La campaña de Chacón

Los independentistas catalanes deben estar maldiciendo al Rey, a Bárcenas, a Método 3, a Berlusconi, al Papa y a todos cuantos protagonistas han relegado, muy a su pesar, su tema único a un segundo plano. Últimamente, hay tantos temas turbios y escandalosos, tantos asuntos que capitalizan la atención mediática, que esa situación de excepcional proceso nacional que venden CiU y ERC está quedándose atrás. No llena tantas portadas como antes, para desdicha de sus promotores y, sinceramente, para un cierto alivio del común de los mortales que estábamos algo cansados del tema. Aunque tampoco es que los asuntos que le han tomado el relevo sean especialmente estimulantes y atractivos, la verdad.

El caso es que el "derecho a decidir" llegó ayer al Congreso de la mano de una moción de CiU e ICV que defendía una consulta soberanista en Cataluña. Naturalmente, no salió adelante. Para los defensores de la consulta, el no de ayer será un nuevo agravio a añadir a su lista de desplantes del Estado español que con tanto afán (y a veces con tan poco respeto a la verdad) vienen escribiendo estos últimos años. Para el resto, la gran noticia del pleno de ayer, en concreto de esa votación sobre la consulta soberanista, fue el cisma en el PSOE. El PSC decidió incumplir la disciplina de voto y apoyó la moción de CiU e ICV. Pere Navarro sigue metiendo velocidad a su proceso de distanciamiento con el PSOE de Rubalcaba. Algunos barones del PSOE piden que se rompa el matrimonio con el PSC, que no pasa por su mejor momento. Otros piden dialogar y evitar el cisma. Y en medio de todo esto, Carme Chacón. Es decir, la batalla de la ex ministra de Defensa, socialista catalana, por liderar el PSOE. 

Chacón no votó en contra de la moción de CiU e ICV, ni tampoco a favor. De hecho no votó, sencillamente estuvo en su escaño y no optó ni por el sí, ni por el no ni por la abstención. Para ella la situación era especialmente delicada ayer. Estaba claro que si quiere seguir con su campaña por liderar el PSOE, campaña que nunca ha dejado de lado desde que perdió por un puñado de votos el Congreso de Sevilla frente a Rubalcaba, no tenía otra opción que desmarcarse de la rebelión de sus colegas del PSC. Ella quiere liderar el PSOE  y, mientras tenga la E en las siglas y se siga presentando como un partido nacional, una aspirante a la secretaría general no puede coquetear con el soberanismo. 

Así que hizo lo que pedía su campaña interna, aunque evitó votar no a la moción junto a los diputados del PSOE, algo menos entendible. Declaró que nunca contribuirá a "un proyecto de ruptura de Cataluña con España" y que quiere un socialista español y catalán unido. "Debemos hacer esfuerzos más que nunca para que siga funcionando el proyecto socialista", ha dicho, y también que el PSOE y el PSC deben trabajar  en "propuestas y proyectos que unan a Cataluña y España". Es partidaria, según ha declarado esta mañana en la Ser, de que se sancionen a los diputados del PSC por incumplir la disciplina de voto. "Los reglamentos están para cumplirlos". 

Chacón pasa por un momento más delicado para sus aspiraciones de lo que pueda parecer a simple vista. Siempre ha despertado recelos dentro de ciertos sectores socialistas por proceder del PSC, eso es algo innegable aunque en público casi todo el mundo declarara que no había tal problema. Supongamos que el PSOE y el PSC rompen relaciones. Esos recelos, con el contexto actual, han crecido.  Chacón, hay que recordarlo, es diputado por Barcelona y militante del PSC. ¿Cómo va a ser líder del PSOE una responsable de un partido que ya no sería el PSOE ni estaría federado con él? Una última pregunta, ¿suena verosímil que a Rubalcaba le resulte en estos momentos interesante u oportuna una ruptura con el PSC por cuanto se quitaría de en medio a la incómoda oposición interna encabezada por Chacón? 

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