Política española, inocentada tras inocentada

Día de los inocentes. No sé si está el panorama para muchas bromas, pero seguro que alguna inocentada cae. Habrá que estar en alerta. De momento, ayer dos parlamentarios de Madrid nos regalaron una inocentada por adelantado. Lo que tiene una clase política como la nuestra es que todos los días son 28 de diciembre. Los ilustres diputados madrileños son  Bartolomé González y María Isabel Redondo. En la Asamblea de Madrid se debatía una ley poco importante, la de acompañamiento a los presupuestos regionales que permitirá la privatización de varios centros hospitalarios, por lo que decidieron jugar al Apalabrados en sus terminales elecrónicos que, como bien saben, les pagamos todos los ciudadanos de Madrid.
 
Han pedido perdón, los pobres. Se sienen arrepentidos. En el fondo, son unos incomprendidos. Es tan grande la carga de trabajo de los señores diputados, tanta la tensión por su magistral acción política, que necesitan descansar un poco y encontrar momentos para desconectar. Los ciudadanos, siempre tan injustos con sus nobles representantes políticos, se han indignado con estos dos referentes de la calidad  que atesora la clase política española. Además, ¿no estamos siempre echando en cara a los políticos que están alejados de la calle, que no comprenden los problemas reales de los ciudadanos ni se acercan a ellos? No podremos decirle esto a don Bartolomé y a doña María Isabel, que ayer jugaron al Apalabrados en horario de trabajo, como tantos otros españoles.
 
Por cualquier cosa nos indignamos. Ni que estos políticos estuvieran cobrando de los ciudadanos de Madrid por jugar durante un pleno; ni que estuvieran aprobando con su voto, entre turno y turno del juego, la privatización de seis hospitales madrileños; ni que pudiéramos sentirnos insultados y engañados por su actitud. Bobadas. Propongo al señor Ignacio González, que estos días está haciendo gala de su actitud dialogante y humilde que premie a estos dos diputados con algún cargo de responsabilidad en su gobierno regional. Se lo merecen. Por supuesto, en otra cartera distinta a la de Sanidad, donde Lasquetty está haciendo tan noble y ejemplar labor. Otro gran incomprendido. Como aquel compañero suyo que ahora es presidente de la Cámara regional y en sus tiempos de consejero de Transportes demostró desconocer la existencia del metrobús. Como si fuera importante que un consejero de Transportes supiera esas minucias que nada tienen que ver con su área de gobierno. ¿Dónde vamos a llegar?
 
Pero la ejemplar labor de los políticos españoles, a los que algunos desconsiderados llaman mediocres, no se circunscribe sólo a Madrid. Ahí están los pobres diputados del Congreso que sufrieron en sus carnes la delincuencia y fueron atracados a mano armada. A los angelitos les robaron el Ipad que generosamente le pagamos todos los españoles para que puegan ejercer bien su trabajo. No podía ser menos. Todo es poco para tan magnífico gestores. El caso es que les robaron el Ipad y, naturalmente, pidieron otro al Congreso. Les pasó a muchos hasta que alguien empezó a sospechar y les cerró el grifo. Qué mal pensados. ¿Pues no hubo quien acusó a estos diputados de fingir la pérdida o el robo del Ipad para que le dieran otro? De verdad, qué gente.
 
¿Y la anterior cúpula directiva de Paradores Nacionales? Un ejemplo más de lo injusta que es la ciudadanía española con sus políticos. Resulta que los incansables trabajadores tenían un yate para ellos solitos, coches oficiales, tarjetas de crédito. Lo normal en un puesto de tante presión y tanta responsabilidad y donde tan bien lo gestionaron todo. Pues nada, aquí tampoco hay piedad. Van los ciudadanos y les critican. Como si fuera algo fuera de lo común tener un barco de recreo para descansar tras una agotadora semana de trabajo.
 
El presidente del Supremo dice que viaja en turista da mala imagen, siempre pensando en el bien de la institución y de España, y vamos nosotros y le criticamos por sus sinceras y sabias palabras. Somos de lo que no hay. Hay muchos otros ejemplos de la injusta labor de los ciudadanos con nuestros políticos. Ellos, tan honrados, pensarán qué han hecho para merecer uan ciudadanía tan crítica con su magistral labor; qué más tenemos que hacer, se dirán, para que nos quieran y reconozcan nuestro trabajo como es debido.
 
Feliz día de los inocentes.

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