El país comunica el despido a los 129 afectados por el ERE

Un sábado y a través de correo electrónico. Así es cómo se han enterado de su despido los 129 profesionales del diario El País que se verán afectados por el ERE salvaje que anunció hace unas semanas Juan Luis Cebrián, que el año pasado cobró 13 millones de euros. Ayer fue una tarde triste para el periodismo en España. Twitter se llenó de amargas despedidas, de indignados comentarios contra la dirección de un diario emblemático en la reciente historia demócratica española y de apoyos de profesionales de distintos medios a los afectados por el ERE en El País. Un tercio de la plantilla, a la calle.
 
Muchos de los despedidos anunció la mala noticia a través de las redes sociales. Conocemos ya algunos de los nombres de los afectados: Forges, Ramón Lobo, Javier Valenzuela, Daniel Borasteros, José Yoldi, Julián Rojas, Isabel Pedrote, Manuel Cuéllar, Juanjo García del Moral... Y un largo etcétera hasta completar una lista negra de 129 prodesionales. Así lo contó Ramón Lobo en su cuenta de Twitter: "la empresa divulga la lista de 129 despedidos. Estoy en ella. Mi perfil digital y mi trayectoria son insuficientes. #NoalEredelPaís". También emotiva la despedida a través de esta red social de otro peso pesado del diario, Javier Valenzuela: "129 trabajadores de El País acabamos de ser informados de que estamos en la lista de despidos". " Ramón Lobo, Enric González, Miguel Ángel Villena y yo mismo, entre los veteranos despedidos de El País. Yo trabajaba ahí desde hace 30 años".
 
Daniel Borasteros protagonizó un momento curioso ayer por la tarde cuando, desde la redacción del diario, anunció por Twitter: "a los de El País: os digo que empieza el baile ya, creo. Movimientos raros en la redacción". Para después tuitear: "paradojas de la vida: mi única exclusiva desde ordenador de El País ha sido mi propio despido. En efecto, empezaba el baile". Se sucedieron los apoyos a los afectados y las despedidas de algunos de los propios despedidos. Serán despedidos con arreglo a la legislación laboral vigente, es decir, con 20 días por año trabajado. El despido de 129 trabajadores mutila al diario. Será muy difícil, por no decir imposible, que vuelva a ser lo que era. Supone la marcha de grandísimos profesionales y deja un poso amargo en la profesión, al igual que el que dejaron tantos otros ERE, cierres y despidos en muchos medios de comunicación.
 
Juan Luis Cebrián, consejero delegado de Prisa, está en centro de las dianas y hacia él fueron dirigidas todas las críticas ayer. Hay sobrados motivos para ello. No se trata de personificar en él la pésima gestión del grupo o su lamentable situación económica, por la que ahora tendrán que pagar los profesionales que levantaban el diario cada día. Pero tampoco es cuestión de mirar para otro lado ante la censurable actitud del señor Cebrián, que en su momento fue periodista,  progresista y gurú de muchas cosas, pero que ahora es un tiburón financiero más. Y bien sabido que los hombres de negocio no tienen patria, credo ni ideología. Tampoco apego a nada distinto al dinero.  No por ello se resiste a dejar de pontificar sobre el futuro de la profesión periodística. Debe de ser que considera ejemplar su gestión en Prisa.
 
Él cobró el año pasado la indecente cantidad de 13 millones de euros. Pero eso no le impidió decirles a sus empleados que no se puede vivir tan bien o que, en periodismo, la edad de jubilación está en los 55 años. ¿Rebajar su salario no entró en ningún momento entre las opciones de viabilidad? No sólo no se siente mal por ello, sino que además presumió de que esa cantidad es lo normal en puestos de responsabilidad como el suyo en grandes empresas. Y también alardeó de ser público y transparente sobre sus atribuciones. No resulta extraño que se presente al señor Cebrián como el malo de la película y que los trabajadores históricos del diario El País critiquen su comportamiento y sus decisiones.
 
Que Prisa está en una situación económica paupérrima, al borde del colapso y ahogada por las deudas, lo sabemos bien. Que el sector de la prensa escrita atraviesa por la peor crisis de su historia, también. Pero sabemos más cosas. Que siempre se deben estudiar y plantear otras alternativas distintas a un ERE bestial como este. Que el diario no volverá a ser ni la sombra de lo que ha sido con la salida de 129 trabajadores. Que El País se coloca, por la decisión suicida de sus directivos, en una posición débil ante el futuro de la prensa. Que pierde el periodismo y los periodistas mientras los pésimos gestores que llevan a la empresa a la ruina cobran generosas atribuciones Dios sabe por qué. Sabemos, en fin, que ayer fue un día muy triste para el periodismo y para la sociedad española. Mucho ánimo a los profesionales de El País.

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