Preocupación en Haití

La creciente preocupación por la situación en Haití me ha llevado a escribir esta entrada sobre la actualidad en el panorama internacional que a veces descuidamos pero que estos días nos trae noticias de un gran interés y que debemos tener en cuenta. Una de ellas, desde luego la más grave en cuanto a que necesita de nuestra ayuda de forma urgente, es la situación que está viviendo Haití en relación al cólera. Esta enfermedad se ha llevado la vida de más de doscientas personas. Tras la inicial preocupación del mundo entero que se volcó co Haití tras el desastre que padeció, pasamos al olvido más absoluto. Primero los medios tratan cada vez menos el tema, debido a que ya parece no haber una gran urgencia, después regresan a casa los enviados especiales y más tarde solo nos acordamos del problema cuando alcanza dimensiones extremadamente preocupantes como es el caso de la extensión del cólera en el país.
253 personas han muerto ya y, aunque los organismos oficialies no confirman aún que el virus se haya extendido a la capital, Puerto Príncipe, hay informaciones de que ya se han dado los primeros casos de esta enfermedad en esa ciudad. Lo cierto es que Haití vive una situación de absoluta emergencia sanitaria. Se deben tomar las medidas necesarias para minimizar lo máximo posible los efectos de esta enfermedad. Diez meses después del terremoto, las condiciones de vida de los haitianos siguen siendo muy mejorables y esto no ayuda, todo lo contrario, a contener la alerta sanitaria, a luchar contra el cólera.
En total ha habido hasta el momento 3015 casos, y las últimas informaciones que recoge el diario El País en su edición digital hablan de que el brote de cólera podría estar estabilizándose. En todo caso, la comunidad internacional que reaccionó, seguro que con algún error, pero con firmeza y determinación en su respuesta solidaria a Haití tras el terremoto, debe ahora estar a la altura de las circunstancias y así ofrecer toda la ayuda que sea necesaria para que realmente se estabilice la situación y se pueda seguir luchando sin brotes de enfermedades tan graves como esta por reconstruir el país tras el terrible terremoto.
Critico que se retire el foco mediático de estos lugares, pero reconozco que la lógica de los medios hace inviable que siguieramos hablando de Haití con cierta frecuencia diez meses después del terremoto. La historia se repite siempre, yo creo que las personas que se dedican a ayudar a las gentes de los países donde suceden estos fenómenos naturales devastadores se conformarían con que no cundiera la impresión de que porque un asunto, en este caso la situación de Haití, no esté en los medios, no significa que el problema ha desaparecido, porque los problemas de tanta gravedad no desaparecen de la noche a la mañana.
Las campañas que se hacen tras un terremoto o alguna circunstancia similar son ciertamente ejemplares y elogiables. Pero sería conveniente que no nos olvidáramos de que el problema sigue después de que las cámaras de las televisiones se marchan del lugar. Los medios marcan la agenda de lo que se cuenta, pero no de lo que sucede. Por eso es tan importante que en estos casos tratemos de seguir, en la medida de lo posible, ayudando y estando pendientes de lo que pase en países que ya de por sí son pobres y que se tiene que enfrentar a una situación límite. Haití vuelve a aparecer ahora en los periódicos y en los telediarios, cuando deje de aparecer, el problea no se habrá esfumado. Quizás sí la urgencia inicial, mas no el probema de fondo por el que siguen trabajando tantas y tantas personas a las que nunca se les reconocerá bastante su labor con los más necesitados.
La solidaridad es un valor que debe tenerse en cuenta siempre por parte de los Estados y también por cada uno de nosotros de forma individual. Debemos tratar de dejar de mirarnos el ombligo y pensar en que si a nostros nos afecta la crisis, hay a personas a las que les cuesta la vida una reducción en las dotaciones para cooperación internacional. Por eso Haití es un símbolo del gran reto que tienen los países desarrollados, deben preocuparse porque haya menos desigualdades en el mundo. Desde luego no solo cuando haya cicunstancias especiales como el terremoto de Haití. Siempre debe ser un punto que aparezca en la parte de arriba y no en la letra pequeña. Estamos obligados a dar oprtunidades a los países que están en situaciones realmente lamentables en relación a la vida que llevan sus habitantes.
Por tanto, debemos estar pendientes de lo que pasa en Haití porque allí faltan muchas cosas por hacer para poder volver a una situación de relativa normalidad, mucho más para que los haitianos tengan unas condiciones de vida más dignas y acpetables. Hay que vencer al cólera y a todos los obstáculos que se pongan por delante. Y para ello Haití debe recibir ayuda de todos los países desarrollados. Es una cuestión de justicia y espero que en un plazo razonable de tiempo podamos hablar de crisis superada, en relación al cólera, y de esfuerzos redoblados para mejorar las cosas en aquel país.
Hoy es Haití el centro de los focos, pero a la vez que sucede esto en Haití, hay otros países en otros continentes donde lo están pasando mal y los países que están más desarrollados deberían poder tener una capacidad de empatía mayor. A nosotros nos gustaría que nos ayudarán a levantarnos si nos caemos, bien pues hay países que nunca han podido estar de pie. Por eso es tan importante colaborar con aquellas organizaciones que llevan a cabo labores impagables en países con necesidad. Por eso tan importantes son los Objetivos del Milenio. Está en juego dejar a nuestros nietos un mundo mejor del que nos dejaron nuestros abuelos.

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