Sentimos las molestias, la serie de Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero que estrenó hace unos meses su segunda temporada en Movistar, sigue siendo una rara avis. No es frecuente en este boom de las series que vivimos estos últimos años que se aborde la llegada de la vejez en las historias, y menos aún con este tono entre gamberro y entrañable con el que lo hace la serie. No ocurren grandes cosas, no hay sorprendentes giros de guión ni tramas rocambolescas, pero tampoco le hace falta para provocar la risa y mantener en todo momento el interés del espectador. Sus seis capítulos de media hora de duración se pasan volando y deja una sensación agradable. Se pasa un buen rato y, entre risa y risa, se reflexiona sobre cómo la sociedad actual, que ensalza la juventud a cada instante, afronta la tercera edad, y también sobre cómo se enfrenta uno a ese momento en el que sabes que te queda mucha vida por delante, pero también en el que habrá cosas que ya no podrás hacer o te costarán más, y en el que los problemas de salud empiezan a ser recurrentes.
De nuevo, lo mejor de Sentimos las molestias vuelve a ser ver mano a mano a Miguel Rellán y Antonio Resines, perfectamente acompañados por Fiorella Faltoyano en el papel de Gloria, la ex del personaje de Resines. En esta nueva temporada aparece también Manuel Galiana. Todos ellos bordan sus interpretaciones y demuestran hasta qué punto la veteranía es un grado, cuánto se puede disfrutar de ver a un grupo de intérpretes con una larga carrera a sus espaldas poniendo en pie una historia que habla precisamente de la veteranía y el paso del tiempo, del espacio que se da en las profesiones a quienes tienen una más dilatada trayectoria.
La serie vuelve a abordar de forma directa pero con situaciones cómicas la forma en la que afrontan el envejecimiento los dos Rafas protagonistas, un prestigioso director de orquesta (Resines) y un viejo rockero sin blanca y con problemas de salud (Rellán). La relación entre ambos, basada en los piques y las peleas, pero de absoluta confianza, articula la historia de esta segunda temporada, en la que aparecen también otras cuestiones como la conciliación de la vida personal y profesional. Este último aspecto se trata a través de la mejorable relación del director de orquesta, volcado completamente en su trabajo, y su hijo, a quien da vida Javier Pereira. También hay tramas que hablan de las diferencias de clase y los prejuicios culturales.
Los dos protagonistas de la serie siguen sin entender del todo bien el mundo en el que viven, el paso del tiempo. Reñidos con la tecnología, no tienen claro en qué se está convirtiendo todo alrededor. Ellos sólo quieren que todo siga igual. Es decir, un imposible, porque ni ellos ni la sociedad son igual que cuando ellos eran jóvenes. No pueden serlos. Así que también habla de la necesidad de aceptar ese paso del tiempo, de afrontarlo del mejor modo posible. Hay un capítulo especialmente divertido en el que los dos acuden a un viaje de personas de la tercera edad, donde se muestra el modo infantil en el que a menudo se trata a las personas mayores, como si fueran idiotas.
Sentimos las molestias, en fin, no es esa serie con grandes pretensiones llamada a aparecer en el ranking de las 5.890 mejores series de la historia que debes ver esta semana. Es nada más, y nada menos, que una serie de personajes, de diálogos, que desde el humor y de la mano de un reparto de lujo se acerca al envejecimiento, al inevitable paso del tiempo. Una serie muy recomendable, una estupenda rara avis.
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