La biblioteca de París, de Janet Skeslien Charles, es un libro irresistible. La novela, editada en España por Salamandra, nos acerca la fascinante historia de la Biblioteca Americana de París y el riesgo que su personal corrió para que sus abonados siguieran accediendo a los libros durante la ocupación nazi en la II Guerra Mundial. Ya sólo por permitirnos saber más sobre esta institución, que se fundó en 1920 y cuyos fondos procedían de donaciones de libros para los soldados estadounidenses en la I Guerra Mundial, esta obra valdría la pena. Pero es que además es una novela valiosa por cómo reconstruye aquel periodo y por la celebración del poder de la literatura que plantea.
Ahora que está tan de moda eso de los algoritmos que recomiendan películas o series al espectador de las plataformas audiovisuales en función de sus gustos, podría decir que La biblioteca de París sería sin duda la primera opción que me sugeriría uno de esos algoritmos. París, libros, una joven que estudia francés, una biblioteca asombrosa, una historia real poco conocida del pasado... No podemos pedir más quienes adoramos la Historia, París y la literatura a partes iguales. Suerte que mucho antes de que existieran las plataformas y sus algoritmos ya había algoritmos con cara, de carne y hueso, que son los libreros, los bibliotecarios y la gente que nos quiere y conoce, y sabe qué libros nos podrían gustar, como ha sido el caso esta vez, ya que esta obra fue un estupendo regalo de Reyes.
En una nota al final del libro, la autora, que trabajó en la Biblioteca Americana de París, cuenta que le llevó varios años documentarse para escribir la novela. También explica que muchos de los personajes que aparecen en el libro existieron de verdad y que con él pretende rendir un homenaje a su memoria, al esfuerzo que todos ellos desempeñaron para que la biblioteca siguiera abierta y pudieran acceder a sus libros todos sus abonados, incluidos los judíos, a los que los nazis les impedían todo. La Biblioteca Americana de París fue la primera de la ciudad francesa que permitía al público acceder directamente a las estanterías y contaba con abonados de más de 30 países.
La historia del libro se cuenta en dos tiempos: París en 1939, cuando la II Guerra Mundial está a punto de cambiar la vida de los habitantes de la Ciudad de la Luz, y Montana, Estados Unidos, 1983, cuando la protagonista del libro, Odile, rememora su pasado en la Biblioteca Americana de París gracias a una joven, Lily, que se siente fascinada por esta misteriosa vecina francesa de la que lo desconoce casi todo. En capítulos alternos, pero con más peso de las historias del pasado, vamos conociendo por qué Odile terminó en Montana, lejos de su amada París, de su familia y de su gente.
Esos recuerdos del París previo a la II Guerra Mundial ("¿Lo mejor de París? Que es una ciudad de lectores" (...) París es una ciudad que te habla, una ciudad que siempre va tarareando su propia canción"), dan paso después al horror de la ocupación nazi. Su hermano Rémy es llamado a filas. En París ella, su novio, su familia y todas sus amistades sufren las privaciones por culpa de la contienda y de la ocupación nazi. De pronto, amigos, colaboradores y abonados de la Biblioteca pasan a ser ciudadanos de segunda.
La novela, que reivindica el poder de la literatura incluso en los peores momentos, y que habla de la importancia de ser empático y no juzgar a los demás, también del peso de la culpa, muestra cómo la guerra lo destruye e intoxica todo. La relación de Odile con Paul, el policía sensible con el que sale, pero también con Margaret, su mejor amiga. Aparecen historias de mujeres que tuvieron relaciones sentimentales con nazis, también de policías obligados a detener a judíos o de jóvenes enviados a la guerra. La sinrazón, en definitiva, el odio y la violencia. Y, en mitad de ese horror, una biblioteca que envía libros a los soldados a través del Servicio de Asistencia a las tropas, y que hace todo lo posible para que los libros sigan circulando por París y llegando a todo el mundo, también a quienes las fuerzas de ocupación nazi pretenden arrebatar cualquier derecho y todo atisbo de humanidad.
Después de leer La biblioteca de París mis ganas de volver a la capital francesa se disparan y, claro, lo primero que haré cuando vuelva será visitar su Biblioteca Americana, en cuya web se puede consultar más información sobre su pasado, pero también sobre la labor cultural que desempeña hoy en día, más de un siglo después de su apertura.
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