Rajoy mintió

El pestilente caso Bárcenas deja cada día en peor lugar a Mariano Rajoy. Si el pasado domingo, el diario El Mundo publicaba el relato en primera persona del encuentro de su director, Pedro J. Ramírez, con el extesorero del PP, y el martes este mismo diario hacía público el primer original de los papeles de Bárcenas, la presunta contabilidad B del partido del gobierno, donde se incluían pagos en B al actual presidente, hoy el periódico de Unidad Editorial hace públicos algunos de los mensajes sms que Rajoy y Bárcenas se enviaban, como mínimo, de mayo de 2011 a marzo de 2013. Esta relevante información demuestra dos cosas. Que Rajoy y Bárcenas no usan Whatsapp, al menos para hablar entre ellos, y que el presidente mintió sobre su relación con el extesorero.

Según la información de El Mundo, que firman Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, Mariano Rajoy mantuvo el contacto con Bárcenas, vía sms, en conversaciones telefónicas y también en reuniones en persona. Dejemos a un lado que parece evidente la procedencia de esta información filtrada al diario El Mundo. Dejemos a un lado también que Bárcenas parece haber encontrado una plataforma mediática. Dejemos todo eso a un lado porque son debates distintos, secundarios, si me permiten. Vayamos al fondo del asunto. Lo que más habría de preocuparnos no son las presuntas intenciones ocultas de los responsables del diario El Mundo (la animadversión de Pedro J. hacia Rajoy es palpable desde hace mucho tiempo). Eso es lo de menos. Lo que importa es el valor que tienen sus últimas revelaciones. Y lo tienen. Que nadie lo dude. La publicación de originales de la supuesta contabilidad B del PP y la demostración de que Rajoy mintió a los españoles, una vez más, sobre su relación el extesorero del partido. Por lo tanto, debates sobre el papel de los medios de comunicación, sobre las patéticas estrategias de defensa del gobierno que promueven sus diarios de cabecera o sobre los enfrentamientos velados o en las sombras entre los distintos periódicos, me importan en este momento bastante menos que la extrema gravedad de la sombra de la duda que recae sobre el presidente del gobierno

En 2012, por ejemplo, Rajoy le escribió a Bárcenas: "Luis, nada es fácil, pero hacemos lo que podemos. Ánimo" Un año después, con Rajoy como presidente, cuando salieron las primeras revelaciones sobre los sobresueldos en el PP, el presidente del gobierno puso un mensaje a este señor imputado para expresarle su comprensión e instarle a "ser fuerte". En la noticia, de gran impacto, los periodistas de El Mundo señalan que los sms publicados son solo los que les han hecho llegar, pero que hay muchos más. Esta relación telefónica entre Rajoy y Bárcenas demuestra que han seguido en contacto y que, mientras el presidente hacía mutis por el foro cuando los españoles clamaban una explicación sobre este escándalo, Rajoy hablaba, sí, pero con Bárcenas para darle ánimos y pedirle que fuera bueno. Que no tirara de la manta. 

Esto es un escándalo que encima se ve agravado por la torpe, ingenua e impresentable reacción del PP a las últimas revelaciones sobre el caso Bárcenas. Veremos qué dice mañana el extesorero ante el juez y qué respuesta dan, si es que dan alguna, desde el partido en el gobierno. Por lo pronto, esta semana han dado un recital de falta de respeto a los ciudadanos y de indecencia política. Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso y normalmente un hombre tranquilo, perdió los nervios de mala manera y atacó a diestro y siniestro a todos los demás portavoces que pedían explicaciones por este caso maloliente y insoportable. "Se han convertido en abogados defensores de Bárcenas, un delincuente" les espetó. Ese delincuente al que su partido siguió pagando hasta ayer, como quien dice. Ese delincuente que manejó las finanzas del PP durante décadas. Ese mismo delincuente con el que Rajoy hablaba con frecuencia, como mínimo, hasta marzo de 2013. Ese delincuente. 

La oposición en bloque pidió explicaciones, pero hicimos un descubrimiento asombroso. "El presidente no va a dar más explicaciones", nos contaron desde el gobierno. ¿Más? Algo nos hemos perdido, porque que yo recuerde, Rajoy no ha dado nada que se pueda calificar como explicación en todo este tiempo. Igual se refieren a esa reunión con los dirigentes de su partido que tuvieron la amabilidad de emitir por televisión a los españoles (la célebre no rueda de prensa por plasma), en la que Rajoy lo negaba todo, hasta que Bárcenas existiera casi. No le nombra en público. Otro descubrimiento de la noticia publicada hoy por El Mundo es que el presidente sí sabe cómo se llama su extesorero. No le llama "ese señor", o así, sino que en los numerosos sms que le envía le dice "Luis..." y ya de seguido, le da ánimos y le pide compasión entre líneas, etc. 

Si Rajoy sigue sin dar explicaciones, sin dar la cara al menos, la oposición deberá hacer todo lo que esté en su mano para intentar exigir al presidente del gobierno que aclare este escándalo. Como bien señaló Esperanza Aguire (y aquí también dejamos a un lado las posibles motivaciones ocultas de su actuación), la política debe ir por delante de la justicia y no es de recibo que bajo el mantra del respeto judicial, el partido del gobierno en España no intenté limpiar su nombre cuando está quedando en entredicho su financiación durante las últimas dos décadas. Si no salen a desmentirlo todo con claridad, si no se muestran espantados con estas revelaciones, si no logran documentar que todo es falso, la gente puede pensar mal. ¿Cómo no hacerlo? Si es que lo extraño es que haya alguien que se conforme con el pobre argumentario del PP y sus satélites mediáticos. Se habla de una moción de censura que, evidentemente, no prosperaría, pero que sí podría servir para presionar a Rajoy, al menos, a comparecer en el Parlamento para explicar este embrollo. El presidente piensa que su estrategia habitual para resolver problemas, basada en dejarlos reposar, en estar tranquilo y calmado, le dará resultado una vez más. Aunque se ponga en duda su honorabilidad, aunque quede demostrado que engañó a los españoles sobre su relación con Bárcenas. Da igual. No nombrarle, no hacer nada, no decir nada. La tormenta pasará.

Esto no es una batallita política. Me importa más bien poco, la verdad, a quién puede interesar este escándalo desde el punto de vista partidista. Claro que hay quien busca engrandar aún más el escándalo por puro interés política. De igual forma que hay quien inventa teorías de la conspiración para proteger al gobierno. Pero es es lo de menos. Lo importante, lo verdaderamente grave, es que en España tenemos a un presidente del gobierno que no da la cara ante los ciudadanos y sobre el que pesa una acusación gravísima con visos de realidad. Quienes desacreditan toda la información que filtra Bárcenas demuestran una enorme candidez, digamos, porque parecen desconocer que la mayoría de las redes criminales se destapan por chivatazos de personas que forman parte de ellas. Puede sonarles raro, pero generalmente quien puede aportar información sobre un delito es alguien que está en el ajo y sabe quiénes le acompañaron en la fechoría. Alguien que, viéndose en la cárcel, decide arrastrar a quien pueda en la caída. Si así limpiamos un poco el corral de la política española, aunque sólo sea un poco, algo habremos ganado Que se sepa toda la verdad. Caiga quien caiga. 

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