Inside Out (Del revés) es posiblemente mi película preferida de Pixar, y eso que no es fácil elegir. La forma en la que se fabula el interior de la cabeza de una niña en la que las distintas emociones pugnan por llevar el mando es prodigiosa. Me encantó esa película, así que cuando supe que el estudio, ahora propiedad de Disney, iba a estrenar una segunda parte de la historia tuve claro que iría a verla al cine pero también tenía cierto miedo, porque las expectativas no podían ser más altas. Visto el filme, no hay nada que temer. La segunda parte está a la altura de la primera. Pierde el factor sorpresa, claro, pero mantiene esa prodigiosa capacidad del universo Pixar de crear nuevos mundos, su mezcla fabulosa de momentos hilarantes y otros emotivos, su lectura en distintas capas para que disfruten sus historias niños y mayores y también sus acertadas reflexiones sobre la forma de entender la vida.
La historia de esta segunda parte comienza unos años después de donde terminó la primera. Ahora la protagonista está a la puertas de la pubertad y ésta provoca la llegada de nuevas emociones. Destaca entre el Ansiedad, la auténtica revolución de la película, que amenaza la posición dominante de Alegría en la mente de la protagonista. Si la primera parte resultaba un hábil, inteligente y poco común alegato el defensa de la tristeza, porque todas las emociones pueden ser útiles si se saben manejar, porque no sirve de nada similar que uno es feliz en todo momento, ya que hay que saber reconocer cuando no está bien y cuándo necesita desahogarse, esta segunda parte es un canto a abrazar la imperfección y las contradicciones de cada uno. Porque nuestros defectos nos hacen tan nosotros como nuestras virtudes.
Han pasado nueve años desde que se estrenó Inside Out y desde entonces la sociedad ha cambiado, igual que lo hemos hecho los espectadores que alucinamos en las salas de cine con aquella historia. Hoy se habla mucho más de salud mental y todos tenemos claro que la ansiedad, ese personaje que arrasa con todo en Inside Out 2, está muy presente en la vida cotidiana de millones de personas. El retrato que se hace de esta emoción devastadora y paralizante es muy preciso. Se presenta a Ansiedad imaginando a cada rato posibles escenarios futuros a cual más aterrador que el anterior, aunque nada de eso haya ocurrido, poniéndose zancadillas y autosaboteándose. Esa escena en el que se esbozan posibles futuros horribles es tal vez la representación más brillante de lo que es la ansiedad que hayamos visto nunca en el cine,
Una vez más, fondo y forma deslumbran en esta nueva película de Pixar. Es muy sugerente y atractivo lo que se cuenta sobre la escala de valores de cada persona y la construcción de la personalidad. También las reflexiones sobre los recuerdos y su peso en la forma de ser y actuar de las personas. Los miedos y temores de la adolescencia se reflejan muy bien en la película. En cuanto a la forma, ya la primera parte fue prodigiosa en imaginación al mostrarnos esos universos dentro de la mente de la protagonista. Aquí se va incluso un poco más allá con nuevos hallazgos que nos harán imaginar la mente de las personas tal y como salen en la película.
Pixar, ese gran defensor de la animación para personas de todas las edades, volverá a llenar las salas de cine de niños y niñas atraídos por esos coloridos personajes, pero también de los adultos que los acompañen y, sobre todo, de adolescentes y adultos enamorados de las historias de este estudio. Espectadores que sin duda echarán alguna que otra lagrimita en algún momento del filme, que tal vez asentirán cuando escuchen decir eso de que “quizá sea así, tal vez cuando crecemos sentimos menos alegría” y que dejarán entreabierta la puerta a la nostalgia cuando recuerden cuándo vieron la primera parte de la película. Se dice de los grandes deportistas que ya sólo compiten contra la historia, contra su propia leyenda. Podríamos decir lo mismo de Pixar. Y siguen ganando una y otra vez.
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