Las voces de la radio


El estreno en Movistar Las voces de la radio, el documental dirigido por Rebeca Fernández Soto sobre este medio único, coincidió con la catastrófica dana que provocó más de 200 muertos en Valencia. Aquella tragedia fue la más reciente ocasión en la que la radio mostró su vigor, su conexión especial con los oyentes, su excelente salud y su vocación de servicio público. Las emisoras se volcaron desde el principio con la cobertura de la dana y se pusieron al servicio de las víctimas, de las personas que buscaban a sus familiares o de quienes necesitaban pedir ayuda. En el comienzo del documental se muestra unos rótulos en los que se hace mención a la dana y al gran papel de la radio, siempre la radio.

Los fanáticos de este medio único hemos visto todos los documentales que se han hecho sobre la radio. Los devoramos ávidamente, de hecho. No es que haya muchísimos, pero tampoco son pocos, así que no es tan fácil hacer algo distinto. Las voces de la radio lo consigue. Creo que su gran acierto es dar presencia a una parte esencial de este medio que suele olvidarse o sólo se menciona como presencia de fondo en otros documentales sobre la radio: los oyentes. Porque la radio establece un vínculo con  el público que no logra ningún otro medio.

Lo único malo que puedo decir de este documental es que cuenta con sólo dos capítulos. Creo que podría haber dado mucho más juego. El primer capítulo se centra en los oyentes y el segundo, en la rutina de las principales voces de la radio en las distintas franjas horarias. Los dos son deliciosos. Es el primero el que ofrece más curiosas historias, muy ilustrativas de ese vínculo fortísimo entre la radio y los oyentes. Por ejemplo, la historia de una pareja que se conoció en una quedada cuando despidieron a Paco González de la Ser, y en cuya boda sonó una sintonía del programa. O la emotiva historia de una oyente de Onda Cero que escribió a Alsina cuando su vecina de abajo falleció en la pandemia. 

La pandemia ocupa un espacio importante en este documental y creo que es adecuado, porque otro de sus aciertos es que no adopta el tono nostálgico habitual de este tipo de documentales sobre la radio. No porque no sea apasionante su historia, que lo es, sino porque ese tono siempre da la sensación de que la radio tiene más pasado que futuro. Y tiene mucho pasado, un siglo ya en España, pero somos millones los que defendemos que sigue muy viva. Y está bien que en esos grandes hitos de la historia de la radio se incluya también hechos más recientes como la pandemia, que transformó la vida de todos, también las de las redacciones de las radios

Por ejemplo, se recuerda cómo Pepa Fernández decidió organizar en su programa de Radio Nacional bodas a través de la radio, ya que la gente no podía casarse entonces, claro, o el muy emotivo discurso de Carles Francino cuando volvió a las ondas en la Ser después de estar al borde de la muerte por culpa del Covid. 

Los otros hitos que retrata el documental son el 11M (con varios testimonios que estremecen, como el de un taxista madrileño o el de una periodista de Onda Cero que llamó a su madre para decirle que estaba bien antes de llamar a la radio para contar lo que ocurría), el final de ETA (aquel día hubo programas con público de la Ser y Onda Cero, con una emoción muy especial), el 23F (por algo conocido como la noche de los transistores, de la que ya lo sabemos todo, pero que siempre resulta interesante volver a escuchar lo vivido aquella noche, como ese micrófono abierto de la Ser en el Congreso) o la última noche electoral de unas elecciones generales, las de julio del año pasado. 

El segundo capítulo se centra en rutina de las redacciones. Vemos los madrugones de las estrellas del prime time radiofónico, el trabajo en equipo de esos programas y, de fondo, siempre los oyentes, de panaderos a pescadores, pasando por agricultores que también madrugan mucho. Es interesante lo que se reflexiona sobre las diferencias entre los distintos tramos del día, del ritmo frenético de la mañana, acompasado a las rutinas del oyente cuando se prepara para ir al trabajo o a llevar a los niños al cole, a la tarde, que Toni Garrido define como un tramo horario que es para crear, para divertirse, muy agradecido. Gemma Nierga, que estuvo 15 años al frente de La Ventana, afirma que la tarde es un laboratorio de ideas. 

En las tardes de Onda Cero ha reinado muchos años Julia Otero, que esta temporada ha pasado al fin de semana. Cuenta  que llegó la llegada a la radio de casualidad y explica cómo fueron sus inicios en las tardes cuando se enfrentó a Encarna Sánchez, entonces intocable líder de las tardes, a la que superó en dos EGM. También cuenta su excelente relación con Carles Francino, competidor estos últimos años en la Ser, y hace mención a los meses que tuvo que apartarse del micrófono por culpa de un cáncer del que se recuperó para volver tan fuerte y admirable como siempre.

Entre los muchos temas interesantes del documental (ese escalofrío casi infantil del que habla Iñaki Gabilondo), me interesa especialmente, y éste sería otro gran pilar del documental y otra novedad frente a producciones anteriores sobre la radio, sus reflexiones sobre el peso de la política en este medio. Está bien que no se caiga solo en ese tono de alabanza acrítica de la radio. Se habla de la gran presencia de la política y se habla también de las redacciones cada vez con menos periodistas

Carlos Alsina, Àngels Barceló e Iñaki Gabilondo coinciden en que el peso de la política en la radio es excesivo y en que las entrevistas políticas suelen aportar poco. Pepa Fernández, que siempre ha tenido el buen gusto y la inteligencia de no hablar apenas de política en su programa, coincide y, además, lo lleva a la práctica, porque no hace entrevistas políticas, para alegría de sus oyentes. Es muy revelador lo que dice Carlos Herrera al respecto. Afirma que él es consciente de lo que esperan de él y de sus opiniones políticas sus oyentes. Cuenta que no puede defraudar a su parroquia, pero tampoco faltar a la verdad, y que se deje buscar un equilibrio, porque muchas personas sólo quieren ver reafirmadas sus ideas. 

Por último, porque yo me tiraría aquí hablando párrafos y párrafos de la radio, otra constatación de este documental: la radio la hacen, sobre todo, enamorados de la radio. La mayoría hablan de sus recuerdos infantiles con la radio sonando de fondo en casa, de su pasión por este medio. Escuchamos, por ejemplo, a Ángel Carmona citar a Gomaespuma como referencia con absoluta pasión, a Carlos Herrera mostrando su veneración por Luis del Olmo, el gran pionero de la radio mañanera, o a Gemma Nierga contat cómo se refugió en Carlos Alsina en sus tiempos de La Brújula tras morir su madre y Carlos Llamas, a quien la periodista escuchaba. Es bello eso de que quien hace radio, quienes se convierten en familia de los oyentes, sean y hayan sido, a su vez, antes que nada, oyentes y amantes del medio. 


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