Marbella


 Empezaré esta crítica con una confesión: es altamente improbable que me hubiera acercado a Marbella, la serie de Dani De la Torre y Alberto Marini, si no estuvieran ellos dos detrás. No me atraía especialmente de primeras la sinopsis de esta nueva serie de Movistar, me provoca cierto recelo la representación que se suele hacer del negocio del tráfico de drogas en la ficción, y creo que hay un cierto riesgo de romantización de esa criminal actividad. Pero los creadores de la serie fueron también los responsables de La Unidad, sin duda, una de las mejores series que he visto en los últimos años. Así que valía la pena darle una oportunidad. Y me alegro de haberlo hecho. 

Los propios creadores de la serie contaron en una entrevista que, cuando terminaron La Unidad, andaban en busca de una nueva historia por contar y la encontraron en un impactante artículo de El País sobre la presencia de bandas del crimen organizado en Marbella. El artículo, que fue el auténtico germen de la serie, se cita de incluso al comienzo de la misma. Marbella comparte con La Unidad el propósito de mostrar de forma descarnada una realidad cercana pero muy desconocida por el gran público. Entonces fue la lucha contra el terrorismo, ahora se trata del funcionamiento del crimen organizado y el narcotráfico, y su presencia en Marbella. Se afirma que la ciudad de la Costa del Sol cuenta con más de 100 bandas y se la llega a llamar la ONU del crimen organizado. 

Es una serie de ficción, no un documental, pero hay documentación detrás y, por asombroso que parezca, lo que se cuenta sobre el funcionamiento de estos grupos es bastante cercano a la realidad. Hace unos meses hablaba con una persona que vivía en Marbella y me dijo que los medios locales informaban de una nueva muerte por un disparo, que no era la primera del año. Reconozco que no había leído nada en prensa. Cuando busqué la noticia, vi que, en efecto, cada cierto tiempo hay informaciones aisladas que hablan de tiroteos y crímenes que parecen ser ajustes de cuentas o guerras entre bandas. Es una realidad que está ahí, muy pocas veces visible, y que convive con locales de fiesta, tiendas de lujo, viviendas imponentes y mucho, mucho negocio

Tal vez lo más impactante de la serie sea precisamente eso. Más o menos, todo el mundo sabe o intuye de dónde viene todo ese dinero que fluye sin cesar y alimenta a no pocas industrias, pero se prefiere mirar para otro lado, hablar sin decir, dejar caer, correr un tupido velo. La historia de la serie está contada desde el prisma de un abogado (Hugo Silva) que defiende a los grupos del crimen organizado. 

Él no participa en su negocio ni en sus trapicheos de forma directa, sólo se aprovecha de los resquicios legales para allanarles el camino y defenderlos ante la justicia cuando vienen mal dadas. Él se convence de que lo que hace es fundamental porque en toda democracia es un pilar clave garantizar el derecho a la defensa a todo el mundo. En realidad, quiere lujos y dinero, un alto nivel adquisitivo, y se autoconvence de que no hace nada malo, de que él sólo es una pieza más del engranaje. La llegada de un capo de la mafia desde Países Bajos, con el que entra en contacto y al que ofrece sus servicios, le hará cruzar líneas rojas y lo situará más y más cerca del núcleo de decisión, le manchará más las manos. 

El formato elegido para contar la historia me provoca ciertas dudas. Esa voz en off del abogado, muy pagado de sí mismo, muy orgulloso de lo que hace, corre, de nuevo, el riesgo de romantizar lo que hace. Lo cierto, claro, es que quien tome como modelo de conducta o como algo ejemplar esa forma de comportarse de quienes hacen dinero con negocios ilícitos tiene un problema y ese problema no es achacable a la serie. El gran acierto es que, al contar la historia desde la perspectiva del abogado, se remarca una idea esencial, que hay mucha gente involucrada en este sistema del crimen organizado. Y, entre ellas, claro, policías corruptos que son cómplices por dinero. También hay policías honrados, con pocos medios, que les plantan cara, pero que suelen tener más de perder. 

En eso de centrarse en los aledaños del narcotráfico, la serie tiene ciertas semejanzas con Ozarks. La serie, en fin, muestra con crudeza la realidad de la presencia del crimen organizado en Marbella y todo el sistema que hay en torno a él, también toda la gente que, sin tener vinculación directa con los delincuentes, vive de su dinero, que es precisamente lo que hace tan complicado combatirlos. Una serie interesante que abre los ojos y, además, no presenta a personajes como caricaturas andantes, todos tienen sus aristas y complejidades

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