que un equipo distinto al Madrid y al Barcelona ganó la Liga. Entonces fue el Valencia quien logró tal heroicidad. Una década ha tenido que transcurrir para que otro equipo, el ya legendario Atlético de Madrid de Diego Armando Simeone, conquiste el título. Ha hecho historia el Atleti con esta memorable gesta. 

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