Mohamed Merah muere tras 33 horas de cerco policial

Durante muchas horas toda Francia (y todo el mundo) estuvo pendiente del cerco policial a Mohamed Merah, el asesino de siete personas en tres ataques terroristas esta última semana, quien se atincheró en un edificio y opuso resistencia hasta el final. Merah era un fanático, alguien guiado por el odio, la falta de escrúpulos y sentimientos, y la carencia total de ideales. Pertenecía, según parece, a un grupo terrorista islamista radical, pero Merah no representa en absoluto a los musulmanes. Es más, este tipo de locos perjudican muchísimo a la comunidad islámica, pues pueden llevar a sentimientos racistas y actitudes intolerantes. La lección que se ha de sacar de todo esto es lo dañino que resulta el fanatismo, sea cual sea el supuesto ideal o la supuesta creencia en la que se esconda, y lo necesario que resulta combatirlo. Este tipo asesinó a siete personas, tres militares, un profesor de una escuela judía y tres niños. Era un ser repugnante, odioso y despreciable, por lo que nada pierde el mundo con su muerte.

Las autoridades francesas querían capturarle con vida para que fuera juzgado. Eso hubiera sido lo ideal, pero el asesino opuso resistencia y disparó con "extrema violencia" sobre los agentes que asaltaron el edificio donde se atrincheró. Lo ocurrido estos días con Merah ha conmocionado a la sociedad francesa y ha despertado también varios debates. Lo más importante es que este tipo ha acabado con la vida de siete inocentes. Eso es lo único irreparable, por lo que es lo primero que nos debe ocupa y que debe centrar todos los análisis. Siete personas, tres de ellas niños, han muerto víctimas del fanatismo y la ira de este individuo. Por eso, al margen del resto de consideraciones que se puedan hacer tras este episodio de violencia, la primera y fundamental debe consistir en combatir el fanatismo y el odio. Y eso es lo mismo que fomentar la convivencia y la tolerancia. Sarkozy anunció ayer un cambio legal para castigar penalmente a quienes entren de forma regular en páginas que fomenten el odio y la violencia. Aunque parece una de esas medidas tomadas en caliente, algo que generalmente es poco recomendable, no suena descabellado que se persiga a este tipo de gente que utiliza también Internet para propagar sus prejuicios y su ideología del odio.

Es importante que este terrible suceso no dañe la relación entre las diferentes culturas y las diferentes creencias. El riesgo que se corre con este tipo de atentados a los que ponemos la etiqueta de islamistas es que conduzcan a actitudes racistas contra los musulmanes. Confío en que esto no suceda. Entre otras cosas, porque sería terriblemente injusto, ya que trastornados como Merah no representan al Islam ni a los musulmanes. Sólo representan lo peor del ser humano y lo peligroso que es el odio al diferente y el fanatismo. Por eso la reacción deseable de la sociedad francesa debe tender a la unidad, a la convivencia y a la comprensión del otro, no a la separación o a los recelos.

Muerto el asesino, se debate en Francia sobre posibles errores de las autoridades tanto en la gestión de las últimas horas como en el hecho de que este individuo estuviera fichado por la policía y hasta en la lista negra del FBI. ¿Se podría haber evitado la tragedia? ¿Se cometió algún error? ¿Se combate convenientemente al radicalismo? También se habla ahora de la duración del erco, de por qué se esperó tanto para actuar si el resultado final ha sido la muerte de Merah por un disparo en la cabeza. En fin, es lógico que surjan estos debates y sospechas sobre si se gestionó o no adecuadamente este caso tanto antes como después de sus ataques terroristas. Lo que parece claro es que el asesino tenía planes de seguir matando y, en ese sentido, nadie debería negar el mérito de las autoridades francesas de neutralizar la amenaza con el cero policial. El resultado final del asalto ha sido la muerte del terrorista, pero era a lo que estaba abocada la situación. Él quería morir matando y no iba a rendirse bajo ningún concepto. ¿Cómo va a ser posible negociar la rendición con alguien que es capaz de asesinar a sangre fría a tres niños mientras, encima, les graba en cámara? Su muerte era el fin lógico de la operación e, insisto, no es ningún drama para nadie. No perdemos nada con su muerte. Sí perdimos mucho con lo que hizo en vida.

También es de esperar que los políticos franceses, inmersos en un periodo electoral de cara a las presidenciales, no aprovechen estos sucesos en la campaña. Lo ideal sería que este asunto quedara lo más fuera posible de la campaña, pero no será así. Desde la extrema derecha de Marine Le Pen, que agitará el discurso del odio a los musulmanes y su racismo indisimulado, hasta formas más sutiles de introducir el asunto en la campaña hablando de seguridad. Espero que al menos los dos grandes candidatos, Sarkozy y Hollande, sepan estar a la altura y mantengan durante lo que queda de campaña el mismo savoir-faire que han demostrado durante estos días. Utilizar las muertes políticamente es inmoral y confío en que nadie tenga la tentación de hacerlo.

Comentarios