XVIII Congreso del Partido Comunista Chino

Ayer comenzó el XVIII Congreso del Partido Comunista Chino. Es la gran cita política de la década en el país, ya que se elegirán a los máximos dirigentes para los próximos diez años. Por lo tanto, de lo que se decida en este Congreso dependerá en gran medida el futuro a corto medio plazo de la segunda potencia económica mundial. El discurso del actual presidente, Hu Jintao, abrió la reunión de 2.000 delegados en el Gran Palacio del Pueblo del Pekín, edificio completamente blindado como toda la ciudad con descomunales medidas de seguridad. Se espera que Hu Jintao sea relevado en el cargo por su hasta ahora vicepresidente Xi Jinping. Tras el Congreso asumirá el cargo de secretario general del partido y en marzo tomará las riendas de la presidencia del país.
 
Las palabras de Hu Jintao señalaron dos grandes retos para el Partido Comunista Chino: la corrupción y las desigualdades sociales. A lo largo de su intervención, el presidente chino ha alabado las tres décadas de crecimiento económico que ha vivido el país. No le faltan datos para corroborrar esa afirmación, pues China ha escalado hasta el segundo puesto en el ranking de potencias económicas mundiales. El líder comunista ha asegurado que "en este momento, cuando las condiciones globales, nacionales y en nuestro partido continúan experimentando cambios profundos, nos enfrentamos a oportunidades sin precedentes para el desarrollo, así como a riesgos y desafíos no conocidos hasta ahora".
 
De esas dos amenazas que destacó especialmente el presidente chino, la corrupción y las desigualdades sociales, habló durante su discurso. Prometió reformas económicas para reducir la abismal diferencia entre las clases altas y bajas de China, la mayor del mundo. Para ello dijo que harán que su divisa y el tipo de interés estén más ligados al mercado, promoverán la convertibilidad de la moneda, potenciarán las inversiones en el exterior e invertirán más en industria. El objetivo es que en el año 2020 se duplique el PIB y los ingresos per cápita de la población urbana y la rural en relación al 2010.

China ha crecido a un ritmo desaforado de dos dígitos en los últimos años. El presidente Hu Jintao también tuvo palabras para el modelo económico del país. De forma algo ambigua, señaló posibles cambios futuros. "En respuesta a los cambios en los desarrollos económicos doméstico e internacional, debemos acelerar la creación de un nuevo modelo de crecimiento y asegurar que el desarrollo esté basado en calidad y comportamiento mejorados". Algunas de sus propuestas parecen consolidar aquello de la apertura en lo económico y la absoluta cerrazón en lo político ya que pidió que las empresas privadas puedan competir en igualdad de condiciones que las empresas estatales. También habló de reformas políticas, pero en ese punto fue mucho menos claro. De tal forma que aseguró que hay que "hacer la democracia del pueblo más extensiva, de alcance más completo y práctica más sólida". ¿Acaso lo que existe ahora en China es una "democracia del pueblo"? Lo que no harán, repitió Hu Jintao, es copiar un modelo político occidental.
 
¿Qué se decide en este Congreso del Partido Comunista Chino? Fundamentalmente, se eligen a los hombres que mandarán durante los próximos diez años en el partido único. Se decidirá la composición del Comité Central del PCCh (unas 200 personas) que a su vez elegirán a los 25 miembros del Politburó, de donde saldrán los miembros del Comité Permanente del Politburó (actualmente compuesto por nueve personas, aunque podría pasar a estar formado sólo por siete).Es decir, se eligen a los máximos dirigentes del país durante los próximos diez años. Todo hace indicar que el actual vicepresidente, Xi Jinping, será el próximo secretario general del Partido y presidente del país y también se da por hecho que el viceprimer ministro Li Keqiang sustituya en marzo a Wen Jiabao como primer ministro.
 
El mundo mira a China porque se trata de la segunda  potencia mundial, porque es el país más poblado del planeta y porque su influencia política no hace sino crecer en estos últimos años. Hay un asunto del que no se ha hablado no se hablará en el Congreso del Partido Comunista Chino y del que tampoco es que hablen mucho el resto de líderes mundiales en presencia de los gobernantes chinos, no vaya a ser que se mosqueen y dejer de comprarnos deuda o ser un socio comercial de primer orden: los Derechos Humanos. Miramos a China con la fascinación que provoca lo desconocido, pero hay que reseñar que ese país es una dictadura. No hay democracia, ni libertades ni derechos de ninguna clase. Es un país donde existe la censura, donde hay presos políticos, donde los ciudadanos no pueden elegir a sus gobernantes. Un país con mucho dinero, sí, pero cuyo crecimiento se ha conseguido a cualquier precio, es decir, a costa de unas terribles desigualdades sociales y unas condiciones infrahumanas para muchos de sus ciudadanos.
 
Es un anacronismo que exista un país comunista a estas alturas de la película, la verdad. Pero es aún más extraño que uno de los países más potentes del mundo en lo económico, un actor protagonista de la economía mundial, sea una terrible dictadura en la que los Derechos Humanos sean un tema tabú. Por eso creo que es importante señalar la verdad de China. Esta misma semana hemos estado pendientes de Estados Unidos porque se iba a decidir el presidente durante los próximos cuatro años. Y eran los ciudadanos estadounidenses los que decidían su futuro. Un par de días de después, miramos a China donde un grupo de 2.000 miembros del partido único eligen a los máximos dirigentes del país durante la próxima década. Es una diferencia abismal. Será una dictadura rica, que nos compra la deuda y con la que hacemos extraordinarios negocios, pero es una cruel dictadura donde no se respetan los Derechos Humanos y no hay libertad para sus ciudadanos.
 
La actitud de la totalidad de los gobernantes mundiales, de todos los países y de todos los colores políticos, prioriza lo económico a los derechos de los ciudadanos. Tratando de China, hay temas que es mejor dejar de lado porque lo que interesa es no enfadar a los que tienen dinero. Así de sencillo. Así de triste. ¿Hay opciones de que China camine al fin hacia una apertura política? Nada hace indicar que así sea si miramos a ese anquilosado, cerrado y despótico Partido Comunista China. Pero es una realidad que los ciudadanos tendrán algo que decir y ya están diciendo cosas. Ahí está la disidencia. Es reprimida como ocurre en toda dictadura, pero existen y muestran las ansias de libertad de un pueblo que no sabe lo que es vivir en democracia. China es un país muy complejo y desde luego no soy precisamente un experto, pero no es difícil prevere que sus ciudadanos despertarán, antes o después, y buscarán la libertad rebelándose contra el poder absoluto del partido único. Mientras tanto, conviene que los que nos llamamos democracias no olvidemos con esos aspectos que no se miden en dólares, ni en euros ni en yuanes chinos: los derechos y libertades de los ciudadanos.

Comentarios