Noche de Reyes

Cinco de enero. Noche mágica donde las haya, noche especial y en la que los niños, que en el fondo somos (o podemos ser) todos tengamos la edad que tengamos, disfrutan de manera especial. Es su noche. Esa en la que dejan una zapatilla para que Melchor, Gaspar y Baltasar no se equivoquen y les dejen convenientemente sus regalos. La noche en la que, muy serios, piensan en si han sido buenos para intentar descartar totalmente que puedan recibir carbón. Es la noche en la que saldrán a las calles a ver pasar a sus majestades de Oriente. La noche en la que se tendrán que ir pronto a la cama. En fin, la mejor noche del año.

Son muchos los recuerdos que tengo de mi infancia y, afortunadamente, hay muchos muy buenos, pero ninguno está a la altura de esas noches de víspera de Reyes. Estos días hay quien desea que ojalá fuera Navidad todos los días del año, que el espírito navideño que nos lleva a portarnos bien con los demás y a sonreír perdurará. A mí me encantaría que los 365 (366 este 2012) días del año tuviéramos todos esa mirada inocente, clara y maravillosa de los niños la noche de Reyes. Nada hay más bello ni más tranquilizador que la tierna mirada de un niño. Esta noche es para ellos, para que disfruten de la esperanza de recibir regalos, para que siempre crean en la magia y para que rían constantemente como es su obligación.

Los niños, naturalmente, necesitan maestros en las escuelas y también que sus padres les enseñen muchas cosas. Todo lo que somos los que podemos consideranos adultos de un modo u otro se lo debemos en un elevado porcentaje a nuestros padres, a todas las personas que nos enseñaron. Pero también hay muchas cosas que podemos aprender de los niños. Ellos no tienen, por ejemplo, esos odiosos prejuicios, ni esos rencores u odios que nos ciegan a los mayores y nos hacen más pequeños. Ellos son absolutamente sinceros, no saben qué es la hipocresía, por ejemplo. Si un niño te sonríe es porque está a gusto contigo y si deja de estarlo te lo dirá sin dudar. Es sólo un ejemplo. La inocencia infantil, su fe ciega en muchas cosas, la maravillosa seriedad con la que juegan y la fuerza de sus sueños son otros buenos ejemplos de cosas que podríamos conservar.

Todos hemos sido niños. Todos hemos salido a ver la cabalgato de los Reyes Magos y todos hemos disfrutado la noche el 5 de enero y la mañana del 6. Pues bien, ¿por qué no seguimos siendo niños de algún modo? ¿por qué no seguir disfrutando de la magia de esta noche? En otro grado, por supuesto, pero sería algo positivo para todos. Lo que más admiro de los niños es su ilusión. Nos vamos haciendo mayores y vamos perdiendo esas ilusiones. Ojalá todos conservemos al menos una gran ilusión y creamos en ella tanto como los niños y niñas creen en las suyas.

¡Que los Reyes se porten bien con todos esta noche!

Comentarios