Reino Unido se aleja de Europa

Todo el mundo estaba pendiente de lo que dijeran ayer en la Cumbre europea Merkel y Sarkozy, pero resultó que el gran protagonista fue David Cameron. La canciller alemana triunfó, y de su mano el presidente francés, pero su éxito no fue total debido a la resistencia del primer ministro británico a que sus entidades financieras tengan que pasar el mismo tipo de controles que el resto de entidades europeas. Cameron busca así proteger la City y alardea de no estar en el euro. La distancia entre Reino Unido y Europa crece con esta decisión, ya que la UE va a avanzar con todos sus miembros, a excepción de los británicos, de la mano. Ayer escribía que el acuerdo quedaba cojo sin el apoyo de Cameron, y lo sigo pensando porque el Reino Unido no es un país cualquiera con poco peso, pero también es cierto que el que se queda solo en este momento es aquel país y puede que a él le afecte más que al resto de Europa esta postura de resistencia numantina de su primer ministro. El tiempo dirá.

Merkel, emperatriz europea, prometió en las horas previas a la cumbre que se alcanzaría un acuerdo importante. Su compañero de fatigas y reuniones, Nicolás Sarkozy, había anunciado en la previa que Europa no tendría una segunda oportunidad y que estaba más cerca de explotar que nunca. Los dos tenían claro que la Cumbre de ayer era muy importante y que si seguían pasando reuniones al más alto nivel sin alcanzar acuerdos y lograr esbozar un plan para salir de la crisis, la UE pasaría serios apuros. Las tesis de Merkel se han impuesto en todo. De ella es la idea de incluir la regla de oro del déficit a nivel constitucional, de ella también aumentar las sanciones a los países incumplidores y ella fue quien frena una y otra vez la creación de eurobonos o la intervención más activa del Banco Central Europeo en la compra de deuda. Merkel, por lo tanto, volvió a salir victoriosa, pero lo realmente importante no es qué líder impone sus tesis, sino si las medidas acordadas serán buenas para Europa.

El protagonismo casi absoluto de la canciller alemana ha quedado en parte deslucido por el primer ministro británico, David Cameron. Él ha sido el único líder europeo, secundado debilmente en un primer momento por Hungría, que ha jugado el papel de aguafiestas en esta Cumbre. Reino Unido no es un miembro más de la UE. No lo es porque su peso es notablemente superior al de muchos otros, y tampoco lo es porque tiene muchas particularidades que deben ser tenidas en cuenta. Al tener mucho peso a nivel económico, está clara la importancia que hubiera tenido que Cameron apoyara este acuerdo. Las peculiaridades de este país son también evidentes. Es el Estado de la UE con más euroescépticos por metro cuadrado. Allí la postura de Cameron, que en algunos diarios europeos ha sido severamente criticada, es muy popular. Los británicos quieren estar en Europa si eso les da algún tipo de beneficio. Como no es el caso en este momento, basta con salir en la foto pero siempre sobreponiendo los intereses del Reino Unido a los intereses comunes de una Unión Europa que a muchos allí ni les va ni les viene.

¿En qué posición política queda Reino Unido? De entrada, se quedan bastante solos. Cameron se apresuró ayer a declarar que esto no era así y que no están excluidos. Afirmó que a veces hay que quedarse fuera y que el resultado de la Cumbre de ayer supondrá tan sólo un cambio en sus relaciones con Europa. El golpe encima de la mesa de Cameron, su frontal oposición a apoyar los cambios que el resto de países miembros sí aceptan puede tener muchas valoraciones. Las más inmediatas y simples van en la línea de lo que antes comenté: en el Reino Unido esta postura es muy popular y los ciudadanos británicos no reprocharán a su primer ministro que les haya dejado excluidos del resto de la UE. La postura de Cameron en la Cumbre es el claro ejemplo de lo que no se debe hacer si lo que se busca es caminar hacia un escenario de más Europa y con una mayor unidad real entre los Estados miembros. Reino Unido no está en el euro ni en otros acuerdos europeos y Cameron se enorgullece de ello.

La pregunta pertinente ahora tal vez sea si este alejamiento de la UE beneficiará o perjudicará a David Cameron y, sobre todo, al Reino Unido en su conjunto. ¿Perderá peso internacional? ¿Quedará en un siempre intrascendente segundo plano? ¿Le generará algún probema inesperado en casa? Según parece los euroescépticos están lanzando las campanal al vuelo y ya hay quien dice que se reabre el nunca cerrado debate sobre la separación total y definitiva del Reino Unido de la UE. Su postura de ayer puede ser interpretada como un estrepitoso fracaso (a nadie le gusta quedarse aislado) o como una valiente defensa contra viento y marea de los intereses nacionales. Algunos analistas consideran que, en el fondo, Cameron nunca pensó que el resto de países de la UE serían capaces de avanzar en un acuerdo dejándole solo. Se equivocó.

El líder de la oposición, Ed Miliband, ha criticado ya las técnicas negociadoras del primer ministro. Según él debería haber buscado alianzas con otros países europeos para defender mejor los intereses británicos. También considera el político laborista que con este aislamiento el Reino Unido perderá influencia internacional. Y ahí está una de las claves. De un lado está el Reino Unido, país muy importante, sin lugar a dudas, pero un solo país. Del otro, la inmensa mayoría de la Unión Europea, con Alemania o Francia entre ellos. ¿A quién van a escuchar en Estados Unidos o China? ¿Quién va a ser más representativo? En definitiva, ¿quién va a llevar la voz cantante? No será cómoda la posición en la que queda el Reino Unido para Cameron. La consecuencia más inmediata de su aislamiento puede ser esa pérdida de influencia que teme el líder de la oposición. Si Cameron defendió con tanta rigidez e insistencia que la City no fuera tratada igual que el resto de entidades financieras, por algo será (los negocios de la City suponen mucho para el Reino Unido), pero quedarse solo puede no ser mejor opción.

En el fondo la situación del Reino Unido es más o menos la siguiente: sigue formando parte de la Unión Europea, como díscolo, pero sigue siendo miembro; por lo que queda en una situación en la que puede sucederle que ni pinche ni corte. Con él no cuentan el resto de países europeos para tomar las medidas necesarias para salir de la crisis y tendrá que hacer la guerra por su cuenta. Si en toda Europa se van a vivir cambios, el Reino Unido asistirá a ellos como convidado de piedra y no podrá hacer nada más que oír, ver y callar. Será un mero espectador de la transformación de Europa. Si estos cambios fracasan, que todo puede pasar, siempre podrá presumir de no haber formado parte de ellos. Pero, ¿y si todo empieza a ir bien? ¿Y si ayer se sentaron las bases de la recuperación? Pues el Reino Unido quedaría en posición de fuera de juego.

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