Grecia convocará nuevas elecciones

Se consumó el temor esperado y los partidos políticos griegos no han logrado llegar a un acuerdo para formar un gobierno de concentración que evitara la convocatoria de nuevas elecciones. En junio los ciudadanos griegos volverán a tener una cita con las urnas, por lo que la inestabilidad política y económica de Grecia se alargará más y el riesgo de la situación se eleva considerablemente. Hay varios síntomas que señalan el crítico estado del país heleno que, además, afecta duramente al resto de la Unión Europea. Hoy, sin ir más lejos, nos hemos despertado con la prima de riesgo de España subiendo por encima de los 500 puntos por primera vez y con el interés del bono español a 10 años en un alarmante 6,5%. Es decir, esta mañana hemos traspasado dos fronteras peligrosas. Que la primera de riesgo supere los 500 puntos y el interés por el bono a diez años sea tan elevado no implica automáticamente una situación de caos, pero sí es algo insostenible en el tiempo según reconoce el propio ministro de Economía, Luis de Guindos.

Todas las miradas se centran en Grecia donde la tensión es máxima. La convocatoria de nuevas elecciones ha caído como un jarro de agua fría en el país, habida cuenta de que sólo cuenta con dinero para hacer frente a sus pagos en un mes. Se formará un gobierno de transición sin poder real de decisión y con un margen de acción muy limitado que ahondará aún más en la grave crisis política que sufre el país. El fragmentando escenario que dejaron las elecciones de pasado día 6 ha imposibilitado la formación de un gobierno de concentración, ya que las fuerzas políticas que están dispuestas a aplicar los ajustes exigidos para seguir recibiendo el dinero del rescate no suman suficientes diputados en el Parlamento. Las encuestas dicen que el partido de izquierdas Syriza, segundo más votado en las pasadas elecciones, podría ser el gran beneficiado de la nueva convocatoria electoral con opciones incluso de ser el vencedor de los comicios. En todo caso, hay muchas más dudas que certidumbres, más misterios que certezas en el panorama político griego. ¿Seguirá bajando  el apoyo popular a los dos partidos tradicionales? ¿Subirá el partido neonazi? ¿Cuántas posibilidades hay de que el puzzle del Parlamento resultante de las elecciones del día 6 se repita en la nueva consulta? Se barajan las fechas del 10 o el 17 de junio.

El escenario político es poco claro y no resulta lo más recomendable para un país en una situación económica crítica. Está con la respiración asistida y nadie parece darle una curación. Es muy inquietante la realidad de que Grecia sólo tiene dinero para un mes, es decir, que en breve la situación allí puede ser de bancarrota y de una tensión social irrespirable. Además, el Banco Central Griego ha alertado hoy de la fuga masiva de depósitos de los bancos de aquel país, lo que podría llevar al sector financiero a la quiebra. Se han retirado 700 millones de euros en tan sólo un día. El año pasado salieron de Grecia 35.400 millones. Es de desear que la sangre no llegue al río, pero el riesgo de un corralito en Grecia es evidente y el temor social, ciertamente justificado, puede conduciar a una peligrosa situación de quiebra de los bancos de aquel país. Nada ayuda a poner calma en medio de este embrollo.

Los ciudadanos griegos votaron libremente el pasado día 6 a las opciones que consideraron mejores o las que creyeron que representaban mejor su sentir en estos momentos. Se castigó severamente al Pasok y a Nueva Democracia, las dos formaciones que en el pasado copaban el 80% de los votos, mientras que irrumpieron con fuerza partidos políticos radicales que son contrarios a aceptar los recortes impuestos por el segundo rescate a Grecia. Muchos analistas aprecian una contradicción en el compartamiento de los ciudadanos griegos que en su mayoría quieren seguir en la UE y en la zona euro pero luego votan a partidos que rechazan las condiciones exigidas para recibir el rescate que les permita continuar en el proyecto comunitario y salvar la bancarrota y la quiebra. Sí hay cierta contradicción, es evidente, pero no me parece justo resumirlo de forma simple afirmando que los griegos quieren el dinero del rescate que les de oxígeno, pero sin cumplir las condiciones exigidas a cambio de ello.

Sencillamente la inmensa mayoría de los griegos no puede más. El nivel de vida de la ciudadanía ha caído en picado en muy poco tiempo y les siguen apretando más y más, hasta estar cerca de la asfixia. No se trata de que tengan que renunciar a salir a comer fuera o a irse de vacaciones, sino que en muchos casos estamos hablando de pérdida de trabajo, de hogar y de esperanzas de poder llevar una vida digna. Gente que se ve forzada a vivir en la calle y ciudadanos que tienen que pagar casi hasta por respirar. Es perfectamente comprensible que los ciudadanos griegos estén profundamente indignados y hartos de la situación que han generado los recortes. A los expertos encorbartados que critican la falta de responsabilidad de los ciudadanos griegos que votan a opciones antieuropeístas y contrarias a los recortes necesarios para seguir recibiendo el rescate, me gustaría verles explicándoles a los ciudadanos griegos que han perdido su hogar, su dinero y su casa todos esos términos tan elementales de economía, la necesidad de pagar lo que se debe, la falta de otras opciones para Grecia que aceptar seguir perdiendo derechos y seguir reduciendo su calidad de vida hasta el extremo. Qué fácil y sencillo lo vemos todo en la distancia.

No parece que Grecia tenga mucho margen de maniobra, es cierto, pero creo que, como escribía ayer, en lugar de criticar a los ciudadanos griegos por su irresponsabilidad y por votar a quiénes no nos gusta que voten deberíamos intentar entenderlos y buscar los motivos que les llevan a abrazar partidos radicales y extremistas, vender su alma al diablo. Porque no es díficil estudiar esto, ya que es un fenómeno clásico en situaciones sociales tan delicadas como la que padecen hoy en día los griegos. Ha pasado muchas otras veces en el pasado que, ante momentos económicos y sociales graves, los ciudadanos optan por opciones populistas y radicales como un recurso a la desesperada para cambiar las cosas y, sobre todo, como un voto de castigo a los partidos tradicionales y una forma de gritar su hartazgo e indignación.


Comentarios