Tensión con Argentina por YPF

El gobierno argentino, o más bien la presidenta argentina, que viene a ser lo mismo porque se trata de un claro ejemplo de líder populista que ordena mientras el resto del ejecutivo les ríen las gracias, tiene intención al parecer de nacionalizar la petrolera YPF, compañía filial de Repsol en aquel país. Es una compañía clave para la empresa española, pues un tercio de sus ganancias proceden de su negocio en Argentina. De entrada diré que, al igual que la mayoría de la gente que está opinando sobre este asunto, no conozco los pormernores de la situación ni sé qué compromisos tiene la empresa petrolera con Argentina o hasta qué punto los cumple o no. Lo que sí sé es que el gobierno español está actuando como se espera de él. Ni más ni menos No hay nada que objetar a la actitud del ejecutivo español, porque está haciendo exactamente lo que debe hacer.

No hace falta ser ningún experto en economía ni en el mundo empresarial para saber que la seguridad jurídica es esencial para las empresas. Sin lugar a dudas Repsol saldría perjudicada si Argentina decide finalmente llevar adelante su plan de nacionalizar YPF, pero la gran perjudicada sería la propia Argentina. ¿Qué empresa extranjera va a querer invertir en un país que, de la noche a la manaña, expropia empresas de esta forma? El populismo es muy dañino pero, a la vez, resulta políticamente efectivo. Cristina Fernández de Kirchner no tiene ningún reparo en excitar a su pueblo con una guerra desastrosa para ellos de hace décadas y tampoco le cuesta nada dañar gravemente los intereses económicos de su país si eso le sirve para seguir cultivando ese culto al líder y ese sistema tan antiguo y demagógico que ella practica como pocos. Ese nacinalismo rancio y ese populismo que cala en la población y, de paso, oculta los errores de gestión del gobierno.

El gobierno español está actuando como se espera de él. Ha salido en defensa de Repsol porque es una empresa española que está siendo amenazada de mala manera en el extranjero. Una empresa que, además, aporta mucho dinero a Argentina y genera muchos puestos de trabajo allí. No se trata de nacionalismo, ni mucho menos de colonialismo, como algún amante del mundo yupi ha defendido muy seriamente estos días en televisión. Se trata de la actitud lógica de un gobierno que, democráticamente y dentro siempre de la más estricta legalidad, defiende los intereses de las empresas nacionales, que son sus propios intereses. La Comisión Europea también defiende a Repsol. Los distintos miembros del gobierno español que han hablado han repetido el mensaje de que una agresión a Repsol sería interpretada como una agresión a España en su conjunto y, por lo tanto, tendría consecuencias. Nada que objetar al comportamiento del ejecutivo español que está intentando solventar este conflicto de forma dialogada, pero que no tendrá reparos en responder a la agresión si finalmente se produce. A todos nos encantaría que el mundo fuera distinto y viviéramos en un mundo de papel con nubes de algodón, pero la realidad no es ésa y creo que el gobierno español no tiene más remedio que mantener este discurso duro y, llegado el caso, tomar las medidas que sean necesarias. Y Argentina puede tener mucho que perder si las relaciones polítcas y comerciales con España se deterioran por este ataque interventor de su presidenta.

Las palabras de Gaspar Llamazares ayer no tienen desperdicio. Estaba cantado que algunos no iban a dejar la pasar la ocasión para hablar de "colonialismo duro", como definió ayer el político de Izquierda Unida la actitud del gobierno español en este caso. Criticó Llamazares las amenazas del gobierno español. Debe de ser que al político de IU no le parecen amenazas lo que lleva haciendo meses el gobierno argentino con Repsol. Puede que a Llamazares le importa más bien poco lo que le suceda a Repsol. Puede ser que Llamazares en el fondo quiera que les entreguemos a los latinoamericanos todas las empresas que tenemos allí en un acto solemne donde  además les pidamos perdón por los crímenes que llevamos cometiendo allí desde Cristóbal Colón. La tentación de salir en plan súper mega guay y de criticar al colonialismo en el siglo XXI era demasiado grande y Llamazares no se ha resistido. O no comprende del todo bien de qué estamos hablando, o se ha quedado anclado en el pasado, o es de esos que, cuando unos ven progresos y crecimiento de las empresas españolas en el extranjero, sólo ve terrible y cruel colonialismo. Y eso que todavía no ha hablado Cayo Lara.

El PSOE, por el contrario, ha salido en defensa de la acción del gobierno en este caso. Hemos de comprender que se trata de defender los intereses de una empresa española, los intereses de España en su conjunto, pero también de defender la legalidad y la seguridad jurídica que deben tener todas las empresas en el extranjero. Hoy es Repsol, pero mañana puede ser Telefónica o el BBVA si no respondemos como es debido a esta amenaza. Por supuesto que estoy en contra de toda forma de neocolonialismo, pero no termino de ver el paralelismo entre el colonalismo del pasado y los negocios de las empresas españolas en el extranjero. A lo mejor me ha dominado el capitalismo salvaje y soy una causa perdida para la defensa de las grandes injusticias de este mundo. A lo mejor he perdido todos los principios y, sin saberlo, me estoy guiando por un un patriotismo rancio como el que mueve a la presidenta argentina. O a lo mejor hay quien no entiende nada del mundo del siglo XXI. Creo, en todo caso, que el gobierno español debe defender a Repsol y a todas las empresas españolas en el extranjero. Cuando algunos hablan de colonialismo, ¿Se olvidan de que la compra de YPF fue totalmente legal? ¿Se olvidan de que la única que está amenazando es la presidenta argentina? ¿No recuerdan que Repsol no está haciendo nada irregular en aquel país? Algunos hacen cualquier cosa por presentarse como los más de lo más moderno, comprensivo, defensor de todo el mundo y de la utopía fantástica que persiguen mientras otros hacen frente a la realidad.



Comentarios