El maestro que prometió el mar


Una de las mayores bestias negras de los retrógrados nostálgicos del franquismo es la memoria histórica. Nada les inquieta más, nada les pone más nerviosos. Dicen que es reabrir heridas, cuando en realidad es restañarlas. Dicen que hay que olvidar, cuando en realidad se trata de hacer justicia. Dicen también, siempre lo dicen, que el cine español hace demasiadas películas sobre el franquismo, que están obsesionados con ello. Y con su fijación alimentan discursos de extrema derecha, con el olvido como principal arma, y se pierden películas extraordinarias como El maestro que prometió el mar, de Patricia Font, basado en la historia real del maestro Antoni Benaiges.

Cuesta entender, sí, que en partes no pequeñas de la sociedad española exista tanta indiferencia ante la tremenda, injustificada y vergonzosa anomalía histórica que supone que aún haya miles de desaparecidos en cunetas. La indiferencia es mala, pero el rechazo abierto y manifiesto a algo tan elemental y humano como desenterrar a las personas a las que no se les concedió ni el derecho humano de reposar en paz, es aún peor. Y en esas estamos. Hace no tanto, un presidente español alardeó de no destinar ni un euro a las políticas de memoria histórica, es decir, a dar descanso a personas represaliadas por el franquismo cuyos familiares no saben dónde están enterrados. 

Esta realidad, la de la existencia aún de cientos de fosas comunes con víctimas del franquismo, está detrás de esta película conmovedora y tierna que recuerda el terrible daño que causó a la sociedad española el golpe de Estado fascista. La historia comienza con una llamada que coge el personaje interpretado por Laia Costa. Es una llamada para su abuelo en la que le dicen que es posible que hayan encontrado el cuerpo de su padre, bisabuelo de la joven. Ella decide viajar hasta allí, no sin reticencias por parte de su familia. Quiere saber qué pasó y por qué su abuelo nunca le habló de aquello. Allí se encuentra con un anciano (Ramón Agirre) que le cuenta que en esa fosa común podría estar su maestro, que resulta que también lo fue de su abuelo

La película transcurre en dos tiempos. Por un lado, el presente narrativo, en el que la joven indaga sobre el pasado de su abuelo y conoce más el funcionamiento de las asociaciones de recuperación de la memoria historia; por el otro, ese pasado que se recrea, muy centrado en la historia real del maestro republicano Antoni Benaiges, que introduce métodos avanzados y rompedores para la época que irritan al alcalde y, sobre todo, al cura del pueblo. Por si fuera poco, además tiene ideas de izquierdas y escribe artículos en los que defiende cosas tan escandalosas como que todo ser humano merece ser tratado con dignidad o que se deben combatir las desigualdades económicas. 

La película es muy tierna. Cuenta cómo el maestro enseña a los niños una forma distinta de aprender. Quiere que sean ellos mismos, que no tengan miedo, que no lo llamen de usted ni teman represalias si se equivocan. Quiere, en fin, que sean ciudadanos libres, que sueñen en grande, que sean lo que ellos y ellas quieran. En una de las clases les habla del mar, que ninguno de los niños conoce, y les promete llevarlos con él a verlo. Esa promesa, a la que alude el título del libro, simboliza todas las promesas y esperanzas, todas las ilusiones y proyectos, que el golpe de Estado y las cuatro décadas posteriores de dictadura echaron al traste. 

La película, además de todo ello, es un digno, justo y necesario ejercicio de memoria que permite que se conozca lo que hizo este maestro cuya admirable labor, y su propia vida, fueron cortadas de raíz por la sinrazón y el odio de los fascistas. Es necesario conocer ese pasado, sí, por más que rabien los retrógrados. Historias como la de Antoni Benaiges merece ser contada y reconocida, igual que la de María Barbeito, que cuenta la preciosa obra teatral As alumnas. Porque la educación, la memoria y la cultura son los mejores antídotos ante los riesgos de retroceso, que siempre, siempre, siempre acechan a la sociedad. Bella, emotiva e importante película. 


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