El futuro del PSOE

Hoy todo el mundo habla de Merkel y de cómo, una vez más, ha impuesto sus tesis a Nicolás Sarkozy. El presidente francés aspira a figurar en la foto y a que parezca que él es importante en la toma de decisiones en la Unión Europea, pero no puede disimular que la canciller es la que realmente manda. Si ella dice que no quiere eurobonos, pues nada de eurobonos hasta que cambie de opinión, si es que lo hace algún día. Pero hoy quiero hablar de la situación en el PSOE después del hundimiento electoral del pasado domingo. El debate que tienen todos los socialistas gira en torno a quién debe ocupar el puesto de secretario general, aunque algunos como Bono apuntan también la necesidad de plantearse qué tipo de partido quieren ser. Rubalcaba, candidato en estas elecciones, parece el candidato preferido por la mayoría de líderes regionales y cuenta con el apoyo, o eso parece, del aparato del partido. Chacón se lo está pensando y quizás esté midiendo apoyos.

No es desacertada la reflexión del presidente del Congreso. El PSOE está centrando todos sus debates en ponerle cara al nuevo proyecto socialista, pero tan importante como eso es decidir cuáles deben ser las líneas maestras de la labor de oposición en los próximos años. El batacazo electoral de los socialistas es un castigo por la gestión de la crisis, pero refleja de forma inequívoca algo más grave: más de cuatro millones de personas se han alejado del PSOE, le han dejado de votar, es decir, han dejado de verse reconocidas en ese partido. La política es cuestión también de imagen y de caras, pero deben primar los proyectos, las ideas, las actitudes positivas y responsables. El PSOE quedará en una debilidad notable en el Congreso. Tal es así que la holgada mayoría del PP le permitiría no contar con los socialistas para casi nada (lo cual sería un error), incluso podría obviarlos para una reforma constitucional y buscar apoyos en otros grupos. No digo que sea lo que el PP debería hacer, todo lo contrario, pero refleja hasta qué punto no es igual quedar en la oposición con 150 diputados que hacerlo con 110.

Por lo tanto, es lógico que el PSOE ande preguntándose quién debe poner cara a la nueva etapa en el partido, pero en el fondo lo más importante debería ser lo que esa persona va a defender. Rubalcaba y Chacón parecen los dos candidatos cuya presencia en la carrera por la secretaria general, a día de hoy, se da casi por segura. Está por ver si hay algún candidato sorpresa al estilo de Zapatero en el Congreso en el que se enfrentó a José Bono, que era el gran favorito, y que aupó al presidente en funciones a la secretaría general del PSOE. No falta quien cree que una cara nueva es lo que necesitan los socialistas. Se señala, por ejemplo, a Eduardo Madina, del PSE, pero él mismo se descarta por el momento. Una condición no indispensable pero sí muy recomendable para liderar el PSOE es estar en el Congreso, lo que descataría a algún que otro candidato outsider que suena estos días en la prensa. El próximo secretario general del PSOE puede no ser el próximo candidato del partido a las generales. Ésta es otra cuestión que puede ser importante. Se podría optar por elegir a alguien para liderar los primeros años de la travesía por el desierto y dejar para más adelante la elección de la cara del partido para las elecciones.

Rubalcaba cuenta con el apoyo de gran parte del partido, al menos en lo que a los altos mandos se refiere. ¿Con quién está la base del PSOE? Durante la campaña al candidato socialista se le mostró mucho cariño, pero hay que tener en cuenta dos factores no poco importantes. El primero es que Rubalcaba era el candidato de su partido y, aunque el cariño no fuera del todo sincero (no sé si lo era o no), tampoco convenía poner más palos en las ruedas. El segundo, no menos importante, es que con Rubalcaba como candidato el PSOE se ha estrellado. Colocar como líder del partido a la cara de la derrota puede ser un error. A favor de Rubalcaba está que, hoy por hoy, no hay cara en el PSOE que no se pueda asociar a la derrota, o casi. Chacón, por ejemplo, no ha sido capaz de obtener unos buenos resultados para el PSC que poder tirar a la cara a Rubalcaba y que le acreditaran como futura líder del partido. Y en esas están casi todos los líderes regionales del PSOE.

Rubalcaba es un político muy capaz, también lo es Chacón. Cuando la ministra de Defensa dijo en campaña que una mujer catalana podía ser líder del PSOE y presidenta del gobierno no estaba haciendo un discurso feminista y en defensa de su Comunidad Autónoma, o no sólo eso, sino que estaba dando en el clavo, con la segunda cuestión, de la mayor dificultad con la que se encontrará si aspira finalmente a liderar el PSOE. Chacón es catalana, es decir, pertenece en sentido estricto al PSC y no al PSOE. El PSC es un partido diferente al PSOE, aunque ahora la relación es mejor que en momentos del pasado. Los socialistas suelen medir mucho estas cuestiones territoriales y no sé si en algunas federaciones del partido, estoy pensando en la andaluza por ejemplo, se aceptaría que Chacón fuera la secretaria general. No porque sea catalana, sino porque a muchos dentro del partido no les haría mucha gracia (o eso creo) que al frente del PSOE se pusiera alguien proveniente del PSC.

Es pertinente, por lo tanto, plantearse el debate de si es justo que Chacón tenga como obstáculo este asunto. Yo creo que no. Si la mayoría del partido pensara que ella es la persona más capacitada para ponerse al frente del partido, poco debería importar que venga del PSC. Su otro gran obstáculo, no hay que olvidarlo, es que el aparato del partido está del lado de Rubalcaba. A Chacón la apoyarían desde el PSC y desde algún otro lugar concreto, pero da la sensación de que las cuentas le salen más a Rubalcaba. Tomás Gómez, cómodo en su eterna posición de díscolo, sí estaría al lado de Chacón, o eso se desprende de algunas declaraciones del líder de los socialistas madrileños. El PSOE, en todo caso, tiene que hacer frente a una renovación profunda del partido y, sean quienes sean los candidatos, sí sería importante que el proceso fuera democrático, plural y abierto.

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