La obsesión del obispo de Alcalá

Hasta tres veces he dejado de escribir de las sandeces que hemos oído últimamente del obispo de Alcalá de Henares, el señor Juan Antonio Reig Pla. El obispo ha atacado duramente a los homosexuales en varias ocasiones. Primero fue en una homilía de Semana Santa que se emitió por La 2 de TVE, por lo que en toda España pudieron escuchar como el obispo relacionaba homosexualidad con prostitución y se permitía juzgar a las personas por "no orientar bien su sexualidad". Más tarde, en una entrevista en una publicación católica, Reig Pla volvió a la carga y dijo que la sociedad presiona a los jóvenes a ser homosexuales y, siempre pensando en las ovejas descarriadas, aseguró que la homosexualidad se puede curar con la terapia adecuada. Sucede que no es algo que se tenga que curar, a diferencia de la homofobia, que bien puede ser tratada. Lo he dejado pasar porque con los charlatanes y los propagadores de ideas radicales y pensamientos extremistas y fanático lo mejor es no hacerles publicidad.

El señor obispo tiene claras las ideas sobre las maldades de la homosexualidad y está dispuesto a orientar a todo el mundo hacia el buen camino. Por eso ahora da una vuelta de tuerca más y publica cartas de ex homosexuales que, gracias a sus divinas palabras, han salido de ese infierno. Como lo leen. No tengo claro si estas cartas son un invento, lo cual sería grave, o si responden a casos reales, lo cual será muy grave también. Porque lo que se lee en ellas no tiene desperdicio. Este señor debería pensar en el daño que hace a mucha gente con sus palabras. Empezando por él, puesto que el odio y la ignorancia siempre daña en primer lugar a quien cobija esos males, y siguiendo por todas las personas que sufren, no por ser homosexuales, sino por la homofobia que el señor obispo alimenta con esta cruzada insensta y odiosa.

En las cartas, como digo, se leen los agradecimientos de las personas que han dejado atrás su homosexualidad gracias a que el obispo de Alcalá les ha iluminado. "No puedo decir que estoy curado, ni mucho menos, pero sí estoy mucho mejor", se lee en una de esas cartas. En otra se dice que "se está condenando a muchos jóvenes y adolescentes a llevar y aceptar un estilo de vida gay, en el que no sólo no encontrarán el verdadero amor, sino que además encontrarán a menuda soledad, desesperación, frustración..." La carta sigue haciendo una asociación directa entre la homosexualidad y el sida por ""la fuerte actividad sexual que esta vida implica". Son palabras textuales, aunque comprendo que haya quien piense que le estoy tomando el pelo porque no puede haber gente así. Pues parece que sí. El riesgo de los discursos radicales del odio no es tanto que haya quien los lance, sino que suelen encender la mecha para que otras personas tan radicales y obstusas como la que abrió la cruzada los sigan. El señor obispo cuenta sus peculiares tesis sobre la homosexualidad y eso es triste, pero es que hay gente que las sigue, y eso ya es preocupante.

En otra de las cartas se agradece al obispo su valentía y se pide "que se conozca la mentira gay, que se sepa que es posibe el cambio, que se sepa que hay esperanzas para todas aquellas personas que no quieren esa vida de sufrimiento, ese infierno". El señor Reig Pla, que se debe querer mucho a sí mismo, porque publica estar cartas en las que los que han regresado a la senda correcta le elevan casi a los altares, también da las gracias a esto ex perversos seres pir su valentía. El obispo también tuvo unas palabras para quienes no comparten sus pensamientos: "a todos respeto y acojo de corazón. Sin embargo, debo decir que la misión que me ha confiado la Iglesia y la caridad de Cristo me urgen a anunciar la verdad contenida en las Sagradas Escrituras, en el catecismo de la Iglesia católica y en el resto del magisterio de la Iglesia".

Veamos. Este señor es libre de pensar lo que piensa. Es triste y su mentalidad es arcaica, prejuciosa, peligrosa, pobre e ignorante. Pero no podemos cambiar la mentalidad de nadie. Lo que pasa es que él va más allá y no sólo odia y desprecia a muchas personas por el mero hecho de ser homosexuales, sino que emite su discurso homófobo de forma pública aprovechando su posición social que le otorga cierta capacidad de influencia. Sus mensajes nauseabundos pueden ser atacados y rebatidos de múltiples formas, porque no hay por donde cogerlo. Puesto que el señor obispo se tiene que encargar, según dice, de contar la verdad de la Bibilia, alguien debería encargarse de contarle a él la verdad del siglo XXI, la que tenemos a nuestro alrededor. Y esa verdad incluye agresiones, insultos y amenazas a personas cuyo único pecado es ser homosexuales. Las palabras no matan, pero el odio sí. Y la homofobia es odio a unas personas que aman igual que ama el resto de los mortales, sólo que a persones de su mismo sexo. ¿Cuál es el problema?

Chirría que el señor obispo se crea con la superioridad moral suficiente como para orientar a las personas a la senda correcta y juzgar sus comportamientos. ¿De verdad a este señor y a sus seguidores no les entra en la cabeza que los homosexuales no lo son por presión social ni por confusión? ¿De verdad se tragan esas milongas de que el estilo de vida gay (¿?) conduce a la soledad y el sufrimiento? ¿Por qué privan a las personas homosexuales de poder vivir con la misma libertad y los mismos derechos que los heterosexuales? ¿Por qué tienen que soportar estas personas discursos radicales como el del señor obispo? ¿No se dan cuenta de que están alimentando la homofobia y el odio a un numeroso grupo de personas? Ya que hablan tanto de valentía, podrían tener el valor de abrir sus mentes y mirar al mundo. Verán que esa mentalidad que tienen no casa con la realidad actual. Comprobarán que el odio y los prejuicios no conducen a nada bueno. Parece mentira que el señor obispo no sepa mejor que nadie lo malas que son las cruzadas.


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