Antes de empezar a ver Clanes, uno se espera encontrar una serie efectista hecha para convertirse en el penúltimo pelotazo de Netflix. Una serie que va a lo seguro, creada con escuadra y cartabón, que persigue una fórmula de éxito, con todos los ingredientes necesarios en sus dosis exactas. Un punto de venganza, otro de amor, su buena ración de escenas de acción, los giros de guión, chivatazos, secretos del pasado… . Una serie, en fin, como guiada por algoritmos que establecen con escaso margen de error lo que gusta y atrae a grandes audiencias. Y un poco eso es, la verdad. Pero qué bien hecha está. No busca, claro, ser una serie experimental ni arriesgada, sino que juega en la liga de series que buscan audiencias numerosas gracias a una acción trepidante. Y, en esa liga, lo borda.
No parece ni siquiera casual el nombre de la serie de Netflix, que casi se confunde un poco con otra exitosa producción de la misma plataforma, Narcos, y con temática similar. Así que Clanes, creada por Jorge Guerricaechevarría y dirigida por él mismo, Roger Gual y Javier Rodríguez, es exactamente la serie que se espera que sea. Y eso puede ser decepcionante para una parte de la audiencia que busque algo diferente, pero resulta efectiva y entretenida para la mayoría. Porque ofrece justo lo que promete en sus siete capítulos, que terminan sin excepción en todos y cada uno de ellos dejando al espectador con ganas de más.
La serie, al parecer, ligeramente inspirada en una historia real, cuenta la historia de una abogada (Clara Lago) que descubre un secreto del pasado de su padre que le hace buscar venganza en Cambados (Galicia). Allí entra en contacto con el hijo de un clan de la droga, a quien interpreta Tamar Novas. Los dos protagonistas son uno de los puntos fuertes de la serie, igual que el resto del elenco, por cierto. Hay mucho talento y muy buen hacer en la serie, con veteranos como Francesc Garrido, Xosé A. Touriñán, Chechu Salgado, Melania Cruz, Miguel De Lira, Diego Anido y María Pujalte, y noveles como Nuno Gallego, quien da vida al ahijado del narco, uno de los personajes con un arco de evolución a lo largo de la serie más interesantes.
Lo que guía al personaje de Clara Lago, una abogada prestigiosa y reconocida en Madrid que lo deja todo tras la trágica muerte de su padre, es la venganza. Busca que quienes son responsables de su muerte paguen por ello. Pero se cruza en su camino otro sentimiento, el amor. Y eso del amor y la venganza suena muy cursi y da bastante pereza, parece como demasiado telenovelesco, la verdad, pero lo cierto es que la forma en la que se cuenta la evolución en las motivaciones de la protagonista y sus contradicciones son de lo mejor y más logrado de la serie.
También me parece acertada la forma en la que se refleja a la familia de narcos, porque con frecuencia en las ficciones sobre este mundo se cae en una cierta mistificación inquietante de los narcos, como tipos millonarios, ingeniosos y con mucho carisma. No es que aquí se los demonice y sean arquetipos, sino que se les muestra como personas de carne y hueso. Tipos, claro, sin escrúpulos porque hacen dinero traficando con drogas que arruinan la vida de mucha gente, pero también se les muestra como personas con sus líos familiares y sus propias contradicciones. No son personajes planos. Y ayuda a eso la interpretación de todos ellos, especialmente, del propio Tamar Novas.
Por lo demás, la serie, rodada en los escenarios en los que transcurre la trama (el dinero con Netflix no parece ser un problema), cumple con nota lo que se espera de una historia así. Hay giros de guión, topos, sorpresas, cambios en los personajes, acción, dilemas éticos y morales, un policía que se vuelca con su trabajo, incluso a riesgo de bordear un poco las reglas y de poner en peligro su propia vida personal con tal de cazar a los narcos, amoríos, polis corruptos, gente honrada que planta cara como puede al horror y que sufre sus consecuencias, cierto retrato costumbrista… La serie no es la más original o rompedora del mundo, porque tampoco lo pretende, pero sí es verdaderamente entretenida y sabe en todo momento lo que quiere contar y cómo quiere hacerlo. Lo logra con creces.
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