Viernes de protesta en Egipto

El presidente egipcio, Mohamed Mursi, al fin dio la cara ayer para ofrecer diálogo a la oposición tras varios días de violentas protestas contra el decreto que le otorga poderes casi absolutos. La situación es muy tensa y han muerto ya siete personas en los últimos días. Mursi ofrece una reunión con la oposición este sábado, pero no se plantea posponer el referéndum constitucional que está previsto para el día 15 de este mes. Niega que quiera ejercer un poder autoritario como le acusan sus detractores y dice que escuchará al pueblo egipcio y, en caso de que voten no a la Carta Magna, llamará a constituir una nueva Asamblea.
 
El conflicto comenzó el 22 de noviembre cuando Mursi firmó un decreto que le otorga amplios poderes que incluso sitúan la figura del presidente por encima de las leyes y de los tribunales. Mursi siempre ha presentado estos poderes como algo provisional, pero la oposición egipcia y un amplio sector de la población de aquel país teme que el líder de los Hermanos Musulmanes emprenda un camino hacia el poder dictatorial con plenos poderes similar al que combatieron en las calles para derrocar el antiguo régimen de Mubarak.
 
Por otro lado, la actitud poco dialogante que hasta el momento ha mantenido el presidente con los partidos de la oposición no es en absoluto la más adecuada para construir una democracia y una Constitución como base de un nuevo Egipto. Se corre el riesgo de que el Estado al que se pretende encaminar Mursi no recoja el sentir de una amplia mayoría de los ciudadanos egipcios y sólo responda a los partidarios de los Hermanos Musulmanes. Es más, según estamos comprobando estos últimos días en las calles, el presidente elegido tras la revolución que echó abajo la dictadura de Mubarak no es ya sentido como propio por muchos de los que protagonizaron la revolución. Es un peligro muy serio  que Mursi debe valorar.
 
Su oferta de diálogo de ayer puede ser un primer paso, hacia ese recomendable y deseable cambio de actitud por parte del presidente. Ofreció negociar con la oposición. De momento, su mensaje no ha sido bien recibido por la oposición no islamista, agrupada en el "Frente de Salvación Nacional", pues hoy han convocado una nueva jornada de protesta contra Mursi. Piden que se anule la declaración constitucional que blinda al presidente ante la justicia, y la convocatoria del referéndum constitucional del próximo 15 de diciembre. Buscan una "Constitución consensuada y representativa".
 
En el discurso televisivo a la nación de ayer, Mursi mostró su rechazo a la violencia de estos días y mandó su pésame a las familias de los siete fallecidos en enfrentamientos entre sus partidarios y detractores. Él acusa a los contrarrevolucionarios defensores del antiguo régimen y a fuerzas externas de estos últimos actos de violencia. Se podría decir que dio una de cal y otra de arena, pues si es verdad que ofreció diálogo, también dejó claro que sigue defendiendo la necesidad del decreto que le da casi plenos poderes.

Convoca a las fuerzas de la oposición para un encuentro este sábado en el que todos juntos encuentren "una solución que salve a la nación". También llamó a los egipcios a  que "superen sus diferencias" y "unan sus manos". Por otro lado, aseguró que "si la Constitución es rechazada, me encargaré de que se forme una nueva Asamblea Constituyente". Estas palabras demuestran que Mursi no tiene intención de cambiar de planes, ni sobre el decreto que le sitúa por encima de la ley y la justicia, ni sobre el referéndum constitucional. Se equivoca Mursi si su disposición al acuerdo se queda ahí, marcando esas dos líneas rojas claras. También parece un error de cálculo su presunción de que, en caso de que fracase la consulta sobre la Constitución del próximo día 15, él seguirá teniendo pleno legitimidad para formar una nueva Asamblea Constituyente. ¿Qué le hace pensar que un fracaso de su proyecto constitucional no vaya a suponer una seria derrota propia que encienda aún más los ánimos de sus detractores? ¿No considera que un no a la Constitución supondría en la práctica un rechazo de lo egipcios a sus políticas y a su propia figura?

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