Javier Espinosa y Ricardo García son secuestrados en Siria

Javier Espinosa y Ricardo García. Vía: El Mundo
Triste noticia con la que despertamos hoy. Tras infructuosos contactos informales con los secuestradores, un grupo afín a Al Qaeda, el diario El Mundo informa hoy del secuestro en Siria el pasado 16 de septiembre de su veterano reportero de guerra Javier Espinosa y del fotógrafo freelance Ricardo García, ambos retenidos cuando se disponían a abandonar el país por la frontera turca tras dos semanas informando sobre la guerra siria. En la información del diario El Mundo se explica que en un primer momento los captores, una organización radical islámica infiltrada entre las filas rebeldes contra el régimen sirio, dijeron que sólo querían comprobar que los dos periodistas no eran espías. Pasado el tiempo, ambos forman parte de la larga lista de informadores secuestrados en Siria, donde también está desde septiembre el corresponsal de El Periódico de Cataluña en Oriente Medio, Marc Marginedas

Ambos bancos han secuestrado y asesinado periodistas durante este sangriento conflicto que asola el país y ha dejado más de 100.000 muertos desde hace algo más de dos años. Los informadores son incómodos observadores de la cruenta guerra que libra el régimen tiránico de Al Assad y una cada vez más violenta y radicalizada oposición. Comparten ambos bandos violaciones terribles de los Derechos Humanos, y esa desolación e injusticia que los reporteros van a retratar y denunciar con sus cámaras y sus palabras es la que los combatientes quieren ocultar. Hoy, a las doce y media del mediodía, Gervasio Sánchez, como portavoz de las familias de Javier Espinosa y Ricardo García, y el director del diario El Mundo, Pedro J.Ramírez, darán una rueda de prensa en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) para explicar más detalles sobre este secuestro que se ha mantenido en silencio durante cerca de tres meses ante la expectativa de que pudiera resolverse con discreción durante este tiempo. Lamentablemente, no es el caso. 

Los periodistas que cubren conflictos bélicos, allá donde se retrata lo peor del ser humano, donde constatamos guerra tras guerra que no hemos aprendido nada y que la capacidad del hombre para provocar daño y destrucción es infinita, son la parte más noble y ejemplar de la profesión. Estar en el lugar de la noticia, aunque eso pueda llegar a costarles la vida. Contar desde cerca, no sentado cómodamente en una redacción, lo que ocurre en el mundo. Acercarse a la población local para comprender su sufrimiento y su sentir. Buscar explicaciones a lo que está pasando, desentrañar en la medida de lo posible las causas que explican tal baño de sangre. No dejar conflictos tan terribles e inhumanos como el de Siria en el silencio informativo, porque el mundo tiene que saber lo que está ocurriendo en ese lugar del planeta mientras todos miran hacia otro lado y hacen como si nada ocurriera. 

No todo el mundo vale para ejercer esta profesión, para ser reportero de guerra. Por eso también tiene un especial valor su trabajo, un mérito particular. Saben que se están jugando la vida, que están entrando en lugares inseguros donde ser periodista no supone ya la más mínima protección en ninguno de los bandos. Más bien al contrario, pues una cámara será siempre una amenaza para aquel que cometa crímenes de guerra y no quiera testigos de sus matanzas y violaciones de los Derechos Humanos. Admiro a estos profesionales de la información que elevan al grado máximo su compromiso con esta profesión y su dedicación y empeño por contar lo que ocurre desde el lugar donde ocurre, al lado de la gente que está sufriendo las consecuencias de una guerra. No dejar en el abandono mediático los conflictos, que sin la denuncia en forma de información a través de un medio de comunicación, quedarían especialmente impunes de posibles castigos, si acaso de la sociedad, espantada ante tanto horror. 

He seguido las coberturas de Javier Espinosa en varias zonas de conflicto durante estos últimos años en el diario El Mundo. Es un periodista admirable y excepcional que construye crónicas precisas y demoledoras sobre realidad que observa. Ir, ver y contarlo. Tan sencillo, tan complicado. He ahí el resumen de la labor de un periodista, que Espinosa realiza con soltura y maestría. Ojalá pronto podamos volver a conocer algo mejor el mundo en que vivimos a través de sus informaciones. Periodistas como él simbolizan lo mejor del periodismo en un momento muy delicado para la profesión, con constantes cierres de medio y despidos de trabajadores, con mucha autocrítica pendiente por el periodismo que hacemos, con la figura del corresponsalcon muchas reflexiones por delante sobre la relación con el poder, sobre la independencia, sobre los valores que habrían de imperar en el ejercicio de la profesión. Periodistas como Espinosa, García y Marginedas nos ilustran, son referentes para todos. Para profesionales de la información y para grupos empresariales, que no podemos olvidar que nuestro cometido debe ser lisa y llanamente hacer periodismo. 

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