Wicked


 Aunque, desde luego, no lo parece a simple vista, Wicked es fundamentalmente una película sobre el poder y sus verdades oficiales. Es también un musical desacomplejado, con excelentes números musicales y pegadizas canciones. La película, en fin, es un festival apabullante, cuyo envoltorio esconde algo mucho más profundo de lo que cabría esperar, un filme excelente que llega a la gran pantalla el musical teatral ambientado en el mundo de Oz que lleva más de dos décadas triunfando en Broadway y que imagina una versión alternativa a la clásica historia. 

La película tiene algún que otro guiño al filme original, el que todos recordamos, pero el grueso de la historia transcurre años antes, porque explora el origen de la bruja del Oeste. Así que al comienzo del filme vemos las reacciones de júbilo de los habitantes de Oz ante la noticia de su muerte, pero la mayoría del filme se centra en un salto atrás en el tiempo en el que conocemos el nacimiento de esa bruja verde y sus años de formación en la universidad de magia. Vemos en una escena fugaz de lejos a Dorothy, el león cobarde, el hombre de hojalata y el espantapájaros al inicio del filme, y también referencias al mítico camino de baldosas amarillas, pero lo original e interesante de la película es el enfoque completamente distinto que se le da, cuenta otra historia que, ya digo, tiene más miga de lo que parece

Resulta que, entre maravillosas canciones, con una preciosa recreación del mundo de Oz y escenas visualmente deslumbrantes, Wicked plantea cuestiones serias como el racismo o, en general, el rechazo a otros por ser diferentes. En este caso, a Elphaba por ser verde y a los animales, que antes hablaban y convivían con los humanos, pero a quienes se les hace cada vez más la vida imposible

La película no deja de ser, además de muchas otras cosas, una inteligente sátira sobre el poder y la política, sobre el populismo y los bulos, sobre la facilidad de los gobernantes para unir a su pueblo en torno a un enemigo común, sobre los discursos simplistas que agitan a las masas. El personaje de Glinda, una joven superficial, interesada sólo por la imagen, obsesionada con la impresión que causa en los demás y que cree que pensar es una actividad sospechosa, simboliza buena parte de los males de nuestra sociedad, esa que sólo da importancia a las apariencias, y se contrapone a Elphaba, mucho más reflexiva, y que ha vivido una infancia de acoso y rechazo por ser diferente, pero que tiene magia y unas habilidades especiales. 

Hay un número musical especialmente significativo en la película cuando Glenda quiere congraciarse con Elphaba y le explica que la ayudará a ser popular, porque eso es lo más importante, porque no se trata ni de ser inteligente ni de pensar ni de profundizar en las cosas, no, en este mundo se trata simplemente de atraer y causar una buena impresión, de alimentar la imagen propia, pero con enorme superficialidad. Es una crítica brillante a la política, también al postureo de las redes sociales. En general, la película le hace un buen traje a esta sociedad de las apariencias, de las vidas perfectas en redes, de las mentiras de los gobernantes.  

También es interesante que la película se centre en el personaje de la mala de la película, claro, para saber cómo llegó hasta allí, tal vez para comprobar que en realidad no era tan mala, que hay que poner en cuarentena las verdades oficiales, los cuentos que nos cuenta el poder.  La película está dividida en dos partes, y la segunda se verá el próximo año. Tiene una evidente lógica comercial, por supuesto, para hacer más caja, pero en este caso también tiene ua cierta lógica narrativa, porque la primera parte corresponde a lo que se cuenta en el primer acto del musical teatral

La película, dirigida por Jon M. Chu y en la que Cynthia Erivo y Ariana Grande dan vida de forma sobresaliente a las dos protagonistas, ha sido, por supuesto, titulada de woke por esa parte de la sociedad que desprecia todo lo que les suene progresista y que llaman inclusión forzada a cualquier presencia de personas pertenecientes a minorías en el cine, porque a esa gente le molesta mucho que aparezcan personajes que no sean blancos, por ejemplo, y siempre les parece un engendro forzado todo lo que no sea la clásica historia blanca y heteropatriarcal de siempre. Esas historias, por banales y repetidas que sean, nunca les cansan ni generan malestar alguno, pero ay como a alguien se le ocurra meter en su película a personas negras, por ejemplo. Inclusión forzada. Chupito. Así que tengo claro que no faltarán quienes, enfermos de fanatismo, se queden con una lectura simplista de esta película y la repudien por woke. Ellos se lo pierden, porque Wicked es una película divertida, original, visualmente deslumbrante y muy inteligente. Ofrece todo lo que le podemos pedir a un gran musical

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