Una de las corrientes literarias más influyentes en Francia en los últimos años es la de los relatos de los tránsfugas de clase, autores y autoras que cuentan su infancia y adolescencia, su progresivo distanciamiento de la clase social humilde en la que nacieron, sus sensaciones de extrañamiento y su percepción constante de que ya no son de esa clase de la que proceden y en la que está su familia, pero tampoco terminan de ser plenamente aceptados en la burguesía o esa clase más alta en la que nunca dejan de ser recién llegados. Annie Ernaux, la gran referencia, y tras ella otros autores como Édouard Louis o Didier Eribon han fomentado con sus obras el auge de este tipo de literatura, que parte desde los márgenes y con un discurso abiertamente crítico, pero que ha sido plenamente aceptado dentro del canon literario y consagrado, como demuestra el Nobel de Literatura ganado por Ernaux hace unos años.
Los relatos de tránsfugas de clase no son sólo de los más comentados e influyentes en la siempre muy literaria Francia, sino que también están entre los libros que más he disfrutado en los últimos años. Por eso, me atrajo de inmediato el ensayo Trahir et venger, de Laélia Véron y Karine Abiven, editado por La Découverte, que lleva por subtítulo Paradojas de los relatos de tránsfugas de clase, y que posa sobre este tipo de obras una mirada crítica y reflexiva.
Todo aquí es muy, muy francés. Los debates sobre las clases sociales, mucho más presentes y tomados en cuenta allí que en otros países. Y, por supuesto, la idea de rebatir o cuestionar algo publicando un libro. El ensayo no es un juicio sumarísimo sobre los autores que han frecuentado los relatos de tránsfugas de clase estos últimos años, tampoco una enmienda a la totalidad, pero sí una inteligente y crítica aproximación a las paradojas de sus planteamientos. Es de esos libros que plantea más preguntas que respuestas, en el que lo más interesante no son las conclusiones, nada rotundas ni cerradas, sino las cuestiones que abre, los temas donde decide posar la mirada, el prisma desde el que aborda este tipo de relatos.
Afirman las autoras del libro, para empezar, que según una encuesta, el 25% se considera en situación de desclasamiento respecto a sus padres, pero solo el 43% de ellos lo está realmente. Incide así en la importancia de la autopercepción, y de eso sabemos bien en España, donde nadie se considera clase baja ni casi clase alta, todos somos clase media, y donde tan mal visto está hablar de dinero.
También afirma el ensayo que hay gente que se inventa orígenes modestos, siguiendo en realidad el muy liberal modelo del self-made man en Estados Unidos. Es quizá la gran crítica a estos relatos, que generalmente se presentan desde la izquierda y con un punto de partida crítico con las desigualdades sociales, pero que termina rimando mucho con relatos puramente neoliberales de “si quieres, puedes”.
El libro cuenta que el concepto de movilidad social lo crea el emigrante ruso Pitrim Sorokin, fundador del departamento de sociología de Harvard, en 1927. En torno a él giran las obras analizadas y, por tanto, el ensayo. Las autoras cuestionan la insistencia en lo íntimo en los relatos de tránsfugas de clase y creen que puede despolitizarlos, amén de caer en el individualismo extremo o incluso en el narcisismo.
También destacan cómo la escuela aparece con frecuencia en estos relatos como escenario de venganza, allí donde alguien de origen humilde puede destacar si se esfuerza. Bourdieu, de quien beben muchos de estos autores, niega la lógica meritocrática de la escuela y destaca la importancia del capital cultural. Muchos escritores tránsfugas de clase se presentan como la excepción a la norma, pero insisten en que lo suyo no es lo habitual, en que hay demasiadas desigualdades. Otros contradicen la teoría de Bourdieu. El libro recuerda el ejemplo clásico, el de Louis Germain, el maestro al que Albert Camus dedicó el premio Nobel y al que le escribió una carta contándole que nada de lo que él había logrado habría sido posible sin su apoyo.
Igualmente son comunes en estos relatos la ausencia de humor e ironía, así como la idea de la vergüenza por los orígenes humildes y la posterior vergüenza por haberla sentido. Explican las autoras que los relatos de tránsfugas de clases combina los dos estilos narrativos descritos por el teórico Georg Lukàcs: el autor que describe (que trabaja con las nociones de las leyes sociales, presentadas como leyes inmutables, representado por Zola) y el que cuenta (que trabaja con los personajes y las acciones, que pueden propiciar cambios, como Tolstoi).
El libro, que presenta el caso de Constance Debré como uno de los pocos casos de tránsfuga de clase “hacia abajo”, que renuncia a los vínculos con su privilegiado medio de origen, aborda muchos otros aspectos interesantes de esta clase de relatos. Me quedo con dos: la importancia del lenguaje y el estilo en estas historias, de un lado, y la situación ambigua en la que quedan estos autores cuando triunfan en el mundo literario, por el otro. Respecto a lo primero, las autoras explican que los relatos de tránsfugas de clase suelen presentar una situación similar a la diglosia, entendida como esa situación en una sociedad en la que conviven dos lenguas y una de ellas se considera más formal, más prestigiosa. Los tránsfugas de clase, que adoptan deliberadamente un estilo plano y sencillo, sienten que la lengua de sus familias es menos prestigiosa, pero la quieren reivindicar en cierta forma, aunque reconocen que se distanciaron de ella. Louis, por ejemplo, afirma que escribe contra la literatura.
Por otro lado, está la duda de hasta qué punto estos autores pueden seguir siendo portavoces de las clases populares (o dominadas) cuando han pasado a ocupar en cierta forma una posición dominante en la literatura. Querer que una postura literaria marginal sea reconocida es una paradoja, afirman las autoras. También los discursos contra el estilo y la literatura en sí misma, mientras se hace literatura. El libro, ya digo, no plantea grandes conclusiones cerradas, lo interesante es el camino, todas las dudas y cuestiones sobre la literatura de los relatos de tránsfugas de clases que tanto han proliferado los últimos años y muchos leemos y seguiremos leyendo con interés. Siempre es bienvenido el debate y el intercambio razonado de ideas y posturas. Y ningún lugar es mejor para debatir que entre las páginas de un libro.
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