El drama de la inmigración

Estos días es noticia lo que ocurre en la Isla de Tierra, un pequeño islote de soberanía española muy próximo a las costas marroquíes. Allí llegaron 70 inmigrantes subsaharianos recientemente. Es un nuevo lugar que han descubierto para su macábro e indecente negocio las mafias que trafican con personas, las que se aprovechan de la desesperada situación en la que viven estos seres humanos, las que venden un futuro mejor a los que no tienen nada, las que muestran hasta dónde puede llegar la vileza y la maldad del ser humano. Esta situación genera un conflicto entre España y Marruecos sobre el control de la inmigración irregular. Ayer de madrugada se desalojaron a estas personas, sinpapeles, ilegales o de esas formas en las que llamamos a los seres humanos que nada tienen y sólo buscan un futuro mejor, esperanza elemental de la que se aprovechan quienes trafican con ellos y que algunos no logran entender.

Es una situación complicada desde el punto de vista de las relaciones bilaterales y es un problema que se abre para España porque este islote está muy cerca de Marruecos y, además, allí no hay prácticamente seguridad, como sí hay en Alhucemas. Militares de Marruecos y miembros de la Policía española procedieron a echarlos de este terreno. Algunos serán devueltos a Marruecos y de allí trasladados, expulsados "en tierra de nadie". La mayoría de estas personas, en efecto, han sido trasladadas a Marruecos y allí les espera más drama y una situación terrible, peor incluso que aquella de la que huían, y 10 de esas personas, ocho menores de edad y dos mujeres, han sido acogadas por España trasladadas al Peñón de Alhucemas.

Es dramático, desolador, lo que se cuenta sobre dónde serán trasladados los inmigranes que volverán a Marruecos. Según leemos en prensa, serían expulsados y abandonados a su suerte en tierra de nadie, en una zona fronteriza con Argelia y está cerrada desde 1993, que es zona de paso de mafias y traficantes de todo el mundo. Ayer, dicen, se oían los gritos y lamentos de los inmigrantes al ser desalojados de la Isla de Tierra. Muchos miran, como digo, la situación diplomática, el apoyo más o menos claro de Marruecos para el control de la inmigración irregular, el hecho de que estos islotes de soberanía española próximos a nuestro vecino del sur pueden convertirse en una zona de paso sencilla para las mafias que trafican con personas y con sueños, en un coladero para inmigrantes. Creo que no hemos de confundir los términos y debemos poner cada cosa en su justa medida. Y de lo vivido estos días en la Isla de Tierra lo que más ha de preocuparnos, de largo, es el drama humano que viven estas decenas de personas que buscaban el sueño europeo, progresas, vivir mejor, vivir sencillamente, y que han terminado abandonados durante unos días en un islote pequeño y sin la más elemental atención y puede que ahora sean abandonados a su suerte como si fueran desechos, residuos de los que deshacerse, y no seres humanos.

No defiendo que se abran las fronteras a todo el mundo, no digo que España no tiene que controlar la inmigración irregular, no estoy pidiendo que se acoja sin hacer intención de repatriarlos a sus países de origen a todas las personas que entren en nuestro país, pero sí expreso mi más profundo disgusto por esta situación. Es lamentable, muy triste. Para Marruecos estas personas o tienen gran valor y prueba de ello es lo que van a hacer con ellas; para las mafias que les cobran mucho dinero para montar en embarcaciones peligrosas en las que se jugarán la vida con un destino incierto buscando el sueño español o europeo, son negocio, gente a la que explotar; y para España parecen ser un quebradero de cabeza. Pero no son ninguna de las tres cosas, no esencialmente. Son personas, seres humanos, padres, madres, niños pequeños, jóvenes, mujeres embarazadas, que viven una situación desesperada y sólo buscan un futuro mejor. Llegar a Europa para tener nuevas oportunidades, para poder dar a su familia lo que en sus países no les pueden ofrecer.

Por lo tanto en estas situaciones, por encima de todo, hay que resaltar la situación de estas personas a las que nadie pone nombre ni rostro. Detrás de cada uno de esos 70 inmigrantes ilegales, como dicen muchos, hay 70 historias personales Una mujer embarazada que busca dar al hijo que lleva en su seno las oportunidades que ella no tuvo y sabe que no podrá darle en su país de origen. Un joven para el que toda su familia ha estado trabajando duramente durante años para pagarle un pasaporte al paraíso europeo a bordo de cayucos pilotados por mafias. Hombres que sueñan con encontrar un trabajo, con poder vivir una vida digna en Europa. Niños aterrados que, a pesar de su corta edad, ya saben lo que es pasar hambre, frío, lo que es sufrir, lo que es jugarse la vida, lo que es sentirse solos y abandonados. Niños que aprenden desde pronto la miseria de este mundo nuestro, que no han tenido un Ipad en las manos y por los que sus padres son capaces de dar su vida para intentar verles tener las más elementales condiciones de vida.

Sí, esta situación es un nuevo frente en el control de la inmigración que se le abre al gobierno. Sí, es una situación delicada en la que se volverá a poner a prueba el estado de las relaciones entre Marruecos y España y el grado de compromiso del reino alauí con nuestro país. Todo eso es cierto. Pero, fundamentalmente, lo que se ha vivido estas últimas horas en la Isla de Tierra es un drama personal y humano terrible. De esos que nos hacen plantearnos en qué mundo vivimos y que nos remueven el estómago. Dramas que nos hacen pensar qué demonios estamos haciendo en este mundo, cómo podemos vivir traquilamente mientras muy cerca de nosotros se dan este tipo de situaciones. Esta madrugada no se ha solventado una crisis de inmigración o se han desalojado a decenas de inmigrantes, esta madrugada se ha puesto de relieve para aquel que quiera verlo lsa injusticias, las desigualdades y los dramas que no somos capaces de parar (¿o es que no queremos hacerlo?) de este mundo nuestro. El minúsculo problema que 70 personas en situación irregular pueden ser para España no es nada al lado de todas y cada una de esas duras historias personales.


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