Sangre en la calle del turco

La Historia es una materia prima formidable para las novelas. La realidad puede ser la base para construir una magnífica ficción. Es lo que logra el historiador José Calvo Poyato en Sangre en la calle del turco, ambientada en la España del general Prim. En concreto, toda la trama del libro transcurre en el año 1870, inscrito dentro del conocido como Sexenio Democrático tras la revolución conocida como la Gloriosa que derrocó a Isabel II. En la portada del libro reza la frase "una emocionante intriga en la España del general Prim" y no se trata de un reclamo para atraer al lector. Es una fiel descripción de esta obra entretenida en la que la Historia y las historias ambientadas en aquella época van de la mano y atrapan al lector.
 
Decía Montesquieu que "feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento". Qué gran verdad esconden estas palabras. Lo cierto es que la historia de España ha estado llena de convulsiones. Las de aquella época no fueron menores. El general Prim buscaba una nueva dinastía, un nuevo rey que sustituyera a los Borbones y reemplazara la monarquía absolutista por otra de corte más liberal y parlamentario. En las páginas de la obra desfilan los candidatos como Enrique de Borbón, Antonio de Orleans y Amadeo de Saboya, que fue quien finalmente accedió al reinado, aunque duró poco y se marchó de España con la convicción de que los españoles eran ingobernables. Prim buscaba algo nuevo para España, un avance, algo distinto, pero se tuvo que enfrentar a todos. Los republicanos, que habían hecho con él la Gloriosa, no querían que siguiera la monarquía. Prim decía que no se puede establecer una república allá donde hay cuatro republicanos, donde no existe una mayoría social que la reclame. Poco tiempo después de su muerte, el experimento de la I República (cuatro presidentes en unos meses) le dará la razón. También se oponen a Prim los generales y Serrano, regente mientras se busca a un sustito de Isabel II para acceder al trono.
 
El narrador de la novela es Fernando Besora, un personaje de ficción que crea el autor para introduciros en los círculos de escritores y periodistas del Madrid de aquella época. Besora comienza como "meritorio" (los becarios de entonces) en el periódico La Iberia, una publicación liberal que existió realmente. Poco a poco se irá abriendo paso en la profesión y logrará ser el periodista de referencia de este diario en lo que tiene que ver con la actualidad política del momento. El periodista es de Reus, como Prim, y por mediación de un amigo común, el contrabandista Ignés de Vilaplana (que existió realmente, con el nombre de José Ferrer i Grau), conoce al general Prim y trata una relación de cordialidad y amistad.
 
La novela es muy interesante gracias a la combinación de los importantes sucesos históricos de aquel año de 1870, sumados a la historia personal del protagonista, enamorado de Paloma Azpeitia, hija de la dueña del piso donde tiene alquilada una habitación, y a las andanzas profesionales del mismo (artículos sobre la política del momento, sucesos turbios que terminan poniendo a Besora tras los pasos de una secta satanista, viaje a París para cubrir la guerra franco prusiana). Historia junto a ficción. Personajes reales junto a otros que surgen de la mente del autor. Por ejemplo, el escritor se toma la licencia de situar al protagonista de la novela junto a Prim en el fatídico momento del atentado contra su persona.
 
Otro de los personajes más interesantes de los que circulan por estas páginas es Felipe Clavero, el director de La Iberia. Junto a él y a Fernando Besora conoceremos los entresijos del periodismo de entonces. Pasear junto a los protagonistas de la novela por el Madrid de finales del siglo XIX, entrar en sus cafés, viajar en aquellos trenes tan lentos y mastodónticos que salían de la estación de Atocha, leer la prensa de entonces, financiada por los distintos candidatos al trono y las distintas corrientes políticas. El proceso exhaustivo de recreación histórica es también un logro crucial de esta novela. Es un libro bien escrito, que se lee con soltura y entusiasmo. El historiador José Calvo Poyato ha logrado algo que no es sencillo y es combinar sus conocimientos sobre aquella época con una narración literaria que enganche al lector, a todo tipo de públicos más allá de quienes leen obras de historiografía.
 
En la edición de Debolsillo de la obra, que es la que he leído, se incluyen unas palabras del autor en las que afirma que "a los historiadores, al menos a algunos, suele ocurrirnos que cuando estudiamos a un personaje nos acercamos mucho a los documentos de su tiempo, nos metemos en los repliegues de su vida... instintivamente casi terminamos tomándole simpatía. Como historiador, debes mantenerte al margen del sentimiento que puede inspirarte un personaje. En cambio, un novelista puede permitirse ciertas libertades. Así empecé a escribir novelas: me proporcionan el goce de esa parte de fantasía que de otro modo no podría añadir". El goce es mutuo y compartido con el lector. Es magnífico poder disfrutar con una novela histórica que esté avalada con el rigor de un historiador y además logre ser entretenida. Es didáctica y agradable de leer a la vez. Leyendo esta obra es inevitable recordar aquella reflexión de Gil de Biedma: "De todas las historias de la Historia / Sin duda la más triste es la de España / Porque termina mal".

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