Primer gran pleno del año

Ayer se celebró en el Congreso de los Diputados el primer gran pleno del año y el primer pleno con contenido real y medidas de la legislatura. Fue una sesión algo extraña en cuanto a los portavoces que defendieron las posturas, ya que Rajoy delegó la defensa de los recortes en Cristóbal Montoro y en el PSOE, enredados como andan en sus disputas internas por elegir secretario general, fue José Antonio Alonso quien puso voz a la postura del grupo socialista en el Congreso. Por lo demás, lo más destacado del día fue que el PP logro el apoyo de CiU a sus medidas, por lo que sumó los votos de los diputados nacionalistas catalanes a los de su mayoría absoluta para aprobar con comodidad el primer plan de ajuste. 197 votos a favor, 138 en contra y 4 abstenciones. El resto de grupos de la oposición se han mostrado contrarios a estas medidas y algunos, como Cayo Lara (IU) creen que lo único que coneguirán será crear más paro y avanzar hacia la recesión.
El pleno dejó varios puntos interesantes: el apoyo de CiU, la no presencia de Rajoy, los argumentos dados por Montoro para justificar la subida de impuestos y alguno más. Empecemos por esto último, por la comparecencia del ministro de Hacienda. A Montoro le pasó ayer en el Congreso lo que les sucede a muchos responsables políticos cuando llegan al gobierno después de un tiempo en la oposición: se dedican a hacer oposición a la oposición. Es una especie de complejo que, generalmente, se pasa con el tiempo. Supongo que debe de costar pasar del comportamiento partidista a una actitud debida como ministro, así que Montoro, como tantos otros, optó por lo que tan acostumbrado estuvo a hacer estos últimos años, es decir, criticar al PSOE. Dijo que el gobierno anterior mintió en relación a la cifra de déficit y que con los socialistas en el poder siempre pasa lo mismo: paro, déficit, incluso déficit oculto, llegó a decir. Ese síndrome de oposición que a tantos nuevos ministros ha afectado en tantas ocasiones debería ser tratado con urgencia, porque no creo que nadie espere del ministro de Hacienda discursos partidistas. No es ésa su labor, que para eso ya estarán Gonzáles Pons y compañía.
Montoro acusó, como digo, al anterior gobierno de mentir y su discurso estuvo algo por debajo de lo esperado. En todo caso, lo más extraño es que no fuera el presidente del gobierno el que diera la cara y defendiera esas medidas. Rajoy dio la entrevista a la agencia EFE y con eso, al parecer, debemos contentarnos hasta Dios sabe cuando. José Antonio Alonso, portavoz del PSOE, dijo que era el primer presidente europeo que no daba la cara en el Congreso para explicar medidas de ajuste. El socialista dijo que el PP sabía perfectamente lo que iba a hacer, pero se lo olcutó a sus votantes de forma premeditada. La actitud del PSOE con este tema del déficit y el desfase, por cierto, es algo incómoda para ellos, supongo. Su discurso se aproxima en ocasiones demasiado al reconocimiento de que han mentido. Es algo así como "señores del PP, ustedes sabían perfectamente que les íbamos en engañar con el dato de déficit". No parece serio. Sucede que el PP sabía que el déficit sería mayor del esperado, puesto que el desfase proviene en gran medida de las Comunidades Autónomas (gobernadas en su mayoría por el PP), pero eso no exime de responsabilidad al PSOE que, como gobierno, dio una cifra que se ha visto desmentida por la realidad. Y sí, el PP gobierno en muchas comunidades, pero ¿de verdad es culpa del gobierno de De Cospedal, por ejemplo, el déficit de Castilla La Mancha?
Lamentable todo. Quién nos iba a decir que el modélico traspaso de poderes iba a derivar en una discusión sobre quién ha engañado a quién sobre esta o aquella cifra. Por sintetizar, si 3/4 partes del desfase de décifit proviene de las Comunidades Autónomas, el PP estaba al tanto de gran parte de esa desviación, pues sea su culpa o no conocen desde mayo las cuentas de muchas de esas administraciones autonómicas; y si el gobierno de Zapatero dio una cifra de déficit del 6% y se acabó por encima del 8%, algo harían mal, digo yo. Ayer, en todo caso, Rajoy consideró que no era necesario gastar saliva en en pleno y Rubalcaba, por aquello de no tener ventaja de más sobre Chacón, tampoco habló. Los que salen y los que entran, los dos, tienen responsabilidad en todo este lío. Unos no supieron gestionarlo bien en el gobierno central, otros no han sido ejemplo de sinceridad y tampoco es que hayan hecho milagros en comunidades que sí llevan gobernando mucho tiempo (ahí está la desastrosa situación de las cuentas en Valencia).
Del resto de partidos lo más destacado fue el apoyo de CiU a las medidas. Aunque los nacionalistas catalanes no están del todo de acuerdo con los ajustes, sobre todo con la subida de impuestos, decidieron votar a favor del plan por responsabilidad, coraje y todas esas bonitas palabras que buscan situar al partido que pide un pacto fiscal nuevo con España y que cree que paga demasiado como una formación responsable y sensata que una y otra vez sostiene a este país y pone cordura y sentido común. Más parece que CiU no quiere perder el apoyo del PP en Cataluña, donde ellos son los que toman duras medidas de ajuste, y que están buscando otro tipo de entendimiento con Rajoy. De todos modos, no creo que el gobierno central vaya a ceder en la principal reivindicación de CiU, el pacto fiscal. Los mensajes de Montoro y De Guindos, no siempre coincidentes, por cierto, no van en la dirección de hacer este tipo de concesiones. No estamos para alegrías de este tipo y más bien parece que el gobierno quiere, con razón y sensatez, controlar de algún modo los presupuestos de las Comunidades Autónomas. Es lógico, habida cuenta de que se han cometido muchos errores y se ha derrochado mucho. Algunas comunidades han gastado a manos llenas, como nuevos ricos, con dinero ajeno (el del ciudadano). Ahí están las inútiles embajadas de ciertas comunidades en el exterior (útiles si lo que se pretende es colocar a los amiguitos de turno) o los aeropuertos sin aviones. Son sólo dos ejemplos. Pretender poner freno a estos y muchos otros desmanes es un propósito muy lógico.
El portavoz de IU, Cayo Lara, defendió en el Congreso que las medidas aprobadas ayer serán malas para el empleo y para la economía, y en esa línea se mostraron otros portavoces de la oposición. Por su parte, el Grupo Mixto está mosqueado con mucha razón. Son ocho grupos, pero sólo pudieron hablar tres. Todo esto viene derivado de la decisión política de dejar a Amaiur sin grupo parlamentario propio. Podrán ser rivales políticos y nos podrá sentar mal que estén donde están, pero han sido elegidos y no considero acertado que por cuestiones formales queden sin posibilidad de formar grupo y se vean integrados en el Grupo Mixto con siete diputados. Naturalmente, y como era de prever, eso es una jaula de grillos y no se están pudiendo escuchar las voces de todos los partidos que lo componen. La torpe decisión del presidente del Congreso de no dividir el tiempo entre todas las formaciones, como se venía haciendo hasta ahora, y el no ser algo más flexibles con esta situación ha provocado la reacción de todo el Grupo Mixto. No caigamos en la tentación de hacer del Congreso de la legislatura más plural de la reciente democracia en un lugar donde se acallen muchas voces que, gusten más o gusten menos, representan a sus votantes y están ahí para ser escuchadas.

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